10 - Changes

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Flashback

AÑOS ATRÁS, MADRID.

Hacía ya un mes exactamente desde que me había mudado a Madrid, que me había alejado de todo, y me fascinaba esta cuidad.

En Pamplona vivía tras un acoso constante. Allí me había vuelto una persona intolerante, eran muy pocos los lugares en los que me los pasaba realmente bien y soportaba a muy pocas personas. A decir verdad las podía contar con los dedos de una mano, y eso era triste.

pero aquí era todo diferente. Podía pasear libremente por la calle sin que nadie me insultase o intentase darme palizas. Eso ya no pasaba porque aquí nadie me conocía, nadie sabía quién era. Nadie conocía mi pasado y sólo era una más del montón de gente. Me sentía libre.

La empresa que me dieron mis padres cada día crecía más, y a pesar de que era consiente que ellos movian todo con dinero, me seguía sorprendiendo cada día más la cantidad de modelos que acudían a mi para que le sacara fotos.

Fueron tantas que tuve que recurrir a buscar nuevos fotógrafos, pero el problema era que no tenía ni puta idea de donde buscar, ni tampoco tenía idea de como manejar una empresa con tan solo veinte años.

Mis padres al darme el mando de la empresa lo único que me dijeron fue "Natalia, es lo único que te daremos. O lo tomas o lo dejas" esas fueron las palabras textuales de mi padre hace dos meses. O estudiaba algo que no me gustaba, o aceptaba lo que me daban mis padres.

Y acepté. No me preció una mal idea, ya que además de que iba a tener muchísimo dinero para viajar, haría algo que me gusta.

La fotografía.

Para mi cumpleaños número ocho me regalaron mi primera cámara. Recuerdo que era una de las más nuevas e innovadoras de esa época, y la gente se sorprendía de que una niña tan pequeña sabía usarla, y además de eso, hacia fotografías geniales.

Llevaba la cámara a todos los sitios a los que iba, y siempre fotografiada todo lo que veía. Me fascinaba hacer aquellas fotografías, y a los catorce años, tuve mi primera sesión de fotos con una modelo para una revista que manejaba mi tío.

Mi padre, al ver lo entusiasmada que estaba con hacer fotos, no se le ocurrió nada más ni nada menos que traerme a una modelo. A día de hoy me seguía sorprendiendo todo lo que podían hacer mis padres con el dinero.

Pero a pesar de eso, el dinero a mi me daba igual. Para mi el dinero no era nada más que un simple papel.

El dinero nunca me había dado la felicidad, sino que me había sacado a mis padres porque vivían viajando por negocios que al fin y al cabo, si que les daban más dinero, pero los alejaba cada vez más de mi porque lo único que yo necesitaba era atención y cariño por parte de ellos. Y nunca me dieron eso.

Tenía tanto amor para darles pero nunca lo había recibido por parte de ellos. A veces sentía que les era un peso, algo que no les interesaba. Que si estaba bien, pero si no estaba les daba igual. Era horrible sentirse de esa manera.

Siempre tuve la ilusión de que mi padre o mi madre me esperen a la salida de la escuela, pero con lo único que me encontraba era a un taxi que me llevaba a mi casa.

Ahora me encontraba caminando por el centro de Madrid. No tenía absolutamente nada que hacer y me pareció una buena idea recorrer un poco ya que no había tenido mucho tiempo este último mes con el tema de la mudanza y el trabajo.

A diferencia de Pamplona, claramente aquí había muchísima más gente. Eran sobre la diez de la noche y cuando estaba pensando en volver a mi casa, encontré un bar que me llamó bastante la atención y decidí entrar.

CORASHE | albalia.Where stories live. Discover now