XV. La noche que Cielo murió.

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La noche que Cielo murió.

Antes de comenzar a relatarles la noche de aquella trágica tragedia, quiero darles mi nombre completo; soy Mateo Tiran Salth, hijo de una sirvienta y de un hombre no reconocido que fue asesinado. Tengo 18 años, aunque Amanda siempre dijo que no aparentaba mi edad, que tenía más un rostro de niño inocente.

En fin.

Quiero decirles que me duele y me quema no haber podido salvar la vida de Cielo Ryder, la chica de bellos ojos azules y sonrisa encantadora que murió a manos de un chico perdido de la cabeza.

Aquí les va.

Eran pasadas las ocho de la noche, yo me hallaba sentado en la cocina bebiendo una taza de té para calmar mis nervios, por todos los acontecimientos pasados, me sentía... en realidad no sabía cómo me sentía. Mi madre, Amanda, estaba sentada frente a mí, bebiendo el mismo té que yo le había preparado, como solía hacérselo siempre.

El viejo José estaba en las mazmorras junto con Temo, según me informó mi madre.

—¿Sabías esto? —le cuestioné, ella despegó sus labios de la taza y me miró a los ojos para después asentir— ¿Por qué no me dijiste nada? Él era mi padre —le reproché dolido.

—¿Y qué ibas a hacer? —inquirió, guardé silencio— exacto, no ibas a hacer nada, porque eres igual de miedoso que el bastardo de Alberto. Huiste Mateo, huiste cuando debiste quedarte a cobrar venganza, tal y como Temo lo hizo, ese chico que recién llegó y ayudó a cobrar la venganza de la muerte de tú padre ¡deberías de aprender de él!

—¡Yo no soy un asesino! —le grité.

Porque realmente era así, yo no era ni soy un asesino. Yo perdoné todo lo que durante mi infancia me hicieron los Ryder, perdoné a Cielo Ryder cuando mató a mi caballo, le perdoné que me haya tomado como su burro y me golpeará las veces que se le dieron la gana, le perdoné el hecho de que me hizo recoger sus joyas del fango, le perdoné cuando rompió mi corazón y humilló frente a Sebastián las veces que quiso. Incluso, la perdoné a ella, a Amanda, mi madre; le perdoné las muchas veces que me gritó diciendo que era un inútil y las veces que me golpeó, le perdoné el hecho de que no me haya defendido cuando Clemens tercero abusó de mí, le perdoné las muchas veces que me encerró en su habitación para que así ella pudiera fornicar con los demás empleados, le perdoné todo, absolutamente todo.

Pero Temo no.

Esa noche, mi madre se desplomó en el suelo, después de beber su té.

Temo entró por la puerta y me llevó arrastras hasta encerrarme en la bodega donde almacenaban las frutas, atascó la puerta y lo escuché decir que iba a cobrarse todas las que Cielo Ryder le hizo.

Esa noche grité como un loco, mientras golpeaba la puerta con fuerza tratando de salir de allí y ayudar a Cielo Ryder, quién gritaba, el eco de su voz llena de miedo se oía resonar por toda la mansión.

Escuché a Temo silbar aquella canción cuando cruzó el puente hasta llegar a las tierras de los Ryder, ese día que yo le di acceso.

Esta vez no solo la silbaba, también la cantaba:

Cielo, cielo, ¿dónde estás? Quiero verte suplicar, de rodillas ante mí, tiritando sin parar. Cielo, Cielo, ¿dónde estás? Aunque huyas no podrás gritar por ayuda de alguien más, y el que venga morirá... Cielo, Cielo, deja ya, de correr... es inútil pues verás, esta noche morirás...

Cerré mis ojos y tapé mis oídos cuando el primer grito de Cielo Ryder escapó de sus labios, para después escuchar un golpe sordo.

—Te libraste —gritó Temo con burla. Escuché como despegó de la pared algo, y supe inmediatamente que estaba usando un hacha.

Debía salir de ahí, e ir auxiliar a Cielo. Tenía que parar a Temo Narit y su furia, su rencor y sed de venganza.

Empujé con fuerza la puerta, repetidas veces para hacer que las bisagras comenzarán a chillar para zafarse minutos después. Al momento de salir, miré para ambos lados de la cocina, corrí por el pasillo y miré todo el desorden que había en la sala, las marcas de hachazos y sangre.

En ese momento que vi la sangre, las veces que limpié los pisos bañados de carmesí vinieron a mi mente, me quedé largos segundos mirando la sangre que allí había. El gritó que Cielo pegó me hizo reaccionar, corrí escaleras arriba y me sobé en un charco de sangre al llegar a la parte alta, mi ropa blanca se llenó de sangre, al igual que mis manos, me levanté de inmediato y corrí el largo pasillo hasta la habitación de Cielo, mi respiración estaba frenética, mi corazón latía con gran fuerza que sentía que se saldría por mi garganta.

Mientras corría por el pasillo, miré las paredes de allí, estaban arañadas y había sangre el suelo estaba igual.

Se me hizo eterno llegar hasta el cuarto de Cielo, y cuando abrí la puerta el aire frío que entraba por la ventana me llenó por completo, la habitación estaba hecha un desastre, manchones de sangre en las sábanas blancas, marcas de hachazos en el suelo y en las paredes, y Cielo Ryder...

Cielo Ryder yacía con la mitad de su cuerpo fuera de la ventana, su bonito vestido de flores con el que vestía aquella tarde en la que Temo Narit surgió, estaba desgarrado y lleno de sangre. A sus blancas piernas le escurría sangre, los dedos de sus manos estaban desechos a causa de sus intentos fallidos de salvarse.

Me acerqué con terror hasta la ventana de la habitación principal en la que Cielo Ryder habitaba; llevé una mano a mi boca al ver su rostro desfigurado a causa de un enorme corte que partía en dos su cráneo, sus lindos ojos azules estaban abiertos, apagados, muertos...

Su sangre escurría y caía en grandes gotas hasta pintar de color carmesí el verde y espeso pasto que cubría el patio de enfrente de la mansión color beige que estaba cruzando el puente.

—¡La mataste! —le grité a Temo Narit viéndolo.

Su sonrisa dibujada en su rostro lleno de sangre fue lo único que obtuve en respuesta de mi reflejo en el espejo antes de yo darle un puñetazo y hacer añicos la imagen del asesino de Cielo Ryder.

Eso fue lo que sucedió; La noche que Cielo murió.

FIN.

La noche que Cielo murió [COMPLETA] #WATTYS2019Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt