Capítulo 1 Conociendo a Zeit

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Hace doce años



Mis padres fallecieron hace tres días en un accidente de auto. Me siento miserable. Mis padres eran todo para mí. Mi omi, con esos magníficos ojos grises, hacía que mi vida tuviera sentido. Mi baba, con su amor incondicional, con sus consejos y con sus eternos abrazos, me llenaba de amor. Sin embargo, hoy ellos no están conmigo. Soy el menor de tres hermanos. La diferencia de edades entre nosotros es enorme. El mayor, Khaled, está casado desde joven y tiene años viviendo lejos. También se hace cargo de las empresas de mi padre. El segundo, Amir, tenía años sin verlo. Desde que se casó se fue a Yeda. Su familia es números. Nunca le gustó el petróleo y la empresa familiar, así que decidió alejarse y hacerse camino él solo.


Hoy me encuentro en mi habitación esperando por mi hermano mayor. Él decidirá qué harán conmigo, si me iré a vivir con él o me quedare acá en el Líbano. Mi sueño siempre ha sido ser independiente, trabajar en la empresa de la familia, viajar por el mundo, saborear la libertad que como musulmán se me prohíbe... Quiero vivir, ¡vivir mi vida de verdad! Y sé que bajo la tutela de Khaled Habbak no podré hacerlo. Nuestra religión es su vida, aunque, cuando mis padres estaban vivos yo la practicaba y era fiel a ella, no la sentía como mía. Me siento atrapado, encerrado, sin alas, al tener que regirme y limitarme en experimentar en la vida, y eso no es justo.


La vida se hizo para vivirla, gozarla y disfrutarla. Mi omi solía decir que siempre en alguna familia existía algún familiar con esa forma de pensar, que se sentía preso al seguir el Corán.


Prohibí que me comprometieran. Gracias a ser el menor y a lo consentido, como diría mi hermano que me tenían, mis padres aceptaron; no me obligarían a hacer algo que no quiero. ¡Jamás lo hicieron! Pero las familias influyentes acechaban en mi casa para poder lograr un compromiso que les garantizaría el renombre y el bienestar de su hija, ya que si amarraban al menor de los Habbak tenían un futuro asegurado


Si caigo en las manos de Khaled, eso cambiará, y no puedo permitirlo. ¡Algo tengo que hacer!


Salgo de mi habitación en silencio y camino en puntillas para acercarme a la sala y poder escuchar qué deliberan.


-Zeit, ¿a dónde vas? -me pregunta una voz dulce a mi espalda.


Brinco del susto


-¡Esperanza! ¡Mierda, me asustaste!


Esperanza es mi nana, de ella he aprendido el español, así como he aprendido de la vida y de las religiones. Es una linda señora con unos hermosos ojos verdes que siempre me da amor, pero también me regaña cuando es debido.


-¡Zeit Habbak! ¿Qué es ese vocabulario? -masculla.


-Perdón -contesto avergonzado.


-Si te escuchase, tu padre te diría... -canturrea mi dulce nana para hacerme sonreír con nostalgia.


-¡Que ardería en la Paila del infierno! -la interrumpo y pongo mis ojos en blanco.


-¡Esos modales no te los enseñé yo! -Me señala molesta.


-Espe, no quiero irme con Khaled. -Me acerco.


-Lo sé, mi niño, pero es decisión del consejo. No pueden dejarte solo. -Agarra mis manos-. Vamos a tu habitación.


-Quiero salir en serio. Si me quedo en esa habitación -señalo con mi mano la puerta de roble-, me volveré loco y ni el mismísimo Alá podrá impedirlo.


La veo suspirar con pesadez.


-¡Esta bien! 15 minutos, Zeit, sino yo misma le diré Khaled que te lleve con él a vivir a ese país al que se va -dice mi nana muy seria.

ZEIT HABBAK EL ADONIS Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum