Capítulo 18: Un nuevo despertar.

1.7K 104 11
                                    

—Y-Yo...

—Fue un accidente Nataly ¿por qué la gente no lo entiende y comienza a señalar como si nada?, Si Krysten te mintió fue por la causa de no querer ser señalada, deberían dejarla en paz y aceptar que al menos Zack la perdonó y lo de ustedes no importa —Dijo Nathaniel alzando un poco la voz.

Lo miré con encanto. Era un chico precioso en su forma de ser, me defendía a todos costa y era mi ángel de la guarda.
Nataly se había quedado sin palabras, estaba dando golpecitos con el pie, trataba de dar otro ataque y no le quedaba nada bajo la manga.

—Tienes razón —Dijo el chico de cabello rizado que anteriormente acompañaba a Nataly—. Fue un accidente y la señorita no tendría porque soportar que la trataran así. Es justo que pague los daños, en eso estoy de acuerdo, pero no es necesaria aún más la presión que toda la gente le está dando, es mucho para ella —Los ojos verdosos del chico se posaron en los míos.

—G-Gracias a ambos —Murmuré tratando de no sonar débil.

—Tenemos que llevar la incapacidad, hasta luego —Dijo Nathaniel tomándome del brazo para ir camino a la oficina del gerente.

Todo estaba a mi favor. Sentí una punzada de felicidad y un rayo de esperanza al ver que dos chicos me habían defendido frente a Nataly. Ella estaba ha todo lo que da por clavarme sus uñas en la espalda, pero Nathaniel y el otro chico lograron impedírselo.
Yo misma estaba creando una tormenta en un vaso de agua, por lo que ahora todas mis tensiones se habían disipado en su mayoría.
Ahora ya no caminaba más con la cabeza gacha tenía la frente en alto y ahora estaba pagando por mis actos y estaba a la orden de Zack. Aunque eso mucha gente no lo sabía. Ahora la única que sospecharía sería Nataly, ya que le parecía algo extraño que yo viviera en su casa y que fuera su enfermera. Tenía que estar preparada para mi próximo encuentro con ella.

Seguimos caminando rumbo a la oficina del gerente, ya no tenía nervios y estaba con todos los ánimos del mundo.
Al llegar a la oficina del gerente, Nathaniel me pidió que esperara afuera. Yo accedí sin rechistar, ya que no me apetecía verle la cara. Aún recordaba como me había mirado el día del hospital, prefería evitar de nuevo sus miradas de desaprobación. Empecé a teclear el móvil y descubrí que tenía una llamada perdida de mis padres. Hace mucho que no escuchaba sus voces, ya necesitaba verlos, pero no sabía cuándo podría visitarlos con todo el trabajo encima.
Espero que un día Zack decida darme unos días libres, ya que su recuperación este en su totalidad.

Nathaniel salió de la oficina dándome una sonrisa. Me hizo un gesto para que saliéramos de una vez por todas de la agencia. A ninguno de los dos nos apetecía quedarnos mucho tiempo ahí.

—Me gustaría llevarte al parque de diversiones, ¿Qué dices? Hace mucho que no voy, y creo que nos hace falta a ambos para liberar las tensiones —Dijo Nathaniel mientras nos acercábamos al coche.

Su idea me pareció agradable, estaba segura de que ya era hora de liberar aquel estrés pegando gritos en la montaña rusa. Pero me preocupaba un poco que Zack se molestara por tomarme el día libre.

—Me encantaría pero creo que Zack podría molestarse si me tomo el día libre —dije con tristeza.

Nathaniel puso los ojos en blanco y comenzó a negar con la cabeza a la par de que ponía sus lindas manos sobre mis hombros.

—No te preocupes por Zack, yo me echaré la culpa por haberte raptado —contestó con una linda sonrisa en su cara.

Yo asentí tímidamente, eso era lo que necesitaba gritar en un parque de diversiones para sacar toda la tensión de los últimos días.

Subimos al coche y Nathaniel se puso en marcha camino al parque de diversiones. Se escuchaba el blues proveniente del automóvil. Era relajante y sin duda todas mis preocupaciones se habían esfumado. En ese momento, para mi no existía Zack Andersson. Ni sus trabajos.

Filo Rosso Where stories live. Discover now