Capitulo 10: Todo comienza.

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Después de Nathaniel se marchara comencé a preguntarme si Zack solo jugaría conmigo. Tenía que estar preparada para cualquier adversidad que se me presentase. Si realmente mi vida iba a ser un huracán debía encontrar el método adecuado para sobrevivir a ello. Tenía que demostrar que no soy una persona vulnerable aunque eso fuese una mentira, y tenga que esconder mi verdadera yo detrás de una máscara. Mi vida será un trance, sin embargo no me dejaré pisotear. No más.
Pero aún me intrigaba un poco Nathaniel, era el mejor amigo de Zack pero aún así no se midió por decir que era mala persona, eso me daba vueltas en la cabeza, ¿por qué hablar mal de quién es tu mejor amigo? Pensaba que yo nunca podría hablar mal de Becca porque la amaba al grado de ser mi hermana. Todo era tan confuso.

Luego de hacer varias labores domésticas, la noche había caído y la tormenta aún no ponía fin.
Me coloqué el pijama y decidí dormir temprano ya que no me apetecía seguir despierta y forzar a mi cabeza a colapsar de tantas dudas atascadas. Mi visión comenzó a borrarse y perdí la noción del tiempo.

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Zack Andersson se encontraba mirando a la ventana. Observaba como las gotas caían del aguacero. Su mirada estaba pérdida, no tenía mucho en qué pensar y decidía distraerse en el manto grisáceo semejante a sus ojos.
Había conocido hace unos días a una chica peculiar. Nada del otro mundo, él sabía que se trataba de la escritora de su libro favorito y lamentaba el hecho de ofenderla diciéndole que era pésima en su labor. Le costaba mucho decir lo que era la realidad, siempre había sido así desde aquel día. Se había convertido en un chico soberbio desde el día de la tragedia. Conforme pasaban los años su pasatiempo favorito era enamorar a las chicas, las llevaba a su casa y mantenía relaciones sexuales con ellas. Les prometía la luna, y cuando ella menos se lo esperaban las votaba a la calle como basura. Había ejecutado el mismo patrón cada que fuese necesario, porque le satisfacía, le hacía sentirse mejor, así se podía vengar de como a él lo habían votado a la basura muchas veces. Un patrón de comportamiento que estaba superando a través de su terapia, porque se había cansado de llevar esa vida. Zack lo único que deseaba era convertirse en una mejor persona pero era tan difícil cuando llevaba tantos años en la misma basura.

No estaba seguro de si quería hacer lo mismo con Krysten. Ella era una chica diferente, con muy pocas experiencias y se veía claramente como lo detestaba. Además que no quería volver a ilusionar a nadie y dejarla, solo así podía reflejar su inmadurez.
Su comportamiento con ella desde el principio nunca fue el mejor, eso estaba claro, se había comportado como un patán cada que tenía la oportunidad y ni él mismo sabía porque, quizá era el cinismo de aquella chica y que no se sometía tan fácilmente. Desde que la vio entrar a la sala de reuniones en la agencia tenía planeado que sería su próxima marioneta para desecharla como las demás, sin embargo las cosas se le torcieron bajo sus pensamientos creía que era hora de parar con aquella vida tan aburrida y superficial. Estaba seguro de que no sería difícil tratar de conquistarla pero sentía un poco de miedo, su yo interior le decía que no lo hiciese, había algo que no cuadraba, que le impedía jugar con Krysten como lo había hecho con todas las demás. Debía ser que el fondo Zack estaba cambiando por completo, que realmente estaba haciendo lo necesario para ser una mejor persona. A pesar de que Krysten es todo lo contrario a sus gustos empezaba a sentir una cierta atracción por ella, pero no iba a dejar que eso arruinara lo que llevaba haciendo desde que cambió su personalidad por completo. Krysten era simplemente una chica con la cual divertirse sin llegar a ser un patán aunque no iba a dejar que sus sentimientos estúpidos del pasado volvieran a colarse. Se prometió no volver a amar y lo conseguiría. Menos de alguien como ella.

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Sonaba la cuarta alarma, mis ojos se habían abierto de golpe. No sabía qué hora era y tenía un mal presentimiento. Salí de entre las sábanas y apagué mi móvil. Miré el reloj que estaba pendido en la pared. Eran las nueve menos cuarto.

Filo Rosso Where stories live. Discover now