CAPÍTULO 2

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-Chicos, en verdad lamento mucho lo de sus padres, sé que deben sentirse mal, aquí me tienen si me necesitan.- dijo la enfermera, que ahora sé que se llama Bárbara. Ella momentos antes nos había contado todo lo que pasó ese día.

Nosotros nos encontrábamos yendo a la ciudad de compras cuando de repente un camión que venía en sentido contrario se descarriló impactando nuestro coche por el lado de papá, quien por el golpe murió inmediatamente. Mamá por otro lado falleció más tarde, cuando los intentos de reanimarla no funcionaron y su corazón paró debido a las masivas hemorragias que le causó el impacto al suelo.

Solo voy a decir que después de esa noticia la bandeja de comida que Bárbara trajo no fue necesaria. La noticia nos estremeció todo el cuerpo, incluso Matt no pudo aguantar ver el reportaje del accidente porque terminó vomitando al ver nuestro carro destrozado al fondo del precipicio. Tuvimos suerte de sobrevivir pero a la vez nos quedamos con el horrible sentimiento de perder lo más valioso que poseemos: nuestros padres. Las personas más importantes en nuestras vida se habían ido y no las volveríamos a ver nunca más.

-¿Donde están ellos ahora?- escuche a Matt preguntar serio -Me refiero a... sus cuerpos.- dijo algo incómodo.

Oh no. Con esa pregunta volví a la realidad y me sentí aún más descompuesta de lo que pude imaginar. Ahora nosotros teníamos que organizar el funeral.

Con tal repentina noticia y habiendo estado desmayados alrededor de un día nos preocupamos mucho por organizarlo de manera rápida pues ya no nos quedaba mucho tiempo antes de que el hospital por regla incinerara los cuerpos sin podernos despedir. Sin embargo al preguntar y pedir ayuda nos informaron que una pareja de amigos de nuestros padres ya se habían encargado de todo. Ellos también eran abogados y trabajaban en la misma firma. Lo agradecimos mucho pues al ser muy cercanos sabían que a nuestros padres no les hubiese gustado que nos encontremos bajo esa gran y triste responsabilidad.

Cuando estuvo todo listo nuestra enfermera nos consiguió ropa negra cómoda, al final no podíamos asistir a la ceremonia con las batas blancas que teníamos que usar todos los días, nos ayudó a asearnos e incluso ella misma nos alistó procurando que nada nos ajuste y que estuviéramos bien abrigados. Nos llevaron a Matt y a mí en silla de ruedas pues recién habían pasado 3 días del accidente y todavía estábamos lejos de recuperarnos totalmente. Todo el tiempo la enfermera Bárbara estuvo pendiente de nosotros, se le notaba preocupada, triste pero sobretodo enojada pues no faltaron las personas que nos miraban a mí y a mi hermano como bichos raros mientras susurraban sobre lo que nos había sucedido.

- No les hagan caso chicos, solo están celosos de que ustedes se sigan viendo igual de guapos con tantas heridas, mientras que ellos espantarían cualquier ladrón con la cara que tienen.- repetía cada vez que alguien pasaba y nos miraba de reojo. Sabíamos que no era verdad y que nos veíamos destrozados pero al menos ella estaba con nosotros e intentaba hacernos reír hasta que todo terminara.

Entre llantos nos despedimos de nuestros padres y regresamos al hospital todos en silencio. Bárbara nos volvió a poner nuestras batas y acostó en la cama del hospital. Después de ese día tan difícil se quedó toda la noche con nosotros para que no nos sintiéramos solos.

...

Para curarnos de todas las repercusiones del accidente tuvimos que quedarnos en el hospital alrededor de 3 meses y medio. Créanme cuando les digo que fueron unos de los meses más difíciles y pesados que tuve en toda mi vida. Allí literalmente necesitábamos ayuda para todo. No importa si eran tareas sencillas como comer sopa, ir al baño o levantarme de mi cama sola por lo que en esos meses Bárbara fue como un ángel guardián del cielo. Podría hasta creer que ella solo se encargaba de nosotros sin ver a nadie más, pues se pasaba todo el día en el cuarto y no creo que le alcanzara el tiempo para hacer algo más. No es que me molestara, era genial así no nos sentimos solos y logramos conocerla mejor. Ella era una mujer de mediana edad. Aunque no nos quiso decir cuántos años tenía exactamente yo podría apostar que rondaba por los 35. Tenía un novio pero no hijos, según ella ya tenía suficientes vidas que cuidar aquí en el hospital. Sin duda se comportó como una madre mientras nos curábamos. Ella siempre estuvo allí cuando la necesitábamos.

MUDAWhere stories live. Discover now