21 | Visita inesperada.

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Capítulo veintiuno

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Capítulo veintiuno.

   A distancia solo se podían ver dos siluetas correr a una velocidad asombrosa entre los árboles, dos seres con belleza extraordinaria y velocidad sin igual.
   Camila y Edward corrían lo más rápido que sus piernas les permitía sin juegos, sin risas, cada uno sumido en sus propios pensamientos, en estos momentos no les importaba si asustaban a algún animal que pasase por el bosque, no les importaba el aspecto que tenían, o que algún humano descubra su presencia, ni siquiera les importaba correr junto a su compañero, su único objetivo era llegar a la mansión.

   Camila sentía como el estrés, la ansiedad y el miedo consumía cada parte de su ser.
 
   Edward por su parte estaba unos metros alejado de ella, sumido en sus propios pensamientos, con la mirada perdida.
   Mentiría si dijera que Camila leía sus pensamientos, la vampiresa estaba tan concentrada intentando controlarse a ella misma, intentando lidiar con sus pensamientos y emociones como para escuchar los de su novio.

   Sus pies chocaban con tanta fuerza en la tierra que pensó que luego tendría que volver para ver para verificar que no haya dejado algún daño.
   Ese aroma no había hecho más alertar su interior, no sabía el motivo de su visita simplemente el estaba ahí, y tenía miedo.

   Frenan en seco frente a la mansión al verlo al pie de las escaleras, con su usual traje negro y camisa rojo.

Dolce Camila, finalmente sono fatto per vederla.

—Alec—Susurra completamente asombrada, dando un paso hacia el, ignorando las advertencias mentales del castaño.

   El vampiro se encontraba frente a ella, con una pequeña sonrisa en el rostro, que desaparece al ver a Edward posicionarse junto a ella a la defensiva, dando una mirada rapida a su familia , quienes los miraban desde la sala.

— Debo hablar contigo, en privado dolce Camila— responde sin apartar la vista de Edward.

— Ella no irá a ningún lado contigo.

— Creo que ella puede tomar sus propias decisiones, Cullen—regresa sus ojos rojos a ella—¿Por qué dañaría a mi hermosa creación?—Acaricia la suave mejilla de Camila.

   Las miradas desafiantes de ambos se multiplicaron ante ese contacto.
  Edward rechistando de enojo y celos tras verlo acariciar su mejilla como él suele hacerlo, intenta leer sus pensamientos, sin embargo el mismo dolor que siente cuando busca entrar a la mente de Camila se hace presente, voltea confundido al entender que había puesto el bloqueo.

—Hablaré con el—voltea hacia el con lentitud, entrelazando sus manos por unos segundos.

—Camila...—no le gustaba la idea.

— Estaré bien—Al verlo listo para protestar, se apresura a acariciar su mejilla—Confía en mi.

  Asiente aún sin estar seguro, algo estaba pasando frente a él.

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