Capítulo 14: Notitas

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Pasaron unos días.

Unos maravillosos y tranquilos días en los que pude hacer mi vida como siempre acostumbraba hacer. Caminaba por los pasillos sola, almorzaba en la cafetería sola y podía prestar atención perfectamente a las clases porque me sentaba...¿ya adivinaron? sí, sola. Sé que tal vez suene patético o tonto pero al final ya me había acostumbrado y hasta me gustaba.

Pude pasar gran parte de la semana normal gracias a que por obra divina del cereal de chocolate no llegué a cruzarme con Scott, y, con "no llegué a cruzarme" más bien me refiero a que en realidad lo estuve evitando durante todos estos días.

Así es, desde ahora pueden llamarme Danielle la cobarde.

En mi escuela cada grado tenía sus propias zonas, horarios y salones dentro de la institución pero en general todos compartimos lugares como los pasillos, las canchas, la cafetería y el estacionamiento por lo que era casi inevitable encontrárme al hombre en algún momento. Es por eso que cada vez que de casualidad lo veía asomándose por cualquiera de estos, ya sea solo o con su grupo de amigos (porque sí, Matt y los demás ya lo habían incluido en su manada) o me hacía la loca y me concentraba en cualquier cosa de alrededor como si de personaje de wattpad a la hora de detallar algo se tratara, o salía corriendo como alma que lleva el diablo a algún lugar lejos como el baño de chicas o la cancha de futbol.

Sé que probablemente exageraba pero ¿pueden culparme? Cada vez que nos encontrábamos en la misma habitación podía sentir su mirada quemar contra mi espalda. Sus ojos cielo entonaban una sonrisa burlona pero ahora a la vez me observaba con cierto detalle.

Otros días también se veía serio, concentrado, como si estuviese tratando de analizarme, de descubrir qué secreto escondía, causando que todo rastro de diversión o sarcasmo se esfumen y él adquiera un aura fría y misteriosa que estremecería a cualquiera.

¿Será que era bipolar?

Es por eso que lo evitaba, a parte de algún u otro modo tenía que hacerle captar la indirecta de que no estaba dispuesta a seguir su jueguito de detective, ni que fuera Sherlock Holmes. El hecho de que solo compartieramos dos clases hizo la situación un poco más fácil. Por lo menos no estaba obligada a verle la cara todo los días, sin embargo no estaba completamente salvada pues igual tenía que enfrentarlo mínimo dos veces por semana: lunes y viernes, como hoy, que me tocaba biología seguido de literatura.

¿Quién te manda a adelantar dos clases tonta? Si tan solo te hubieras conformado, nada de esto te tendría que preocupar.

Ahora no tenía ganas de hacer nada de nada. Como si nuestra interacción del lunes hubiera bajado al mínimo mi bateria social por los próximos dos años (que ya de por sí siempre estaba baja).

Enserio que ya debería ir practicando y socializar más, ya saben para la universidad y todo lo que venía luego. Dudo que logre graduarme o conseguir un trabajo si seguía haciéndome la chica tímida para ocultar que soy muda.

O quizás mejor podía hacerme la loca por siempre para que Matt me mantuviera por el resto de mi vida y yo me dedique a la vagancia.

No sé, decidiré luego.

Ya solo faltaban unos cuantos minutos para que empiece la clase de biología pero aún así cuando llegué al salón no había ni un alma en pena a excepción de la profesora que se encontraba sentada cómodamente en su escritorio revisando unos papeles.

—Danielle hola ¿Qué tal va todo?— saludó apenas me vio. Yo solo respondí con una sonrisa y el pulgar hacia arriba.

Los profesores y el director estaban enterados de la situación con mis cuerdas vocale más no del accidente. El primer día de clases de cada año Matt pasaba por los salones que me tocaban a explicarles uno por uno de ellos mis limitaciones y cómo yo prefería que todo se mantuviera en discreto. Por eso muy pocas veces mis maestros tenían la opción de hablarme o preguntarme algo, casi siempre todos mis demás compañeros de aula estaban alrededor e iba a parecer algo sospechoso que yo no respondiera o que les entregara un papelito.

MUDAWhere stories live. Discover now