Capítulo 1 - Tranquila

1.3K 46 7
                                    

Era un día cualquiera, o eso parecía. Mi alarma sonaba a las 7 de la mañana para ir a la universidad, por fin era viernes. Aparté las sábanas blancas de mi cama y muy a mi pesar salí de ella. Me mire al espejo vi lo horrible que soy y me puse medianamente decente, bajé a la cocina desayuné algo rápido y me fui en el coche.

Me llamo María, tengo 18 años y nací en Sevilla, España. A la edad de cinco años me mudé a Miami con mis abuelos debido a que mis padres murieron en un accidente de tráfico del cual solo yo sobreviví, eso me destruyó. A los 16 años comencé a vivir sola, pues mis abuelo son ya muy mayores para cuidar de mi, solo permito que me mantengan mientras termino la universidad. En el amor me va de pena, pero tampoco me interesa que me vaya bien, soy una chica de ojos marrones, con el pelo marrón con tonos rubios y delgada, odio mi cuerpo.

Mi móvil se ilumina con mil mensajes de Cris, Cristina, mi mejor amiga, una chica rubia de estatura media de la cual a penas llegué a Miami y la conocí, se convirtió en mi mejor amiga.

Llegué al campus, y estacioné mi auto en el primer aparcamiento que encontré, cogí mis libros y mi bolsa y salí de él hacia el edificio por el cuál me torturan durante más de seis horas, todo sea por sacarme mi carrera y depender de mí misma. Al entrar lo primero que vi fue el quinteto de subnormales a los cuales considero mejores amigos.

Christopher Vélez, un ecuatoriano de diecinueve Años que ha repetido curso solo para poder terminar la universidad con su novia Gisela, la que es una de mis mejores amigas y también hermano de una de ellas, Karima. Y sin comprender cómo, también es mi mejor amigo.

Joel Pimentel, un mexicano que trae locas a todas las chicas de la universidad pero solo tiene ojos para una chica en concreto, su novia. Tiene una hermana llamada Sheila que también es una de mis mejores amigas.

Richard Camacho, el hombre más sexy del mundo es amigo mío y lo digo con orgullo, Dominicano de 19 años que repitió curso por tener una hija aunque no fuera con su novia Nerea.

Zabdiel de Jesús, puertorriqueño de dieciocho años el cual se la pasa haciendo bromas con Chris cuando no está intercambiado microbios con su novia Andrea.

Y por último Erick Brian Colón, Cubano de dieciocho años de ojos verdes y lo más importante el hermano  de mi mejor amiga aunque no se parecen en nada.

— ¿llegará el día en que dejéis de ser subnormales? — dije rodando mis ojos, era señal de que me daba vergüenza ser amiga de ellos.

— Alguien se levantó con el pie izquierdo — cuchicheó Zabdiel.

— Pues como todos los días — dice Christopher acercándose a mi.

— Christopher, me voy para no reventarte la cara — le echo una sonrisa falsa y me fijo en el chico que está sentado en el banco de ojos verdes que se muerde el labio inferior mientras me mira, trago saliva y me voy hacia mi casillero.

—¡BUUUUUUUUH! — dicen dos chicas tras mí, me giro y veo a Cris con Andrea.

— ¿a qué vienen estos sustos mañaneros? — les digo.

— Vendrás a la fiesta en la casa de Zabdiel esta noche quieras o no. — suelta la dicha novia del puertorriqueño que organiza la fiesta.

— pero si ya os dije que sí pesadas — cierro el casillero y devuelvo mi atención a ellas otra vez.

— ya, pero como cambias más de opinión que de bragas pues venimos a decirte que de eso nada...

— ¡Cristina!

— ¿acaso miento? — la campana de inicio de clases sonó.

— Salvada por la campana Valder. — digo andando hacia la clase que me tocaba. A decir verdad el viernes no se me hizo tan eterno como pensaría que se me haría.

Cuando la hora de la dichosa fiesta en casa de Zabdiel se acercaba me comencé a preparar, en realidad necesitaba ir a esa fiesta, tomar algo y despejarme un poco.

Opté por unos vaqueros rasgados con un cinturón negro, una camiseta ajustada de tirantes roja, y mi chaqueta de cuero, mi pelo iba como siempre liso.

Zabdiel vivía en la otra punta de Miami así que debí apurarme si quería llegar a tiempo sin que Cris me acosara, llegué a la mansión de Zabdiel y al entrar la fiesta había comenzado como siempre soy la última en llegar a todo a la vida.

— ¡bebe bebe bebe! — decía Joel a Erick que estaba bebiéndose de un solo trago el líquido que seguro era alcohol de su vaso. Erick que ya no puede más deja de beber y se estremece.

— Buah, está asqueroso — dice el ojiverde con cara de asco.

— cualquier día le da un coma etílico al chaval — digo tras ellos.

— ¡MARÍA MENOS MAL! te estábamos esperando — dice el mexicano saludándome mientras Erick solo me mira de pies a cabeza.

— Te luces espectacular — dice con un tono de voz, más, más íntimo por así decirlo.

— eeeemmm gracias Erick. — no sabía que decir, cuando Erick te mira así es muy difícil articular algún tipo de frase.

— ¡Venga vamos a jugar a verdad o atrevimiento! — dice Chris en la sala a la cual yo camino y me siento en el sofá al lado de Nerea. Sheila gira la botella y esta se para en Richard.

— Atrevimiento — dice el morenazo valiente.

— te reto a que te quites la camiseta — dice Shei y Richard obedece.

— Cuidado con las babas bitches que es mío— dice Nerea riendo.

Richard gira la botella y está se para en Zabdiel.

— Verdad — dice.

— ¿Es verdad que una vez lo hiciste sin protección y tuvieron un susto? — suelta Richi sin más.

— es verdad. — reconoce Zabdiel.

Zabdiel gira la botella y está se para en mi justo cuando Vane derrama su bebida sobre mi camiseta.

— Buena esa, Vanesa.

— Esta ya va pedo — dice Erick.

— voy lavarla — subo al piso de arriba y cuando entro al baño me quito la camiseta le echo un poco de jabón y froto en la mancha para que se vaya. La puerta del baño se abre y rápidamente me tapo con la camiseta mojada aunque no sirve de nada. — Joder Erick, ¿no sabes llamar?

— Pues si, pero no me apetecía — ríe. — ¿jugamos tú y yo a verdad o atrevimiento?

Pero bueno, este hombre iba a saco, y yo no me pensaba acobardar.

— ¿Solo de dos?

— si no te atreves a responder o a hacer el reto, hay que quitarse una prenda. — asiento con la cabeza.

— Verdad — digo, mientras su mirada se clava en la mía.

— ¿te pongo nerviosa? — dice cerca mía.

— bastante — susurro cerca.

— Verdad yo también — tenía la pregunta perfecta.

— ¿te gusta ponerme nerviosa? — sonrio de lado.

— Uuuf — levanta el cuello de Su camiseta y se la quita.

— Atrevimiento — digo sin más, Erick de acerca a mí y me pega contra la pared para capturar mis labios entre los suyos y morder el inferior mío...

— ¿hay alguien en tu casa? — dice con la respiración agitada y las mejillas realmente rojas.

— Erick llevo desde los dieciséis viviendo sola — él vuelve a sonreír, Dios que sonrisa tan perfecta.

— perfecto, despídete, nos vamos a terminar lo que hemos empezado — dice y sale del baño, guiñándome un ojo.

El Que Se Enamora Pierde - Erick Brian Colón Where stories live. Discover now