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Romance, slight drama, ex!au


BaekHyun miró aquellos árboles grisáceos y llenos de nieve con nostalgia y melancolía.

Hacía frío, mucho frío, y su suéter cuelo tortuga, guantes, bufanda y sobretodo grande y beige no hacían mucho para tratar de aplacar los escalofríos que recorrían constantemente su cuerpo pequeño y propenso a resfriarse por la mas mínima cosa. Ese diciembre estaba siendo especialmente un dolor de culo, de huevos y de cabeza al mismo tiempo. Demasiado helado, violento y triste. Gris oscuro y tenue blanco, los colores que representaban su vida desde hace algunos años.

Suspiró, el vaho saliendo de su boca se perdió en el ambiente estremecedor y viajó lejos y con prisa hasta fusionarse con el mundo y volverse nada.

Sonrió ante aquellos pensamientos de poeta, las ideas eran demasiado elaboradas para una mente tranquila y floja como la suya, y miró el cielo.

Hacía frío y nevaba, los copos de nieve y aguanieve caían sin parar y a un ritmo constante en la tierra; algunos se aferraron a él, a su ropa, a su cabello o se quedaron sobre su rostro helado hasta derretirse y mojar su piel, y se dijo que hasta el clima se sentía gris, con aquellas nubes grandes y tristes viajando por todo el mundo, compartiendo un poco de su tristeza y nostalgia con la gente, aunque ellos no supieran que esos eran sus sentimientos, aunque no se imaginaran que el tiempo había decidido mostrarse compasivo y acompañarlo en su ininterrumpida soledad.

BaekHyun no siempre había sido así, en realidad se recuerda brillando en un intenso amarillo, parpadeando con un rojo apasionado y sensual, calmado como un azul suave e ilusionado y tierno como un adorable rosado. Había sido tantos colores antes, cuando de verdad era feliz, cuando no tenía que sonreír forzadamente y pretender que llevaba una buena vida, que simplemente le parecía increíble y ridículo ver en lo que se había convertido cuatro años más tarde.

Se preguntó estúpidamente qué había sido de aquél viejo BaekHyun, y decía estúpidamente porque ya sabía la respuesta, en realidad. ¿Dónde había quedado el niño ilusionado y sonriente de mejillas rojas y actitud pícara, aquél que siempre tenía algo positivo para decir, el que amaba incondicionalmente y era amado a cambio? Había cambiado tanto, se había marchitado tanto que podía llegar a dar pena y lástima, después de todo, él siempre fue un ángel: cálido, reconfortante y hermoso. Ahora no era nada más que la sombra de lo que alguna vez fue.

Con sus sonrisas hacia abajo en las esquinas, los ojos opacos y el cuerpo pálido y delgado, BaekHyun se había convertido en un cadáver viviente que cayó en depresión luego de que la persona que más amaba se fuera. Se daba cuenta de que lo extrañaba en exceso y que lo había amado como a nadie, que lo llevaba plasmado en su corazón aún después del trascurso de los años y el paso de amantes casuales por su vida.

Resopla con desgano cuando se dice que sí, la mayor parte de su corazón se había ido con él y probablemente jamás iba a regresar.

Camina con lentitud por el parque hasta sentarse en una banca vacía y tan helada como el clima, como su corazón y sus sentimientos, y suspira sólo para ver el vaho saliendo de su boca de nuevo. Mete sus manos cubiertas por la piel abrigadora de sus guantes en los bolsillos de su sobretodo y sigue mirando al frente, a los árboles, a la gente que pasea con sonrisas, con parejas, con hijos o solos como él.

Razona que tal vez la vida no sea injusta ni malvada, que posiblemente haga a los humanos como él sufrir un poco para poder vivir, para poder crecer y ser fuertes, para ganar experiencias y lecciones; se recuerda que todo tiene un propósito, todo es parte de un plan y quizá ese era el suyo. Siempre había sido tan feliz, siempre había sonreído tanto. Jamás fue un chico triste, nunca se había preocupado demasiado por los problemas que lo golpeaban y simplemente los enfrentaba positivamente. Su madre y amigos pensaban que él era un sol incansable de sonrisas y brillo propio, y BaekHyun pensaba que sería siempre así, sin embargo, no todo en la vida de alguien puede ser perfecto, también deben haber matices grises en los amarillos, deben haber opacos marrones y negros ligeros para madurar y comprender los diferentes puntos de la existencia misma.

Esa era una etapa que BaekHyun debía superar y quemar, y si no podía hacerlo al menos debía buscar la manera de aprender a vivir con ella. Era lo necesario, lo planeado, y él tenía que aprender a enfrentarlo.

Cerró los ojos con un escalofrío recorriendo su espalda y dejó que su rostro se humedeciera y helara con la frialdad de los copos. Sopló una brisa suave y estremecedora y él tembló un poco más. Siempre había sido tan friolento.

—Eres tan torpe. ¿Quieres enfermarte acaso, o es que lo haces a propósito para que me preocupe por ti?

Su corazón dormido se agitó con fuerza con la gravedad de aquella voz atractiva que siempre mantenía en sus sueños y pensamientos más preciados. Su cuerpo tembló nuevamente, sin embargo, esta vez nada tenía que ver con el frío y sus ojos pesaron, no queriendo abrirse para no decepcionarse al encontrar a la nada frente a él. Pero, se dice, si él fuera una ilusión en este momento no podría sentir sus manos sobre mis muslos.

Abrió entonces los ojos y su boca se entreabrió al ver al motivo de sus desvelos y tristezas acuclillado frente a él y apoyándose en sus piernas para no caerse, mirándolo con aquellos ojos suyos grandes y oscuros tan bonitos y sus orejas despegadas llamando la atención con más fuerza porque no había cabello que las disimulara, ya que éste se hallaba bajo un gorro negro. El shock inicial le dio paso a unas ganas incontrolables de llorar y saltar al cuello del que una vez fue su pareja, sin embargo, se obligó a quedarse en su lugar porque no sabía si eso sería correcto, no después de cuatro años separados.

Porque ambos se amaban cuando decidieron terminar lo suyo, porque ChanYeol quería surgir y tener una mejor oportunidad de estudio en el extranjero y porque BaekHyun no era un egoísta y lo dejó ir, con el corazón desecho, lágrimas en los ojos y la primera sonrisa rota que formaba en sus labios y el pensamiento poco consolador que le decía que aquello era lo mejor; y ahora estaba ahí, al alcance de su mano, con sus rasgos masculinos más maduros y atractivos y un cuerpo bien proporcionado que él no recordaba que tuviera antes de irse, pero mierda, no mentía cuando decía que su físico no le importaba porque sus ojos sobre los suyos lo superaban con creces, porque había extrañado a esas pupilas oscuras mirándolo directo a las suyas y que ahora lo estuviera haciendo era simplemente maravilloso.

—¿Estás comiendo bien, BaekHyunnie? Te veo mucho más delgado y tus mejillas gorditas y bonitas se han ido. Esperaba encontrarlas cuando regresara —murmuró con suavidad y subió una mano para acariciar la piel de su rostro y casi inmediatamente después la otra le siguió con la finalidad de darle un poco de calor—. Estás helado, ¿por qué sales cuando está nevando si sabes que después te enfermarás? Eres un torpe.

—Te extrañé —fue lo único que salió de su boca, su voz temblorosa como su cuerpo amenazaba con romperse y transformarse en sollozos descontrolados, y ChanYeol sonrió cálidamente sin perderlo de vista, porque sus ojos se habían cristalizado y él se veía precioso—. Te extrañé mucho, Yeol estúpido. ¿Por qué tardaste tanto, idiota? —y las lágrimas corrieron libres por su rostro y fueron absorbidas por la tela de los guantes del alto, que no tardó en hacerse hacia adelante para cubrirlo completamente con su cuerpo, abrazándolo y brindándole un poco del calor que él necesitaba, no sólo en su cuerpo, sino también en su alma—

—Lo siento, siento haberte hecho esperar tanto, lo siento —susurró contra su oído y BaekHyun rodeó su cintura estrecha con sus brazos mientras enterraba la cara en su pecho caliente y bien abrigado—. Yo también te extrañé, Baek, lo hice todos los días. Te extrañé —suaves besos fueron dejados en su cabello y en sus mejillas y BaekHyun dejó que lo apartara de su pecho y movió sus labios con los contrarios cuando ChanYeol tomó su boca en un beso suave y arrollador—.

Se aferró a la tela de su sobretodo enorme y la estrujó entre sus dedos delgados, entregándose al momento, a aquellos labios esponjosos y fríos que cubrían los suyos con un cariño y gentileza que no fueron olvidados, porque él también lo llevaba profundamente en su corazón, porque ChanYeol también lo quería y eso era todo lo que necesitaba para sonreír de nuevo, para ser otra vez un amarillo brillante y sin fallos. Sólo lo necesitaba a él para ser feliz.

FirelightWhere stories live. Discover now