Capítulo 2: Matt

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A veces me preguntaba qué mal había hecho en mi vida para merecer este tipo de desastres. Porque no se le podía llamar de otra forma. Era un jodido desastre. Un desastre llamado Kayla. Maldito fuese si no había visto esto ya miles de veces antes. 

Inspiré y exhalé, tratando de tranquilizarme. No iba a perder la cabeza por algo tan común como esto. No otra vez.

Kayla y Oliver estaban sentados justo frente a mí, mirándome con sus rostros inexpresivos. Sabían lo que vendría a continuación, pero... O no les importaba en absoluto o ya estaban acostumbrados a recibir la misma mierda de mí.

― ¿Quién fue? – Pregunté con voz calmada y sosegada. Para nada parecido a cómo me sentía en realidad. – ¿Kayla? Sé que fuiste tú, pero tu hermano es demasiado bondadoso como para culparte. 

― ¿Qué te hace pensar que fui yo? En realidad, ¿qué te hace pensar que fuimos nosotros, hermanito? – Entrecerré los ojos, la aguda voz de Kayla no me daba buena espina. – Siempre nos culpan de todo en esa estúpida escuela, Matt. 


― ¿Oh? ¿Y por qué será? Ustedes dos son unos ángeles, ¿a qué no? – Oliver suspiró, cruzándose de brazos. – Ahora díganme, ¿de quién fue la idea de reventar un globo con harina sobre la maestra? 


Mentiría si no dijese que tuve que juntar todo mi autocontrol y rostro severo cuando la directora me mostró la foto de la maestra hace exactamente dos horas. Porque, maldita sea, esa mujer se había visto tan graciosa cubierta de harina. Su cabello castaño había estado blanco, y su ropa oscura... Oh, sí. Había tenido que morder el interior de mis mejillas y parecer furioso. 

― ¿Podemos detener esto ya? No fue Kayla. Fue esa chica, Camille, que tanto le gusta culpar a mi hermana. La maestra de inglés sigue culpándola de todo porque es la costumbre. Camille se dio cuenta de eso y ahora se aprovecha de la situación. Si me dejaras llevar la cámara o un celular podría grabarla, Matt. 

― ¿Camille? ¿La niña nueva? – Ambos asintieron, viéndose molestos. – Muy bien, hablaré con la directora del colegio y veremos qué dice. Hasta el momento están a salvo de mí. La directora, por otro lado, dijo que tendrían suspensión de tres días.

―Bien. – Dijeron ambos al mismo tiempo, no sin antes ver las muecas en sus bocas, levantándose de sus respectivas sillas frente a mi escritorio. Esos pares de ojos azules idénticos a los míos, brillaron con algo que no pude identificar.

―Oh, no. Casi lo olvidaba. ¿Qué está pasando con inglés? ¿También culparán a la maestra por eso?


Kayla lanzó un suspiro tan dramático, que no tuve más opción que reír.

―Muy bien. No estoy entendiendo lo que la maestra enseña. – Fruncí el ceño mientras veía a Oliver asentir en acuerdo con su gemela.

― ¿Por qué? ¿Es por su modo de enseñar o por lo que están viendo en clases? – Kayla hizo un mohín con su boca, su gemelo tenía una expresión idéntica. – Hablen conmigo, hermanitos.


―La maestra King no enseña bien, Matt. De hecho, es la única clase que estamos fallando. Porque primero dice algo y cuando creemos entender, ella dice que era todo lo contrario. – Oliver siempre hablaba en plural cuando se refería a él mismo, porque en su mente no concebía la idea de él y su hermana no siendo una misma mente.

―Bien. Estaré consiguiendo un profesor que les enseñe inglés, ¿están de acuerdo? – Ambos asintieron, sonrientes. Y pude vislumbrar agradecimiento en sus expresiones.

Ambos se retiraron de la oficina que tenía en casa.


Desde hacía años que me había puesto una oficina para trabajar en casa, no es que siempre trabajara allí, pero me hacía las cosas más fáciles. Me hacía más fácil cuidar a mis hermanos trabajando desde casa que de una oficina en un edificio a treinta minutos en auto.

Enseñándole lo que es el Amor (Amor en Boston #1)Where stories live. Discover now