Capítulo 1: Grace

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Mi día había comenzado siendo una mierda. Me había quedado dormida para la clase de historia de la literatura americana, que iba a ser la última clase antes de la gran prueba de mitad de semestre, y estaba nerviosa porque, aunque mi nota no había sido horrible en la primera prueba, tampoco había sido la mejor. Y al estar becada por completo en una de las grandes universidades de la Ivy League, necesitaba mantener mis notas altas.

Luego, a la hora del almuerzo, tuve que comer un maldito hot dog porque la cafetería de la universidad se había inundado por problemas con algo relacionado a las aguas subterráneas. Maldita sea la vida.

Y en las dos últimas clases que tenía por la tarde... el profesor se había enfermado y había tenido que irse a mitad de la clase porque no dejaba de ir al baño cada dos minutos. Pobre hombre. Que algún alma se apiade de su pobre estómago... y dignidad, porque estaba cien por ciento segura que mis compañeros de clases iban a divulgarlo como un mal por todo el campus. Probablemente se enterarían en California de su infortunio.

― ¿Crees que el señor Harrison vuelva a clases después de tal vergüenza? Fue al baño diez veces en menos de una hora, Grace. Las conté. – Miré a la que era mi amiga desde primer año en la universidad con una expresión de diversión.

―Eres mala. Pobre hombre, Jesús. No podrá vivir en su propia piel después de eso.

Faith se rio con ese tipo de risa contagiosa con la que tú no puedes evitar reír.


Avanzamos a medida que salíamos del edificio donde habíamos tenido la última clase, Faith imitando las expresiones de nuestros compañeros al ver que el profesor salía tantas veces del salón.

―Y entonces él solo... ¡Grace!

Muy tarde, yo ya estaba cruzando la calle, sin siquiera haberme fijado si venía algún auto o algo, solo crucé porque sabía que allí estaba el paso peatonal.

Mi mal día no había terminado, parecía.

El chirrido de las ruedas y el sonido de la bocina del auto gris hizo mi corazón latir desbocado, un grito saliendo de mi boca antes de que pudiese registrarlo. Mi cuerpo se congeló por completo, sin siquiera poder intentar salir corriendo del camino del auto.

Oh, Dios. Iba a morir si el auto no se detenía... Era tan joven para morir.

Pero solo estaba exagerando. El auto se detuvo a menos de un metro de distancia, pero no lo suficientemente cerca como para tener que temer por mi vida.


Comencé a sentir pánico cuando la puerta del conductor se abrió y del auto bajó un hombre vestido con un súper caro traje negro, que se notaba a kilómetros que era de diseñador.
Pero... madre santa. El tipo era todo masculinidad, su expresión furiosa ni siquiera lograba hacer que su rostro cincelado se viese mal en absoluto.

Ojos azules destellantes con ira me miraron.

― ¡¿Qué rayos te sucede, niña?! ¡Pude haberte matado! ¡Joder! – Parpadeé, sintiendo que mis ojos podrían salir de sus cuencas en cualquier segundo.

―Yo...

Comencé a balbucear, pero había un nudo en mi garganta. Faith llegó a mi lado rápidamente para asegurarse que me encontraba bien. Mis ojos escanearon la escena alrededor, y pude ver a gente de pie sin moverse para mirar curiosos la situación, pero comenzaban a alejarse al darse cuenta que no había sucedido nada en absoluto.

― ¿Grace? ¿Te encuentras bien? – Asentí con la cabeza, dándome cuenta que ya no estábamos solas. Una imponente figura se paró justo frente a nosotras.

― ¿Estás bien? – La voz ronca perteneciente al hombre del auto me sacó de mi breve estupor. Alcé la cabeza para mirarlo porque, madre santa, el tipo era altísimo. – Joder, debes mirar la calle si vienen autos, ¿tu mamá no te lo enseñó? – La molestia destilaba de sus palabras.
Me enfurecí, porque no era totalmente mi culpa.

― ¿Tu mamá no te enseñó modales, acaso? – Su mandíbula cincelada se endureció en una mueca que se me antojó dolorosa.

― ¿Vas a vivir? Porque si es así, debo irme. – Preguntó en cambio, ignorando el sarcasmo, su rostro transformándose en una máscara de frialdad.

― ¿Sabes? Con unas disculpas podrías haberte largado hace dos horas. – Espeté.

Él comenzó a mascullar para sí mismo de mal humor, y tras hacer un gesto con la mano para restarle importancia, se dio media vuelta con intenciones de subirse de vuelta al auto.

Enseñándole lo que es el Amor (Amor en Boston #1)Where stories live. Discover now