XII. El sucio secreto de Cielo.

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El sucio secreto de Cielo.

No hay persona en esta tierra que no tenga un secreto enterrado en lo más profundo de su alma, uno grande que saben que al dejarlo salir de su escondite causaría daño a las personas o seria su fin.

Pero a puesto mi vida, que no vale nada, por cierto; que nadie tiene un secreto tan sucio como el de Cielo Ryder.

Ay, mi bella Cielo, ella sí que me sorprendió y decepcionó tanto.

Después de aquella noche en la que se supo que ella había sido la asesina de Sebastián Gómez, Míriam lloró tanto y con rabia se abalanzó sobre Cielo, hubo una pelea esa noche, una pelea que no duró tanto en cuanto Alberto me llamó para ayudarlo a detenerlas.

Yo tomé a Míriam del suelo y la sostuve con mis brazos, Alberto tomó a su hija y le susurró algo al oído que la tranquilizó, la chica limpió su vestido y se fue de allí.

Míriam Villaseñor por otro lado, se dejó caer en mis brazos y lloró en mi hombro hasta que se quedó dormida. Pobre mujer, había caído en una casa de locos a causa de su ambición a algo tan vano como lo es el dinero. No me voy a poner a explicarles porqué el dinero es tan vano, porque ahí tienen el ejemplo de Míriam, quien había traicionado a su mejor amiga y le había quitado el marido, por ambición ¿y cómo le resultó?

Muchas lágrimas y una locura de la que jamás podrá recuperarse.

Pobre Míriam y su ambición.

Así que sí, dejé que la mujer se desahogara en mi hombro, la recosté en el sucio sillón grande de crema de la sala de estar y me puse a reparar el ventanal.
Una vez hecho mi trabajo, me dirigí a comer.

Mi madre, Amanda, estaba callada al igual que Temo Narit, quien estaba allí comiendo junto a mí.

—¿Te esperabas eso? —fue lo que me preguntó Temo, mientras llevaba un trozo de carne a su boca.

Negué. Porque ciertamente, jamás pensé que Cielo pudiese llegar a cometer un crimen.

Tan inocente.

—No lo vi venir —dije con honestidad—, aunque llegué a sospechar de ella —recordé, miré a Temo y decidí sincerarme con él—... Y también de ti.

Su mirada azabache me escrutó. Y me sentí cohibido.

—¿De mí? —su sorpresa era notable, bufó— ¿En serio, Mateo? ¿Amanda, esta escuchando lo que su hijo dice?

Mi madre me miro y negó con la cabeza, para seguir en sus quehaceres.

—No me culpes, Temo, tú tienes el corazón roto porque igual caíste en las redes de Cielo, y cuando descubriste su perverso juego con Sebastián aquella noche —le recordé aquella noche en la que ambos miramos a Cielo en acción con el difunto Sebastián— pude ver el odio que le tomaste al chico.

Temo rodó los ojos y bebió de su jugo para después decir:

—La sangre de Sebastián, no es la que mis manos desean, Mateo.

Y con eso Temo Narit, se levantó del pequeño comedor de la cocina y salió.
Miré a mi madre compartiendo una mirada.

—Qué cosas dice ese muchacho —dijo mi madre—. Ahora vengo, iré a dejarle la comida al viejo José.

—¿Y él cómo está?

Pregunté, porque tenía una espina en mi cabeza respecto a él y sus gritos con el nombre de mi padre. Tenía que sacarme esa espina cuanto antes, porque sino explotaría mucho antes.

—A los ojos de Alberto y Clemens, igual, a mis ojos, muchísimo mejor, pero tú shh —hizo énfasis con su dedo en sus labios.

Asentí y terminé de comer.

La noche cayó, y el sucio secreto de Cielo solo estaba esperando la hora para que fuese descubierto.

Como por obra divina y para mal de Cielo y su secreto, esa noche Clemens José Ryder tercero, llegó de visita y no se halló con nadie en la sala de la mansión, solo con la muy demacrada Míriam Villaseñor durmiendo en el sillón grande color crema que adornaba la sala de estar.

Míriam se despertó por el sonido de la puerta al cerrarse.

—Maldita asesina —dijo la mujer adormilada y aún dolida.

—¿Quién?

Míriam se puso rígida al escuchar la voz de Clemens.

—Oh, comandante —canturreo y se levantó del sillón para darle un abrazo al comandante Clemens.

Clemens tercero arrugó la nariz y apartó con delicadeza a Míriam, la mujer llevaba días sin bañarse y ebria, era un basurero andante.
Y había otra razón por la cual Clemens tercero la apartó, era de saberse en el pueblo que el hijo mayor de viejo señor Ryder que vivía en la casona beige cruzando el puente, era gay.

Aunque Clemens tercero aparentaba, las personas en el pueblo sabían de sus encuentros clandestinos con hombres.

En fin.

Clemens observó a la mujer con repugnancia y lástima.

—¿Dónde se encuentra mi hermano, mi padre y mi sobrina?

Míriam furiosa respondió:

—Tú hermano seguro en la habitación, tú padre en la suya y tu asesina sobrina ¡no lo sé! —vociferó dolida y después añadió: — quizá anda mantando a alguien más.

Clemens endureció sus facciones y tomó del brazo a Míriam haciendo presión causando que la mujer arrugar a su frente aguantando el dolor.

—¿Qué has dicho?

—Eso que escuchaste, que tú sobrina es una vil asesina —sollozo, los ojos se le aguaron y comenzó a derramar una vez más lágrimas—, ella fue quién le quitó la vida a mi pobre y... Amado hermano...

Clemens miró con horror a Míriam, la soltó con brusquedad y corrió escaleras arriba para averiguar si lo que las palabras de la mujer eran ciertas.

En segundos el sucio secreto de Cielo, sería descubierto.

Al momento que Clemens llegó a la parte alta, y camino por el pasillo a tocar la puerta de su hermano, escuchó gemidos en la habitación de su sobrina.

Contrajo su rostro y con sumo cuidado siendo silencioso abrió la puerta de la habitación de Cielo Ryder, para llevarse con la sucia sorpresa de verla fornicando.

Lo peor no era que fornicara, lo peor y más repugnante era verla fornicar con su hermano, su padre.

El sucio secreto de Cielo, siempre había sido que era la amante de Alberto Ryder, su propio padre, señores.

Sí lo de Míriam y Sebastián era espantoso... Lo de Cielo y Alberto, no tenía nombre.

Clemens tercero vómito esa noche frente a la puerta de su sobrina.

Y yo quedé más decepcionado de la chica que cuando me rompió el corazón.

Cielo Ryder tenía quince años, señores, pero era la perversión en carne y hueso. Su belleza era peligrosa y cuidado en caer en sus redes, porque terminarías con el corazón roto... O muerto como Sebastián.

La noche que Cielo murió [COMPLETA] #WATTYS2019Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum