09》Blame

1.7K 194 14
                                    

1/3
Alaska
|Gotham city|

Oliver camina delante de mí, y  alguien que conozco va en frente de mí. Mi otra yo se está volviendo un problema. Lo peor es que sólo yo puedo verla y Mackenzie ya no está.


—Señor Oliver, señorita Alaska.—saluda Alfred en cuánto nos ve, nos hace una seña para pasar a la mansión Wayne.

—buenos días, Alfred.—saludamos Oliver y yo al mismo tiempo, joder eso fue raro. Ya son unidos. Se burla mi clon malvado, bueno, no sé si es malvado.

—¿en dónde está Bruce?— preguntó Oliver, tiene ese tono serio que no estoy acostumbrada a escuchar en él.

—viendo que puede hacer con el atentado.—contesta Alfred, hasta ahora me doy cuenta de que extrañaba ese acento británico.

—¿en dónde lo esperamos?—pregunta Oliver, creo que está molesto con Bruce.

—nada de esperar, Oliver.— dice el señor Wayne entrando al salón.—señorita Alaska.

Él te culpara, lo sabes bien.

hola, señor.—saludo.—¿qué hacemos aquí? ¿de qué quiere hablar ahora?

—primero tomen asiento.—contesta, sentándose en un sofa, Oliver se sienta frente a Bruce  y yo junto a Oliver.—gracias por venir rápido.

—si, hicimos lo posible por llegar rápido, ya sabes, no somos como Flash.—contesta Oliver, está molesto.

—¿qué quiere?— le pregunto a la brava.—es mejor que intenté ser como Flash, señor Wayne.

—escucharon del atentado...

—nos informo de ello.—contesto.

—Oliver quiero hablar a solas con tu hija.—dice Bruce.—por favor.

—no, Bruce.—contesta Oliver.—¿quieres hablar a solas para atacarla? Ella no lo hizo.

—lo que sea que quiera decir, Oliver puede escuchar, es mi padre a fin de cuentas.—digo, entrando a la conversación.—pero, si quiere acusarme de terrorista, yo no lo hice, estuve con mi padre todo el día.

—bien, señorita.—habla Bruce.—no creo que usted haya explotado el edificio, pero sí que lo disfrutó.

—¿cree que disfruto que 15 personas hayan muerto? Disfrutaría que Ronald este muerto, pero no lo está.—me defendí sin pensarlo, Oliver me mira, quiere que deje a Bruce hablar.

—Alaska, deja que el Señor Wayne exprese su ideas aunque sean ridículas, ¿quieres?—me pregunta Oliver. Yo asiento con la cabeza.—sin rodeos, Bruce, ¿por qué estamos aquí?

—alguien ha estado causando problemas en Gotham desde hace un tiempo, se hace llamar Red Hood, el mismo tipo que te ayudo a tener a Alaska.—dice Bruce, mierda.

Mantengo mi expresión de no saber de lo que está hablando.

—¿qué con ello?— pregunto, fingiendo no entender.

—empiezo a creer que Jason y Red Hood son la misma persona.—contesta Bruce. Hora de sacar la actriz que llevas dentro, Alaska.

—no.—interrumpo sus próximas palabras.—Jason está...

Vivo.

—muerto, lo sé.—dice Bruce.—o eso creí, hasta que...

—¿qué? Ahora sospecha hasta de su sombra, señor Wayne.—contesto.—Jason está muerto por su culpa. Ahora deje de hablar de él, por favor.

—sé que tienes razones para no creerlo, Alaska.

Veo el rostro de Oliver, él si esta impactado.

—no es cierto, déjelo descansar en paz. Por favor, Señor Wayne, no hable de esto otra vez.—digo con los ojos cristalizados.— no volverá, no lo hará, no es posible. Jason ya no está. ¿sabe cuánto tarde en admitirlo? Cuatro años, señor. Y ahora hace que estos sentimientos de perdida vuelvan, no puede hacerlo.—me pongo de pie para darle dramatismo, camino hasta la sálida que da al jardín. Les lanzo una mirada y luego salgo del salón.

Doy algunas vueltas por el jardín. Y ahí está, la cosa que nunca pude ver. Su lápida, con su nombre escrito. No hay nada en el ataúd, y si Bruce cree que Jason está vivo, ya ha de haber abierto esto. Maldición. Jason está jodido. Sólo yo puedo ayudarlo.

—tenías que volver.—murmuro tocando la lápida.—te extraño, Jason, eso que te vi hace unos días.

Mi otra yo se sienta junto a mí.

¿ahora hablas sola?

—yo siempre lo he hecho. Aunque creo que ahora hablo conmigo misma.— contesto medio burlona.—¿puedes irte? No quiero ir a Arkham otra vez.

debo estar contigo hasta que te des cuenta.— contesta con seguridad.—debes hacer lo correcto.

dime que es lo correcto y yo lo hago.

así no funciona, Alaska.—contesta con algo de seriedad. Se pone de pie y camina hasta que desaparece.

De pronto, la cabeza me empieza a doler, las voces que escucho a todas horas se vuelven más intensas, más altas, mayor cantidad y mayor fuerza. Hay personas muriendo cerca de mi. Empiezo a aturdirme. La ultima vez que paso esto yo... grité.

Intento soportarlo. Las personas me piden ayuda de algún modo, pero si yo las escucho, ahora están muertas. Sólo escucho a los muertos. Duele. Duele mucho. Veo a mi alrededor. No veo a nadie sufriendo. Algo está pasando cerca de mí.

No puedo soportar más. Poso mi vista en el cielo, y hago lo que debo hacer.

Gritar.

Oliver

E

n cuanto Alaska sale, paso mi mirada en Bruce. Creo que él no miente.

—¿tienes pruebas?—pregunto con seriedad.—necesito saber que no te estás volviendo loco, Bruce. Porque acusar a mi hija de un ataque terrorista es serio para mí.

—lo sé, Oliver.—contesta.—lamento lo de Alaska, pero creo que ella miente.

—¿en qué puede mentirme?

—estuvo tres meses en las calles de Gotham, sin memoria y sola.—habla Bruce, como recordando lo que le conté.—ninguna chica puede estar sola en Gotham.

—¿crees que no estuvo sola?¿o qué no estuvo en Gotham?

—Jason la protegió.—contesta.—mi hijo está vivo. Lo sé, hace una semana Red Hood llamo mi atención, robo un dispositivo para bomba, escapó, pero antes de ello me llamo Bruce.

—ese es tu nombre.—murmure.—¿qué tan difícil es que alguien conozca tu identidad?

—demasiado.—responde.—además, está la cuestión de su entrenamiento. Similar al de Robin, algo mejorado, pero sabe mis trucos.

No es posible.

—su tumba esta ahí afuera.—hablo decidido, mi hija no puede mentirme.—¿ya la abriste?

—lo hice.—contesta.—está vacío.

Esto es una gran mierda. Antes de poder decir algo, un gran grito llega a mis oídos. Los tapo inmediatamente, ¿Dinah está aquí? Algunos cristales se rompen. Dinah no haría esto, es capaz de romper cosas, pero este es un grito distinto, poderoso pero distinto.

Entonces mi sentido paternal se enciende: Alaska.

Aún con las manos en mis orejas, salgo corriendo hasta el jardín. Ahí esta mi querida hija, soltando un grito hacia el cielo. No para de hacerlo. Pasan varios segundos, se detiene, gira la cabeza para verme.

—algo malo pasa.—suelta en un sollozo, luego se desvanece. Cae al suelo inconsiente.

Alaska me oculta demasiado.

1➤ Issues; Jason ToddWhere stories live. Discover now