Cap: 15

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Esa mañana Katsuki despertó con la sensación de hormigueo en su vientre.

No serían ni las seis de la mañana, abrió los ojos y volteó para mirar la cama que se encontraba pegada a la ventana, la cual estaba vacía.

El pequeño brillo de esperanza de sus ojos desapareció, pero aún así se levantó y fue hasta el baño, también vacío, la cocina, sin rastro de que nadie pasara, el jardín, mojado como cada mañana sin nadie pisándole las flores a su madre y el sofá, sin toallas húmedas de nadie que acabara de darse una ducha, bolsas de papas a medio comer ni nadie durmiendo al haberle dado palo subir arriba en la noche anterior.

—maldita enana ¿por qué no vuelves...?

Susurró aquello mientras golpeaba uno de los cojines y se dirigia al recibidor para calzarse unas deportivas y salir de casa.

El golpe de la puerta hizo despertar a Midoriya, que medio dormido de talló los ojos y bostezó.

La cama de _________ seguía vacía y la de Kacchan también, cosa que lo tomó por sorpresa.

"kacchan suele salir a correr" pensó intentando relajarse.

Se seguía sintiendo completamente culpable y la culpa podía demasiado con él.

Debía decirle a los Bakugo lo que había causado y hacerse con la responsabilidad.

Bajó al salón y se sentó en el sofá a esperar a que Mitsuki y Masaru despertaran, sabiendo que eran algo madrugadores y sobre las ocho ya aparecerían.

La primera en bajar fue Mitsuki, con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

—Izuku cariño, ¿has visto a Katsuki?—le preguntó con una amable sonrisa.

—creo que ha salido a correr...— le respondió Midoriya algo nervioso— pero no he visto a __________.

La mayor asintió algo apenada y fue hacia la cocina para preparar el desayuno.

Luego bajó Masaru, con la sonrisa de cada mañana y el buen humor de siempre.

El mayor creía que era completamente normal que su hija no estuviera y que su hijo hubiera salido, porque no era la primera vez que lo hacían y ya eran lo suficientemente responsables para valerse por si solos.

Opinaba que Mitsuki exageraba un poco, claro que él también estaba preocupado, pero les daba un voto de confianza a sus hijos y esperaba verlos por casa en solo unos días.

—cariño llama a Katsuki— pidió la mujer de la casa cuando el reloj marcó las doce.

—relájate cielo— le dijo el castaño posando las manos en sus hombros— no pasa nada.

—¡si que pasa! Mi hija lleva un día desaparecida y mi hijo no vuelve a casa!— le discutió algo alterada— ¿¡que se supone que tengo que hacer como madre!? ¡Como no lleguen ahora mismo voy a golpearlos!

—s-señora Bakugo...— la llamó Izuku, porque realmente no se atrevía a llamarla por su nombre por creer que simplemente no se lo merecía.

—perdona cariño— le pidió la mujer— me he alterado, no te preocupes.

—no...— negó el pecoso— no es eso, creo que debería decirles algo...

La mujer abrió sus ojos con sorpresa y parpadeó, sin comprender la repentina actitud tímida del chico.

El corazón de Midoriya empezó a latir desbocado, porque sentía necesario revelar lo que diría y los dos adultos de la casa lo estaban mirando a la espera de las palabras que no salían de su garganta.

una Bakugo// Midoriya izuku x lectoraDove le storie prendono vita. Scoprilo ora