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Taehyung quería hablar con Jungkook, lo necesitaba. Necesitaba saber qué pensaba él acerca de lo que mantenía intranquilo a su corazón, quería ver sus ojos, oír su voz, lo necesitaba totalmente.

Se llenó de valor y decidió que le mandaría una carta al príncipe Jungkook.

Al intentar escribirla se cuestionó; ¿qué diría? Habían tantas cosas por expresar, que las palabras sobraban pero a la vez se quedaban tan cortas.

Sentía la necesidad de resolver cada duda en persona, porque tenía la osadía de hacerlo, la valentía de mirarlo a los ojos y decirle que está cautivado por él y que lo desea tener con todas sus fuerzas, sin importarle las consecuencias que podría tener.

Eso quería y la carta eso pediría; verse.

Decidió citarlo en aquel lugar alejado de ambos reinos, donde nadie sabría que se ven, donde nadie los escucharía más que las viejas hojas de los arbustos que ya guardan muchos secretos.

Al decidirlo las letras comenzaron a fluir.

"Jeon Jungkook, he tenido el atrevimiento de escribir una carta porque necesito respuestas por lo de aquel día y seré claro, me gustaría verte.
Hoy al caer la noche, en el lugar secreto donde siempre coincidimos, si no llegas, creo que las cosas ya se han dicho.

Kim Taehyung."

Selló la carta, con el sello oficial del palacio blanco.

La carta por fin estaba lista, la cuestión era entregarla, no quería llevarla el mismo pues desconocía la situación y no quería un conflicto, tenía que ser entregada por algún mensajero.

No es cualquier cosa así que no podía ser entregada a manos de quien sea.

Taehyung pensaba, durante un par de minutos dió unas vueltas en su habitación, eligiendo al mejor candidato para la tarea.

Tocaron la puerta de sus aposentos y no respondió cuando aquella voz tras la puerta sonó nuevamente. —¿desea merendar?conocía esa voz, su confiable niñero Leeteuk.

Taehyung tuvo una gran idea.

Por el momento, en el castillo del norte.

Jungkook se encontraba en el jardín con Jisoo, estaban teniendo un día de campo, bajo los finos rayos de sol. La pareja compartía bocado entregándolo en los labios del otro y riendo mientras conversaban.

No habían vuelto a tocarse, como aquel día, solamente los besos no se habían detenido y su convivencia era respetuosa y dulce.

—príncipe, el día es bello ¿no lo cree?ella con buen humor, observando lo claro del azul del cielo.

—lo es, Jisoo.Jungkook tomó otro pastelillo y se lo dió a probar.

todo ésto es delicioso pero, se me antoja comer fresas.— Jisoo dulce.

Había un manjar delante de ellos y ese gusto de repente era inusual, pero Jungkook no le prestó mucha atención, llamó a una sirvienta con su mano y cuando se acercó le pidió traer las deseadas fresas para su favorita.

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