CAPÍTULO 5

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No saben cuánto agradecí el timbre de salida. Subí corriendo al bus, me encontraba totalmente agotada psicológicamente. Mi última clase era con una profesora nueva que no sabía que no podía hablar por lo que durante 10 minutos me estuvo gritando y regañando sobre que era una total falta de respeto hacia su persona no responder la pregunta que me había hecho, aún cuando yo le trataba de entregar un papelito de mi libreta con la explicación el cual no quiso aceptar. Por esta razón terminé donde el director junto con la profesora, la que al final estaba tan avergonzada que no dejaba de disculparse y prometerme que nunca más volvería a pasar..

Es por esa razón que apenas sonó el timbre me subí corriendo al bus. Antes de que esa señora me siguiera para continuar golpeándose el pecho del arrepentimiento.

No me había dado cuenta pero cuando estaba acercándome a mi asiento vi que Matt ya se había sentado y acomodado. Solo estaba allí, con la cabeza apoyada en la ventana. Se veía triste, entonces pensé en aproximarme, no obstante apenas saqué el pie al pasadizo una manada de gorilas, es decir sus amigos, se subieron yendo de frente junto a él.

Tendría que esperar a llegar a casa.

Cuando nos bajamos en el paradero tampoco dijo nada ni siquiera durante el camino a nuestro hogar. Se sentía una vibra extraña. No era el mismo Matt. Estaba como apagado.

Pero todo eso cambió cuando llegamos a nuestras cuatro paredes. Ya allí me abrazó. Estaba con los ojos hechos agua. Al parecer se había estado aguantando las ganas de llorar todo el camino.

-El día fue horrible Da, ¿tu sí sentiste la mirada de todos? era como si esperaran que falláramos o algo, además no entendí nada de clases, creó que me atrasé mucho estos meses y para el colmo el maldito entrenador usó eso como excusa para no dejarme volver al equipo de fútbol. ¡Yo sé que en realidad le da miedo que me lesione, lo culpen y su reputación se vaya al demonio! Me cree débil Da.- Me decía lamentándose, el pobre la había pasado peor que yo.

Lo abracé consolándolo y nos quedamos así por un rato mientras él se calmaba.

Cuando él ya se le notaba más tranquilo le conté para que se riera lo de la profesora que no sabía que yo era muda ahora y como tuve que escapar corriendo hacía el bus para que me dejara de molestar.

-Jajaja hubiera querido ver su cara cuando el director le dijo que no podías hablar.- mencionó Matt mientras cenábamos. Entre tanto veíamos tele y hablábamos sobre el día ya se había hecho tarde por lo que nos encontrábamos comiendo el pollo al horno que sobró de lo que nos trajo la familia James.

En estos meses casi no habíamos tenido que cocinar porque cada día los vecinos, padres de nuestros compañeros de clase o antiguos amigos de nuestra familia nos traían bandejas de comida. Era como una costumbre que cuando algo pasaba, alguien se mudaba o moría le llevaran una fuente de comida a los parientes para que así ellos no tuvieran que perder energía cocinando y así.

En fín, todos los días las cosas en el colegio seguían igual y esto que ya había pasado un mes. Lo peor era que la gente cada vez disimulaba menos. Habían días en los que Matt y yo regresábamos con dos bandejas de comida ¡Cada uno! No saben como Bárbara, quien cumplió su promesa e iba a visitarnos cada semana, se reía de eso. Era tanta comida que también se llevaba parte al hospital, cualquier cosa era mejor que el puré de papa sin color..

Continuando con las quejas... Incluso los profesores por pena nos ponían buenas notas. Si no me creen bastará con decir que un día a propósito elegí mal todas las respuestas y aún así me puso 100/100.

Lo más deprimente era que cada día Matt regresaba de peor humor y más triste.

-¡Porque nada puede volver a la estúpida normalidad que no hemos tenido suficiente! ya estoy harto.- dijo mientras comía directo de la fuente la lasagna que nos había dado hoy el director.

-No lo soporto, preferiría que nadie se hubiera enterado y que nos dejaran solos de una vez por todas.- continuó con la boca llena de pasta.

"Pienso lo mismo, mira esto" señalé y le lancé mi examen con el 100/100 escrito en rojo

-¿Qué hay de malo en eso?- me miró extrañado.

"Tan solo mira las respuestas" articulé y así lo hizo él explotando en una carcajada.

-Jajaja ¿A ti también?- dijo sacando un examen de su mochila que tenía escrito lo mismo que el mio. Yo asentí.

"Deberíamos mudarnos" mencioné de broma riendo pero Matt se quedó inmóvil pensando en lo que acababa de decir ¿lo estaba considerando? yo solo quería hacerlo sonreir.

"Matt era broma" moví mi mano frente a él para que respondiera.

-¿Y si en verdad lo hiciéramos? Ya nada nos detiene aquí.- me dijo con los ojos iluminados.

"¿Hablas enserio?" pregunté.

-¡Claro! Acaso no quieres un nuevo comienzo. Ir a un lugar donde no nos tengan lastima todos los días de nuestra vida. A pasado un mes enana y tu misma has visto que todo se ha puesto peor. Dudo que acabe pronto.-

Mi hermano tiene razón siempre nos verán como los pobres niños que perdieron a sus padres en un accidente. Yo siempre seré la que se quedó sin voz y Matt siempre será el que se tuvo que emancipar para cuidar a su hermana y que así no terminaran en un orfanato. Tenemos que salir de aquí y comenzar de nuevo sin mirar atrás. Es la única forma de superarlo.

"¡Hagámoslo!" le señalé y él sonrió como nunca en días.

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