14 - A medias

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Natalia había vuelto a desaparecer, y hacía ya una semana y algunos días que no la había vuelto a ver. Intentaba entenderla, pero era como un rompecabezas imposible de armar.

Aquella noche que hablamos me había prometido no alejarse de mí, y al día siguiente volví a despertar sola en su casa. La había esperado por horas, pero nunca llegó. Sentí que aquello era una indirecta para que me vaya de su casa, y eso fue lo que hice. Aunque después me dí cuenta de que aquello no era una indirecta, sino que literalmente se había marchado.

María me dijo que no la había visto por la empresa en toda esta última semana, y que tampoco le decía en donde estaba. Solamente le mandaba mensajes de que estaba bien, y por desgracia era a la única persona que le contestaba los mensajes. Aunque todos ellos eran a medias, le contestaba.

La empresa de la morena había quedado a cargo de Paul, y a María le había molestado muchísimo aquello, aunque no se lo había hecho saber a la morena, había tenido la suficiente confianza conmigo para contarme lo que sentía.

Deducí que la rubia estaba un poco celosa por el hecho de que le había dado al mando a él, ya que según ella Paul estaba interesado en el dinero de la morena y no por su amistad.

Después de aquella declaración por parte de María no pregunté más sobre el tema, porque no quería sacar conclusiones apresuradas sin saber sobre ello, ni tampoco había pruebas de aquello.

Todos los días le enviaba mensajes a Natalia, y estos ni siquiera marcaban el visto por partede de la morena, lo cual me frustraba muchísimo. No entendía el por qué de su comportamiento, y además de ser frustrante, me dolía.

En mi cabeza ya tenía bastante claro que sentía cosas por la morena, no sé si tan fuertes, pero las sentía, y no quería sentirlas. Sabía perfectamente que ella me iba a hacer daño en un futuro, aunque ya me lo estaba haciendo comportándose de esa manera. No le había contado a nadie sobre aquello, pero creía que algunas personas intuían algo. Y cuando hablo de algunas personas, me refiero a María, Camila, África y Marta.

Estás dos últimas me habían visto un poco decaída y claramente no dejaban de hacerme miles de preguntas de qué me pasaba, preguntas de las cuales no obtenían ninguna respuesta de mi parte. No sabía qué decirles, o más bien, cómo explicarles que me gustaba alguien que desaparecía cada dos por tres sin dejar ni un maldito rastro de vida, así que mejor me lo guardaba para mí.

-ALBA. -Gritó Marta sacándome del trance en el que me encontraba.

-Madre mía. -Exclamó África alargando la última vocal. -A ver, hija mía, que en nada salimos a jugar y tú estás empanada. -Chasqueó la lengua elevando ambas cejas. -Céntrate en el partido, no en N...

-No en tus problemas. -Cortó Marta a África de una forma apresurada y nerviosa, acción que me hizo fruncir el ceño. -Tenemos que ganar este partido si queremos jugar contra Miami, y necesitamos dar el cien por cien hoy.

-Éstas son buenas, y no es un partido amistoso, Alba. -Comenzó a hablar África. -Siempre quisimos jugar en otros países, y esta es nuestra oportunidad de hacer realidad aquello. No podemos perderla. -Asentí de acuerdo.

-¿Te imaginas conocer distintos países, y además, gratis? -Preguntó Marta con los ojos brillosos y soltamos una carcajada.

-Deja de hacernos ilusiones, que luego no ganamos nada y me quedo con la ilusión. -Admití.

-¿Pero como que no vamos a ganar?, ¡si tenemos a Alba Reche en el equipo! Al final te llamarán para jugar en equipos más importantes y te irás. -Dijo Marta como si aquello fuese algo obvio, y África asintió de acuerdo.

CORASHE | albalia.Where stories live. Discover now