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Sus ojos ardieron apenas los abrió. La luz que ingresaba en la blanca habitación era en demasía y no le permitía percibir con facilidad donde se encontraba. 

En un vano intento por levantarse, pudo apreciar que unos tubos estaban conectados en su antebrazo y provenían de un pilar de metal que sostenía una bolsa plástica, él no sabía el origen de esa sustancia, tampoco le importaba en ese momento, sólo quería que ese dolor punzante en su cabeza se fuera.

—¿Chris? —se volteó cuando escucho esa suave voz, Oliver estaba a su lado, acariciando sus ojos de manera lenta para luego bostezar. De seguro debió haber estado durmiendo junto a él durante todo ese tiempo.

—Oliver, cierra las persianas —el pelirrojo se levantó rápidamente después de escuchar la orden del mayor. Al terminar de realizar la tarea encomendada, regresó a la cama de Christopher, alzando sus brazos a la dirección del castaño para que lo levantara—. Acabo de despertar, estoy muy débil para poder levantarte.

—Está bien... Papá me dijo que te encontrarías repuesto cuando despertaras, por eso lo pensé. No sabía que seguías mal —formó un mohín en sus labios, reflejando su desagrado y se sentó otra vez en la silla que se encontraba a la izquierda de la cama del castaño.

—Espera, ¿cuántos días llevo aquí? —asustado preguntó el ojiverde, mientras se levantaba de su posición para mirar fijamente a su hermano. Temía averiguar que llevaba demasiado tiempo en el hospital.

—Sólo dos días... —susurró lentamente. Se había sentido un poco atemorizado por la hostil mirada de Christopher, nunca le había visto de esa forma—. Papá me dijo que te cuidara y eso he estado haciendo. 

Se recostó otra vez, cerrando los ojos al encontrarse más relajado por aquella información. No deseaba saber que ya llevaba una o dos semanas inconsciente en ese hospital. Eso significaba que no había asistido a la empresa y por ende, no había realizado su trabajo diario que ayudaba a su padre con la contabilidad de las entradas de dinero que ingresaban cada día a la bolsa de acciones y eso era una gran pérdida diaria de ingresos monetarios. 

No pudo percibir cuando aquel ligero descanso lo llevó a quedarse dormido, sin ser capaz de escuchar los llamados de Oliver y como éste lo movía preocupado para hacerle despertar. Sólo estaba concentrado en ese nuevo y desconocido escenario frente a él.

Una amplia habitación, la cual parecía un laboratorio. Doce camillas estaban colocadas una al lado de la otra, no sabía quienes eran esas personas, pero vestían trajes elegantes y vestidos amplios. No comprendía lo que sucedía, hasta que una de esas personas se levantó, su vestido era de color rosa al igual que su cabello.

—Christopher, ¿por qué lo hiciste? —le miraba con una expresión vacía, a medida que se acercaba a él.

—Yo no he hecho nada —respondió nervioso mientras respiraba agitadamente. 

—Claro que sí. Tú nos mataste —su cabeza se dirigió a la chica de vestido negro que lo miraba totalmente desafiante—. Tú eres el culpable, ¿no es así, Aliquam Unic?

Gritó asustado sujetando su cabeza. Había despertado por fin, pero no se sentía más tranquilo por ello, sino todo lo contrario, ya que tenía un montón de interrogantes sin respuestas. Luego más flashes repentinos inundaron su mente, como le había ocurrido en otras ocasiones. El sudor recorría su frente hasta el final de su mentón, esa pesadilla había sido demasiado realista.

—¿Christopher? ¿Qué sucede? —el pelirrojo se subió con cuidado a la cama de su hermano e intentó tocar su rostro, pero el contrario sostuvo las muñecas del pequeño de manera brusca mientras lo miraba desesperado.

—¿Quiénes eran? ¿Quiénes? ¿Tú lo sabes?

Lazos Benévolos © | Libro #15 | SAGA MALDITAWhere stories live. Discover now