13 - Frágil

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No recuerdo exactamente el momento en el que logré dormirme anoche, pero si recuerdo las vueltas que dio en mi cabeza aquel beso que me dió Natalia antes de dormise.

Me preguntaba por qué Natalia había hecho aquello, pero no encontraba ninguna respuesta lógica a aquella pregunta.

Abrí los ojos y noté que estaba abrazando algo, y ese algo era queen. Natalia se había ido mientras yo estaba durmiendo, y ni siquiera lo noté.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al acordarme como Natalia se había dormido abrazada a mí, y como su respiración chocaba contra mi cuello. También recordé como me abrazaba mientras dormía, se aferraba a mí como si tuviera miedo de que me fuese a alguna parte.

Un nudo en mi garganta se formó al pensar que la morena no querría hablar conmigo después de aquel beso.

Y desafortunadamente, estaba en lo correcto.

Los días pasaban y no tenía ninguna noticia de Natalia. Le había dejado varios mensajes, de los cuales había obtenido un visto como respuesta. Me sentía frustrada, y necesitaba, de alguna manera, contactarme con la morena.

María solía visitarme casi todos los días, y era la única persona que me hablaba de Natalia. La rubia me contó que Natalia estaba más seria de lo normal y se comportaba muy distante con su mejor amiga.

También me dijo que tenía más ojeras de lo normal, y yo supuse que su comportamiento era a causa de sus pocas horas de sueño.

María me había dicho que le preguntaba por mí y la morena solo la ignoraba, cambiando de tema o yéndose sin decir nada. A mi me pareció muy raro que se comportara de aquella manera, no entenderla me frustraba muchísimo.

Yo no le había dicho absolutamente nada de lo que había pasado entre Natalia y yo a Maria, pero sabía que esta última algo intuía, porque de tonta no tenía ni un pelo.

Dos semanas habían pasado y Natalia seguía sin responderme los mensajes, y lo peor de todo, no la había vuelto a ver.

Bueno, en realidad si la había vuelto a ver. Más o menos.

Seis días habían pasado desde que no había vuelto a ver ni rastro de Natalia, y María intentaba subirme el ánimo de cualquier manera.

Mi pie estaba mejor, caminaba con facilidad y ya no me dolía, pero sin embargo no podía excederme y hacer tonterías.

Habíamos quedado en una cafetería que estaba situada a una cuadra y media de mi casa, decidimos ir allí para que me quedase cerca y fuera caminando.

Cuando llegué a aquella cafetería visualicé a María, Miki, y a Camila, las cuales estaban sentadas en la mesa del fondo, en donde podíamos ver a la gente caminar por la calle gracias al enorme ventanal de cristal que teníamos al lado.

-¡Al fin apareces! -Exclamó Miki bastante animado y sonreí ante aquello.

-Si, que me estaba muriendo de hambre. -Dijo María dramáticamente y yo rodé los ojos escuchando las risas de las demás. Saludé a todas con dos besos y pedimos algo para merendar.

La chica que nos atendió era muy maja, y por alguna extraña razón, me recordaba a algo, como si la conociese de algún lado, pero no sabía de donde.

Una patada por parte de María me sacó de mis pensamientos, haciendome reaccionar. La fulminé con la mirada y ella rodó los ojos.

-¿Vienes o no, Alba? -Miki me miraba como esperando una respuesta a su pregunta, y yo claramente no sabía que responder porque ni siquiera sabía de lo que hablaban.

CORASHE | albalia.Where stories live. Discover now