Capitulo 21 - Ahora Lloras Tu

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Punto de vista de Erick

Ahora estoy como un alma en pena que no sale de casa en días o no entra en ella durante días. Salgo a tomar, a olvidar y tratar de tener sexo para no recordar. Pero lo único que hago es torturarme más, no he podido volver a verla desde ese día hace ya una semana, no soporto la idea de que me mire con despreció o mejor dicho no soporto la idea de que me odie.

— ¡Levantate ya! — dice mi hermana abriéndome las persianas de mi habitación dejando entrar toda la claridad del día.

— ¡Déjame Cristina! — replico hundiendo mi cara en mi almohada.

— No puedes estar así Erick.

— ¿Quien dijo eso? — me reincorporo y la veo sentándose a mi lado en la cama. — Nadie me prohíbe dormir, o no poder ni con mi alma.

— Erick, sales todas las noches, llegas a las ocho de la mañana; conduces borracho y encima duermes durante el día. — me mira a los ojos y yo agacho la mirada, esta en mi lugar, esta ocupando el lugar de hermana mayor siendo la menor de los tres. — Nos tienes a mamá, Yanelis y a mí preocupadas. Necesitamos el Erick risueño de vuelta.

— Ese no volverá Cris.

— ¿Por que?

— ¡PORQUE LA HE PERDIDO! — me llevo las manos a la cara. — porque sino hubiera tomado aquella noche hubiera sabido que no era Ella.

— Háblale.

— ¡no lo entiendes Cris! — le grito — ¡Me odia! Y tú mejor que nadie lo sabes. No querrá escucharme.

— Así lo único que le estás demostrando es que sí hacías lo que parecía y que te da igual. — me dice poniendo su mano en mi hombro.

— Me da igual. Aunque le explique no me creerá. — ella suspira. — Vete por favor y déjame solo.

Cris me mira y se aleja cerrando la puerta tras ella dejándome solo en mí habitación.

Punto de vista de María.

Me había animado más esta última semana, ya no pensaba en él, o mejor dicho ya no quería pensar en él. Me rodeaba de la buena onda de Sebas que estuvo en todo momento conmigo y por supuesto mis maravillosas amigas y amigos.

El teléfono sonó y me extrañé ya que era un número privado, siempre me han dado mucho miedo estás cosas pero me gana la curiosidad, descuelgo y pongo el móvil en mi oreja.

— ¿bueno? — digo y solo escucho la respiración de la otra persona al otro lado de la línea. — ¿diga?.

— Lo siento. — el corazón se me acelera al escuchar su voz, su acento cubano a la vez que siento que me lleno de rabia y de tristeza. Suena roto, desolado y sin ganas de nada.

— Erick no quiero saber nada de ti. — amenazo con colgar pero no lo hago, quiero que me diga lo típico de "déjame explicarte" pero me doy cuenta que no lo hace cuando escucho el pitido de la llamada cortada. Con los ojos cristalizados lanzó el móvil al sofá mientras me niego a llorar por él, No, él te engañó, no merece tus lágrimas.

Pero aunque no las mereciera yo quería dárselas pero simplemente no quería darle el gusto de saber que estoy mal.

Salgo de mi casa hacia la de Chris, necesito a mi mejor amigo, también necesito a Cris pero no puedo ir a su casa ya que me encontraría al ojiverde y lo siento pero no puedo respirar su mismo aire sin romperme en mil pedazos.

Llego a la casa de Fachada blanca con tintes negros y llamo a la puerta de madera negra, la cual se abre dejándome ver el color gris del interior. Christopher me abraza y me hace pasar descubriendo así que contaba con la presencia de Zabdiel y Richard.

El Que Se Enamora Pierde - Erick Brian Colón Where stories live. Discover now