Capítulo 8 - El perdedor

628 32 5
                                    

Punto de vista de María.

Estaba inmóvil no podía ni tampoco quería moverme y sabía que si intentaba hablar empezaría a llorar. Estaba ahí viendo como Erick prácticamente se comía la boca con Jessica. Dolía bastante y lo peor de todo que no comprendía porque me sentía si no éramos nada. Creía que entre nosotros empezaba a haber algo.

— Lo mato — Cris hizo el amago de irse a por él pero yo le agarré del brazo y lo evité.

— No, por favor no hagas nada no me dejes sola — ella me miró preocupada y pues para entonces ya me di cuenta que estaba llorando.

— Me lo juré, si te hacía daño le arrancaba los ojos, lo siento — me dijo — Sheila quédate con ella.

La rubia se acercó a su hermano al cuál le tiró la copa que tenía en la mano, el ojiverde sin entender nada la mira.

— ¿Qué mierda te pasa? — dice frotándose los ojos y cuando los abre reconoce a su hermana. — ¿Cris, no deberías de estar con María?

— Pues si, y estoy con ella — me señala y la vista de Erick se vuelve hacia mí y salgo corriendo de allí mientras él desesperado porque me parase grita mi nombre.

— ¡María espera! — tira de mi brazo y yo rápidamente me quito, estando empañada en un mar de lágrimas.

—¡Suéltame! — le miro a los ojos y veo como se arrepiente de aquella imagen que vi. — ¿Cómo has podido Erick?

— Lo siento... yo...

— Te estas acostando con ella detrás de que sales de mi casa — le digo entre dientes.

—¡No! No es así.

— ¡No te creo!

— ¿y qué me importa? Esto es un juego. Entre nosotros no hay nada, NO TENGO POR QUÉ GUARDARTE FIDELIDAD. — aprieta los ojos y vuelve abrirlos — ni tú me importas a mí ni yo a ti. ¿O acaso te has enamorado?

— Vete a la mierda Erick — me giro para irme en dirección contraria — tú a mi si me importabas, pero ni volviendo a nacer me enamoraría de ti.

Corrí hacia mi coche, lo único que quería era tirarme en la cama y llorar. Pero sin embargo Erick tenía razón, no tenía por qué guardarme ningún tipo de fidelidad, no éramos nada, lo que teníamos era un simple juego, Sexo sin amor. Pero yo creía que después de todo teníamos algo más que simple sexo.

Llegué a casa solté las llaves en la mesa de la entrada y tras desvestirme y ponerme más cómoda me metí en la cama, no quería llorar más pero era lo único de que tenía ganas. Miré el teléfono por si tenía algún mensaje de alguien pero ninguno de la persona esperada, lo solté, apagué La Luz y luchando conmigo misma por no llorar conseguí dormir.

(...)

El reloj sonó a las 7 de la mañana la hora de levantarme para ir a la universidad. Me levanté de la cama y me fui al baño a peinarme, cepillarme los dientes y maquillarme un poco, estaba espantosa. Luego de eso caminé hacia mi armario y cogí una camiseta de tirantes negros con un short vaquero, bajé y salí ni siquiera desayuné, ni tenía hambre.

Llegué al campus y estacioné el auto en el primer aparcamiento que vi justo al lado del coche rojo de Christopher.

— María— me mira, la mirada que siempre me pone cada vez que me comprende.

— Déjalo Chris, no quiero hablar de ello — él me abraza y me acompaña hasta mi casillero y luego se va con Gisela. Yo hablo la puerta de metal con mi combinación y cojo el libro de la clase de literatura.

El Que Se Enamora Pierde - Erick Brian Colón Where stories live. Discover now