El sol ya se estaba poniendo por el horizonte. El pequeño barco se movía con el balanceo de las olas. A Elisa le encantaba salir al mar en el yate de sus abuelos, y le gustaba más cuando se quedaban a dormir en él. La chica estaba entretenida, mientras comía las croquetas que había preparado su abuelo, viendo como los dos ancianos jugaban al ajedrez. Su abuelo movió el último peón que le quedaba sobre el tablero, estaba perdido, su abuela era una as jugando a aquel juego.
Elisa se acercó tranquilamente hacia la zona de babor del barco, cuando vio a algo que la sorprendió, un chico se encontraba en medio del mar no muy lejos de ellos, pero era imposible que estuviera allí, estaban en medio del océano. ¿Se habría caído de un barco? Pero hacía horas que no había visto ninguna otra nave cerca. Tampoco es que el chico hiciera nada por moverse del sitio donde se encontraba y acercarse a ellos para ponerse a salvo.
- Elisa
¿Había pronunciado su nombre? ¿Cómo sabía su nombre?
Sin más, el chico se giró y se sumergió en las profundidades del océano, detrás de él le siguió una enorme cola de pez.
