El primer día

13.7K 671 138
                                    

Nos hemos debido de quedar dormidas un buen rato, porque cuando me despierto ya no entra tanto sol por la ventana de mi habitación. Durante una fracción de segundo dudo de si todo ha sido un sueño, pero la sensación de estar desnuda encima de Nat me parece bastante real. La miro y está más guapa que nunca, relajada, sin ninguna preocupación en su rostro. Nada que ver con cómo estaba estos últimos días. No me puedo resistir y empiezo a darle besitos suaves, parto de su nariz, paso por su mejilla y después me dirijo hacia su cuello. Aunque sigue con los ojos cerrados sé que se ha despertado porque sonríe y rodea con sus brazos mi espalda para apretarme contra su pecho.

- Mmmm, ojalá despertarme así todos los días - me dice.

Por fin abre los ojos y, a continuación, busca mis labios para darme un beso.

- Te quiero, Nat.

- Y yo.

Es el primer día del año y el de nuestra vida juntas. La tercera inquilina ha debido detectar que ya estamos conscientes y ha venido a la habitación. Se sube a la cama con nosotras y las dos la acariciamos, pero en pocos segundos se va a los pies de la cama para tumbarse.

- ¿Desde cuándo? - me pregunta.

En este par de meses hemos llegado a conocernos tanto que con solo mirarla ya sé a qué se refiere.

- La atracción desde el minuto cero, desde el segundo en que nos vimos en el metro, pero el punto de inflexión fue cuando te oí cantar The scientist en la fiesta de la Mari. Ahí me di cuenta de que lo que sentía por ti iba mucho más allá de un crush, que estaba enamorada.

- Pero si eso fue como a las dos semanas de vivir juntas - comenta asombrada.

- ¿Algo que objetar? - le pregunto levantando una de mis cejas.

- No, no, si tú no tienes la culpa de que yo sea irresistible - bromea.

Me encanta esta Natalia segura de sí misma y la facilidad con la que podemos hablar ahora de nuestros sentimientos.

- Pues eso, bastante es que aguanté quince días. A Queen la tuviste rendida en tus brazos literalmente en día y medio.

Como si se hubiera dado por aludida se baja de la cama y nos deja solas otra vez.

- ¿Y tú? - le pregunto.

- Desde el principio noté una conexión especial contigo, hemos vivido tantas cosas y somos tan afines... pero tenía tanta mierda en la cabeza que no pude identificar realmente lo que sentía por ti hasta el otro día.

Me cuenta lo que pasó en el tren con la azafata y se me derrite el corazón. La beso de nuevo pero tengo que parar porque me entra la risa. Se me queda mirando con cara de no estar entendiendo qué me pasa.

- ¿Eres consciente de que esto - digo señalándonos a ambas - ha sido en parte posible por mi tío Enrique?

- Yo creo que deberíamos mandarle una carta de agradecimiento, seguro que le hace ilusión - me contesta riéndose también.

Reanudamos el beso y mi cuerpo, como si tuviera voluntad propia, se mueve para rozarse con Nat de la misma forma en la que lo hizo unas horas antes.

- Buah, me va a explotar la vejiga.

Algo decepcionada por tener que romper el contacto me hago a un lado para que pueda levantarse al baño, pero parece que le cuesta incorporarse.

- Y me duele todo. Necesito un Ibuprofeno y mear, por ese orden.

Mientras ella va a la cocina a por un vaso de agua para tomarse la pastilla yo aprovecho para hacer pis, también me hacía falta. Nos encontramos en la puerta del baño, las dos desnudas, y me resulta una situación tan natural que me cuesta creer que es la primera vez que se da.

- ¿Por qué está mi ropa de ayer a remojo en el lavabo?

- Cuando acabes vente a la cama y te lo cuento.

Le hago un resumen de los momentos protagonizados por su alter ego borracho y la cara que va poniendo conforme descubre todo lo que pasó ayer es un poema.

- Con acento argentino, ¿en serio? - me pregunta incrédula.

- Sí, cariño, como si fueras porteña.

Nos reímos juntas y nos quedamos después un rato en silencio, con Natalia recostada sobre mi pecho y yo distraída haciendo dibujos en su espalda con mis dedos.

El sonido de una llamada nos sobresalta. Es mi madre, así que lo cojo. Natalia se levanta de la cama y me hace gestos indicándome que va a ducharse. Después de felicitarnos el año nuevo y hablar un poco me pasa a mi hermana. Sé que le voy a dar munición contra mí, pero es mi mejor amiga y necesito contarle lo que ha pasado con Natalia. Lo hago, pero sin entrar en ningún detalle explícito. Es un acuerdo que tenemos entre las dos y lo respetamos siempre.

- Ya te vale, tata - me dice indignada.

- ¿Te parece mal?

- Qué va, si me alegro un montón, pero había hecho una apuesta con la iaia y ella decía que os liábais antes de Reyes, así que me toca pringar.

- Anda que ya os vale a las dos apostar con mi vida amorosa, poco te pasa.

Me despido de ella y Nat sigue en el baño, así que aprovecho para responder todos los mensajes de whatsapp que tengo pendientes. Hay uno de un número que no tengo grabado, empieza por +44. Solo hay un audio de 15 segundos. Pulso por curiosidad y es la Mari.

Reeeecheeee, feliz año. No me atrevo a decir 2019 porque igual cuando te dignes a ver los mensajes estamos ya en el 20. Hazme una videollamada cuando escuches esto, que no me apetece hablar sola con el móvil. ¡Te quiero!

Le doy al simbolito del teléfono y al segundo toque tengo a la Mari chillándome en el oído.

- ¡Reche! ¿Qué tal estás, tía?

- Genial, ¿y tú?

- De puta madre, los ingleses son unos sosos, pero tienen unas pintas de cerveza que lo flipas. Oye, ya me ha contado Marta que ha habido follaringueo.

Me entra el pánico y noto cómo me arden las mejillas.

- ¿Qué? ¿Ella cómo lo sabe? - pregunto aún en shock.

- Hostia, Alba. Damion y tu amigo, pero creo que tú tienes algo que desembuchar. Cuéntale a la tía Mari.

Le digo todo como he hecho hace unos minutos con mi hermana, pero ahora sin guardarme nada.

- ¿Ves? Si cuando digo que hay tema no fallo nunca. Ha costado, pero al final se lo has comido.

- Bueno, más vale tarde que nunca - le contesto riéndome.

Seguimos hablando un poco más y cuando oigo la puerta del baño abrirse me despido de mi amiga, me da vergüenza seguir hablando si está Nat delante y tampoco me fío de las barbaridades que pueda soltar María. A los pocos segundos entra en la habitación solo con su toalla amarilla.

- Vengo a por mi pijama, debe estar tirado por aquí.

- Hay que ver qué mayor te has hecho, hoy te duchas y te vistes sola - digo para picarle.

- Perdona por empaparte - se disculpa con carita de niña buena.

- ¿Anoche o esta mañana? - respondo con picardía.

- Ahora.

Se quita la toalla y se abalanza sobre mí. Empieza a besarme y a dar pequeños mordisquitos por mi cuello. De esa niña buena ya no queda nada.


Espero que estéis disfrutando del fic tanto como yo escribiéndolo. Probablemente este es el penúltimo capítulo, porque que Albalia se convirtiera en real era mi endgame y en unos días tengo que volver a currar y no voy a poder dedicarle tanto tiempo a esto (más o menos 1 minuto de lectura me lleva 1 hora de trabajo 😅).

Gracias por leerme!

La chica del metro // AlbaliaWhere stories live. Discover now