Capitulo 8: Asistente.

2.2K 131 2
                                    

Sus labios se encontraban a pocos centímetros de los míos, mi subconsciente pedía gritos que Zack me besara, estaba ansioso de observar que un chico tan atractivo se sumergiera en mis labios y disfrutara conmigo la acción de besar, sin embargo estaba siendo tan ingenua y vulnerable al estar tan cerca, que podía oler su aroma y me estaba dejando embriagar por su mirada peligrosa.

Zack río y se fue separando de mi, luego añadió:

—Sueñas al pensar que yo iré a besarte, vaya Ainsworth si que eres una chica débil, eso de ponerte a temblar cada que un chico se te acerca, está de locos —Dijo fríamente.

Hundí mi mano en mi cabello y solté un suspiro de frustración, así era Zack Andersson y nada lo podía cambiar, me acababa de humillar una vez más y ahora con sus dotes de seductor, debí haberme visto patética ante sus ojos, pero tenía razón, era mucho soñar que él fuera a besarme. Todo esto sólo hacía incrementar un odio hacia el arrogante.

—Usted no sabe lo que dice. Con su permiso me retiro —Dije dando media vuelta sin mirar atrás.

Al salir de la habitación, Kenya esperaba de brazos cruzados recargada en la pared. Su mirada expresaba coraje, y notaba su aura malhumorada que se esparcía por todos lados. Levantó una ceja mientras rodaba los ojos. La ignoré y continúe mi camino.
Salí al aparcamiento y me monté en el automóvil. No tenía ganas de absolutamente nada más que sumergirme debajo de mis sábanas y quedarme profundamente dormida.
Un pensamiento se coló entre mi mente, la idea de visitar a mis padres era algo que estaba deseando desde hace mucho tiempo, los echaba de menos y necesitaba abrazarlos, todo lo que había pasado me conmocionó al grado de querer estar en la cama con mis papás mientras me acariciaban el cabello al mismo momento en que me cantaban hasta que me invadía el sueño y mis párpados me obligaran a dormir. Sin embargo, resultaba difícil hacer la visita ya que ahora me había empalmado a Zack por un tiempo. Está situación conseguía que mi cabeza se invadiera de dolor, ya no quería estar cerca de él, prefería cualquier cosa que tener que ver su rostro cada día pero por culpa de todos esos líos que cometí ahora estoy atada de pies y manos contra la voluntad de un hombre que es una pesadilla.

Tomé el camino en torno a casa, traté de concentrar mi mente al volante, pero era difícil con todas las incógnitas que daban vueltas y me generaban tremendos dolores de cabeza que no sabía como disipar.

Quería sacar a Zack de mi vida, era un chico que solo me había traído problemas. Sus intenciones se basaban en hacerme la vida imposible, o eso es lo que se había demostrado y ahora justamente me convertí en su juguete personal el cual va a manipular a su antojo. No entiendo cual es su objetivo con todo lo que planea, pero analizándolo más a fondo probablemente no sea nada bueno. Trabajaré para él o eso es lo que parece, ¿cómo se suponía que una chica como yo podría servirle?, estaba claro que sus intenciones solo iban más allá de burlarse de mi y divertirse a su antojo, ya que dejó muy en claro que jamás querría algo más allá conmigo, dejando de ese lado lo sexual.

Al llegar, estacioné el coche en el aparcamiento del edificio. Salí y subí por el ascensor hasta mi piso. Saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta. Todo estaba en penumbra por lo que supuse que Becca había salido.

Caminé a mi habitación y abrí las persianas para poder observar la ventana. Un manto grisáceo cubría el cielo y los relámpagos lo iluminaban. Eran aproximadamente las 12.00 pm y la cuidad se veía como si fuese la noche. La lluvia caía golpeando la ventana y la cerré apresuradamente. La brisa soplaba con fuerza como si quisiese hablar.

Observé mi móvil y en un minuto aproximadamente comenzó a sonar, un número desconocido se reflejaba en la pantalla desconcertada al tercer timbrazo contesté.

—¿H-Hola? —Pregunté.

Hola, mi querida Ainsworth —Contestó Zack con su voz grave.

—¿Qué desea? —Pregunté ahogando un gemido.

¿Cómo había conseguido mi número? Y por qué en ese preciso momento me tenía que llamar si lo único que deseaba era no escuchar su voz.

Probablemente a ti.

—No estoy para bromas —Dije con las mejillas tornadas de rojo.

Te fuiste bastante apurada del hospital que no pude terminar mi charla contigo.

—Estaba apurada ya que mi gata necesitaba comer —Mentí.

Y yo necesitaba terminar mi charla. Hoy acaban de trasladarme a mi casa, tengo que estar en reposo y claro me ofrecieron una enfermera pero la rechacé. Necesito que vengas a servirme Ainsworth, sin embargo tendrías que quedarte en mi casa estos días —Su cinismo se notaba en cada palabra dicha.

Me frote las sienes frustrada. Todo menos estar en la casa del arrogante ese, debió haber aceptado a la enfermera, me colmaba la paciencia.

—No creo poder quedarme en su casa. Por si lo recuerda tengo una mascota y aquí se queda mi amiga Becca.

Oí mascullar a Zack por el otro lado del teléfono.

Tu gata es bienvenida, puede quedarse con mi gato. Sin embargo, tu amiga, ella tendrá que quedarse sola en su casa, sería un pequeño estorbo. Sin ofender. Aunque no olvido que es muy sexi pero me terminó dejando por el chico rubio de aquella noche —Dijo impasible.

—Quizá lo dejó porque no era lo suficiente para ella, en fin, hablaré con ella esta noche, no puedo dejarla tirada aquí, acaba de llegar de New York y se supone que era para estar conmigo —Dije exasperada.

De igual forma tienes que venir, tú y yo tenemos un trato, mi querida Ainsworth. Y te haré que firmes un contrato, debo tomar mis precauciones pero eso lo hablamos mañana.

Me saca de quicio cada que su voz grave se torna melosa, y odiosa.

—Está bien, hasta mañana.

Antes de colgar Zack me dio su domicilio, y su número de celular, ya que por donde me había llamado anteriormente era el de su casa. Estaba realmente preocupada por Becca, acaba de llegar de su largo viaje y dejarla sola simplemente me helaba la sangre. No planeaba dejarla así sin más. Algo tenía que hacer.
La puerta de entrada emitió un ligero crujir, y se escuchaba la voz de Becca llamándome. Giró el pomo de la puerta de mi habitación y asomó la cabeza, inspeccionó con la mirada y al clavarla en mí soltó un gran suspiro.

—Oh mi querida Krysten —Dijo mientras se colocaba una mano en el pecho—. Me tenías preocupada, saliste sin darme un aviso y como ayer te fuiste a dormir algo molesta me preocupé muchísimo. Fui a buscarte a la editorial, sé que es algo absurdo, sin embargo mis ideas se cerraron.

—Lamento haberme puesto así ayer, no era mi intención alzarte la voz, fue mi error. Cambiando de tema salí porque fui a buscar a Zack Andersson —Dije sin más mirando mis manos.

—¿Por qué razón lo buscarías? Debe estarte odiando por todo lo qué pasó, quizá querrá que le pagues de una vez, no deberías exponerte así.

Le relaté a Becca que había ido al hospital para disculparme con Zack y enterarme de su salud. Añadí también cual era el plan de Zack para pagar los daños ocasionados tanto en su persona como lo material.

—Quien lo diría, pensé que entre los planes de Zack estaba el hundirte, pero ya veo que estaba equivocada. Krysten, todo esto es aún peor que el pagar todo ese dinero, Zack sólo quiere jugar contigo eso queda bastante claro y hará de tu vida un verdadero infierno —Dijo mientras se sentaba en el borde de mi cama.

—Lo sé Becca, no tengo otra opción, hasta que no le pague todo ese dinero seré su marioneta y él me controlará a su antojo por medio de los hilos.

Becca puso los ojos en blanco y me dio unas palmaditas en el hombro.

—Será rápido, ya lo verás, te ayudaré a conseguir dinero; no voy a dejar que ese idiota te manipule y te haga sufrir, cuenta conmigo. Verás cómo saldremos adelante juntas.

Sus palabras me conmocionaron y sin darme cuenta lágrimas calientes galopaban mis ojos, era precioso contar con una amiga que estaría dispuesta ayudarte en una situación difícil, Becca era como una hermana para mi.

Filo Rosso Where stories live. Discover now