Prólogo

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Mi memoria no es la mejor, nunca lo fue pero nunca olvidaré el día en que todo esto inició. Tenía doce años, estaba en casa de mi padre sola con él practicando lo que todo padre debería enseñarle a sus hijos, o eso me solía decir él, clases de defensa personal. Se que dirán, claro que es mentira, ninguna niña de doce años puede defenderse de alguien grande y déjenme decirles que es cierto, una niña no puede defenderse pero en cuanto uno crece y sus músculos ya tienen la memoria, hacen cosas que no sabían que podrían hacer. Y gracias a mi cruel padre que solía trabajar para el gobierno aprendí a sobrevivir, al inicio sin éxito pero ahora... deberían verme

Bueno, como les contaba. Estaba entrenando con mi padre en mi habitación cuando los gritos de la calle comenzaron a sonar, escuchamos como la puerta comenzaba a sonar con varios golpes encima y luego como se rompía. Mi padre salió de mi cuarto a ver que sucedía y lo seguí por detrás, nos encontramos con tres hombres que gemían vocales, tenían los ojos blancos, piel pálida y sangre por toda la ropa. No les daré muchos detalles al respecto porque sería una larga historia pero les diré que no respondieron a las preguntas de mi padre y tampoco morían fácilmente, solamente con un golpe a la cabeza que matara sus cerebros. Eso lo descubrí en cuanto mi padre le tiró mi mochila de ruedas a uno mientras subían por las escaleras, le dio en la cabeza, cayó por las escaleras y ese no se volvió a levantar. Pero mi padre no vivió para contar la historia que les cuento, y fue un terrible padre pero me salvó

Él no fue mordido por uno de esos hombres, no sabíamos a donde ir ni que hacer cuando toda la ciudad estalló en caos. Inmediatamente mi padre pensó en sus amigos de familia y fuimos corriendo a su hogar. Cuando logramos llegar sanos y a salvos, solo esperaba ver a mi amiga de la infancia, descubrimos que los amigos de mi padre estaban de viaje y la hija de familia estaba a cargo de una niñera. Abracé con todas mis fuerzas al descubrir que Clementine estaba bien y que no había sido atacada por esos hombres raros. El primer día mi padre nos ordenó que nos ocultáramos en la casa del árbol y nos comunicáramos por los walkies talkies que en el pasado mi padre le había regalado a Clementine por si queríamos algo, horas después escuchamos los mismos gemidos en la casa y nos quedamos ocultas

DOS NOCHES DESPUÉS

- Mi papá no contesta - dije soltando el walkie talkie - Ya pasaron dos noches y nuestra comida esta por terminarse

- Tampoco Sandra - dijo la pequeña morocha - algo debió pasarles

- ¿Y si vamos a ver? - pregunté viendo el patio por la ventana 

- No - contestó alterada - y si lo que les haya pasado sigue ahí ¿no lo pensaste?

- Tienes razón - dije ocultándome de la ventana

- Tal ves deberíamos intentar llamar a tu papá otra vez - dijo para después tomar el walkie talkie y pasármelo

- ¿Papi? - pregunté por el artefacto con miedo

- ¿Hola? - contestó otra voz. Ambas nos acercamos con mucho cuidado a la ventana e intentamos ver la casa. Clem tomó el artefacto 

- Necesitas estar callado - dijo mi amiga

- ¿Quien es? - preguntó nuevamente

- Soy Clementine, esta es mi casa - contestó - estoy con mi amiga Elora

- Hola Clementine y Elora, soy Lee - contestó. Tomé el walkie talkie 

- No eres mi papi - dije

- No, no lo soy. ¿Cuantos años tienen?

- Ocho - contestó Clem 

- Yo doce - dije

Unidos En El ApocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora