Capítulo 12 - Hoy Tengo Ganas De Ti

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Punto de vista de Erick.

Había pasado una semana desde mi accidente y ya me había recuperado totalmente, ya estaba haciendo vida normal, ir a clase; estar con mis amigos, pasar más tiempo en la calle que en casa. En este momento me encontraba festejando el cumpleaños de Conchi. Le habíamos organizado una súper fiesta sorpresa, bueno más bien Joel había organizado.

Y ahí estaba yo apoyado en la barra de la cocina Con mi vaso rojo lleno de vodka azul mezclado con gaseosa, replanteándome si aceptar de una vez todo lo que siento o seguir negándolo para seguir haciéndome el chico el duro que todos conocen pero que en realidad estaba harto de mostrar. María era la única que a pesar de haber tenido una relación basada en el sexo, había conocido mi lado tierno, con ella todo era diferente. Era mirarla y quererla abrazar eternamente, su sonrisa era mi debilidad y el contacto de su piel con el mío me encantaba. No había duda, me tocaba admitirlo. Estoy enamorado.

Soy yo quien ha perdido el juego, aunque ya qué más importa, ya el juego no está.

Por la cocina aparece Brandon, sigo sin comprender que hace aquí y por qué ocupa un lugar que debería ocupar yo.

Lleva dos vasos en la mano, supongo que uno será para María, sirve ron en los dos y en uno disuelve una pastilla, las alarmas me saltan y algo me dice que esa bebida era la de María.

— ¿Qué le has echado? — me pongo frente a él para no dejarlo salir.

— un tranquilizante está muy alterada. — la furia empieza a recorrerme por todo el cuerpo. — los que lleva encima no surgen efecto y al parecer no quiere meterse en la cama con otro que no seas tú. — cierro la mano en puño y le doy en la cara, después seguí golpeándole. La quería drogar para aprovecharse de ella.

— Para Erick, para. — dijo Chris apartándome de Brandon e Isa se agachó a verlo.

—¡La estaba drogando! — grité — ¡La estaba drogando para acostarse con ella!

— Lamentó mucho decirte que está drogada igualmente. — aparté a Richard de un empujón y salí corriendo hacia la sala a buscarla, encontré a Conchi Y Joel.

—¿Donde está? — le digo.

— No lo sé no la he visto. — dice la chica y ni siquiera la dejo terminar cuando corro escaleras arriba y entonces la vi, sentada en el suelo con su vestido negro rajado y su hermoso pelo castaño rubio en su cara, no soy consciente de toda la furia que sentí en el cuerpo, me acerqué despacio a ella para ayudarla, me agaché a su lado y acaricié su mejilla.

— María mi amor — le hablé suave y ella me miró, el brillo de sus ojos que tanto me gustaban ahora ya no estaban. Tras esto juro que mataré a Brandon.

— ¿Erick? — su voz entrecortada hace que la furia que siento aumente cada vez más y más.

— Sí cariño, estoy aquí — aparté su pelo de la cara.

— sácame de aquí por favor. — Rodeo sus brazos en mi cuello y la llevo en brazos escaleras abajo mientras siento su respiración en mi cuello y la atención de todos los presentes se centraba en mí y en la chica que tenía inconsciente en mis brazos.

Me acerco a nuestra gente los de confianza, los de verdad el resto sólo estaban por puro postureo. Los ojos de todos se cristalizaban al ver a la alegría del grupo inconsciente y en ese estado por culpa de un hijo de puta.

— La llevaré a casa — les dije y me dirigí hacia la puerta.

— Erick — escucho la voz de Andrea y me giro a ella — por favor no la dejes sola.

— Quédate con ella, yo hablo con mamá— sigue mi hermana y yo salgo de la casa para montarla en el lado del copiloto y yo en del piloto. Llegamos a su casa tuve que buscar en su bolso las llaves y la llevé a su habitación, la dejé sobre su cama aquella que conocía tan bien y en las que había pasado bastantes noches. Acaricie su pelo y ella abrió los ojos.

— Lo siento — me mira y me sonríe, cuando sonríe el mundo sobra.

— no importa.

— ¿estás mejor? — Ella se reincorporó en la cama y se fue acercando a mí hasta atrapar sus labios con los míos, sus manos se enredan en mi pelo y los chasquidos de nuestros besos es lo único que se podía escuchar. Sus caricias fueron bajando hacia mi pecho para desabrochar los botones de mi camisa mi respiración era más pesada y nuestras frentes estaban unidas. Y ahí estaba sus maravillosos ojos cafés y su respiración agitada, y su boca entre abierta rogándome que le bese. No hay duda ella es la mujer de mi vida.

— ¿Qué voy a hacer contigo Erick? — me mira a los labios y parece que está examinando cada milímetro.

— Lo que quieras. — le sonrío— soy tuyo. — unió nuestros labios en un beso Rudo voraz y rápido y se separó no sin antes morderme el labio inferior provocándome que gima al saborear el ligero sabor a menta.

— Repitamos una noche de las nuestras — termina de sacar mi camisa. — por favor.

— No creo que sea el mejor momento.

— Por favor — sus ojos están fijamente clavados en los míos — Eres el único con el que quiero esto.

Subo su vestido hasta pasarlo por encima de su cabeza y me pongo encima de ella desabrochando su sostén. Me levanto para quitar mis pantalones y después vuelvo a continuar con ella, quito su parte de abajo y sale separo las piernas y la acaricio mientras ella suelta un gemido y agarra el cabecero de la cama mientras arquea la espalda, sin quitar la mano de ahí voy dejando un camino de besos por todo el cuerpo hasta llegar a su boca. Seguro que mañana no recordará esto.

— Erick— me dice con la voz cortada — por favor...

Atendiendo a sus súplicas cojo el preservativo de la mesilla de noche y lo coloco, entro poco a poco y se aferra a mis brazos a la vez que gime, mis manos viajan a su muslo y le acarició mientras le doy besos en el cuello y vuelve a gemir pero esta vez gime mi nombre, gruño cuando siento sus piernas rodeándome para sentirme más cerca, había extrañado estar así con ella. No hay palabras para describir el placer que sentía.

—¡Erick! — grita cuando las embestidas se hacen más rápidas y fuertes. Me sorprende porque a la vez mueve las caderas a la misma vez que yo. Agarro sus manos y hundo la cara en el cuello mientras sigue gimiendo, me muerde el cuello y ahora quien gime soy yo.

Levanto la cabeza y la miro a los ojos, siento una extraña conexión y joder, puedo jurar que me sentía en paz.

— María— susurro en sus labios. — te quiero.

El Que Se Enamora Pierde - Erick Brian Colón Where stories live. Discover now