11 - Secretos del pasado

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Llega un punto en el que simplemente dejas hablar

y de hablar

Entiendes que hay restos del mundo y un mundo para el resto

y que tú no estás en la lista

aprendes a vivir fuera de lugar como si no fuese una condena

sino un premio

ves que tu libertad empieza donde acaba la suya,

y que no por explicar algo mil veces lo entenderán una sola

que quien sepa de qué hablas

te lo hará saber

y quedará un hueco más en la fila

y quedará un día menos para la vorágine

del vértigo que da el silencio en medio de mil voces

del valor de callar y volver a empezar

de 0

hasta 1000

hasta que las palabras no basten y ya no les queden balas

hasta que se destapen los hechos, las verdades a medias

y las mentiras enteras

entonces habrá merecido la paciencia

siete vidas

ocho (cientas) noches

* * * * * * * * * *

Paul.

Como todos los días de semana que íbamos al Instituto, quedábamos en la entrada de éste cinco o diez minutos antes para entrar juntos y saludarnos, y hoy no era la excepción.

Maia y yo vivíamos prácticamente pegados y por ende, Alicia siempre nos esperaba a unos metros del instituto, normalmente con Alfonso, su actual novio.

-Paul, mira. -Maia se paró en seco mientras estábamos caminando, con un gesto que demostraba preocupación. Yo fruncí el ceño, sin entender nada de lo que estaba pasando. -¿Esa de allí es Alicia?
-Señaló con su mano derecha hacia un lugar en el que automáticamente clavé mi vista.

Efectivamente, me sorprendió al ver a Alicia en uno de los paredones traseros del instituto. Estaba sentada contra el paredón, sus brazos apoyados en sus rodillas y su cabeza metida en estas.

Mientras más nos acercábamos, más se escuchaban sus sollozos. Maia me miró sin saber que hacer, y sus ojos estaban abiertos como platos.

Pocas veces habíamos visto a Alicia de esa forma, vamos, que esta era la segunda exactamente.

Nos acercamos a paso rápido a la pelirroja y me puse en cunclillas delante de ella, Maia hizo lo mismo.

-Alicia. -Le susurré y no me escuchó.

-Alicia, ¿qué pasa? -Habló ahora Maia en un tono más alto que logró sobresaltar a la pelirroja y que nos mirara.

-¿Qué pasa? -Volví a preguntar ahora yo, bastante inquieto por la situación.

-A-alfonso.. -Dijo intentando calmar su llanto. -Hemos roto.. -Concluyó.

-Cariño, ¿pero qué te ha hecho ese imbécil? -Preguntó Maia firme. Ella odiaba a Alfonso porque siempre trataba mal a la pelirroja, y por otra razón también que no era menos importante.

CORASHE | albalia.Where stories live. Discover now