Cap:2

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Al despertar te extrañó ver la cama de tu hermano vacía, y luego el colchón de Midoriya también vacío con el cual tropezaste.

Habían distintas opciones, entre ellas que tu madre los hubiera mandado al jardín o que ya se hubieran matado entre ellos.

Sin importarte mucho la opción correcta saliste hacia la cocina, pasando por el baño, y te quejaste del calor mientras abrías la nevera.

—buenos día— te saludó tu madre.

—¿queda soba de ayer?— le preguntaste sirviéndote un vaso de zumo.

—¿vas a desayunar soba?

—hay que aprovechar las sobras.

Mientras tú abrías un tupper de sobras y te lo servías, oíste la puerta principal ser abierta y segundos después, tu hermano y Midoriya entraron a la cocina. Según tu madre los había mandado a botar la basura, y ahora subían a limpiarse las manos.

Calentaste la soba y te la serviste en un tazón, el cual pusiste en la mesa junto al vaso de zumo fresco.

—¿hay planes para la tarde?— quisiste saber.

—no, ¿por? — contrapreguntó.

—no se, por si quieren entrenar por la tarde.

Una mano se coló por encima de tu hombro, y antes de que te dieras cuenta, katsuki había cogido unos cuantos fideos, un trozo de carne y se lo había llevado a la boca.

El cenizo aceptó el golpe que tenía merecido y se sentó en su lugar.

Izuku disfrutó el desayuno que Mitsuki le sirvió, sentado frente a ti con su infinita felicidad expresada en sus ojitos brillantes.

Aquel chico parecía metido en su mente la mayoría del tiempo, con una expresión soñadora que perduraba en la pequeña sonrisa fugaz que solía surcar sus labios.

Un codazo de parte de Katsuki te hizo salir del empanamiento y al parecer había captado cierta mirada de tu parte, porque lo viste abrir la boca para preguntar algo, pero antes hablaste tú.

— Deku tienes arroz en la nariz.

El oportuno hecho que te salvó de seguramente un insulto hizo a Izuku avergonzarse y pedir disculpas mientras se limpiaba la nariz del arroz que a saber como llegó allí.

Fue cuestión de minutos que acabaras de desayunar, dejaras los platos sucios en el fregadero y subieras a cambiarte, teniendo suerte ya que tanto Katsuki como Midoriya estaban vestidos.

Aún así, no te salvaste del inoportuno de tu hermano, que entró al cuarto cuando solamente llevabas los pantalones cortos que ni habías llegado a abrocharte.

—llama antes de entrar— le mandaste cogiendo uno de los muchos brasiers de tu cajón.

— vístete tú antes de que entre— te escupió el cenizo abriendo el armario.

De allí sacó dos bolsas de color negro, grandes, con una correa larga y dos asas. Luego sacó dos vates, ambos al apellido "bakugo" escrito con permanente en la empuñadura, con la pequeña diferencia que uno de ellos tenía una cinta de color rojo atada.

Katsuki bajó las bolsas y te permitió cambiarte. Para cuando bajaste el chico estaba guardando sus deportivas en su bolsa, porque al parecer las había querido limpiar con un trato, y después lanzarte tu bolsa y de soltarte un "lenta" se encaminó hacia la puerta.

—nos vamos— avisaste antes de cerrar la puerta.

De casa hasta el campo había de media unos 30 minutos, que la mayoría de las veces convertíais en 15 al ir corriendo por competir, pero aquel día algo advertía que deberíais guardar fuerzas, por lo que fuisteis andando.

una Bakugo// Midoriya izuku x lectoraحيث تعيش القصص. اكتشف الآن