Little Star 🌛 Choi BeomGyu.

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Después de ese día, después de ese Sábado, la incomodidad entre los dos era muy palpable y por eso BeomGyu de alguna manera se sentía culpable, por la actitud que adoptó Byeol. Así que mejor fue a buscar ayuda a su amigo incondicional: Choi YeonJun.

—Y después se fue porque tenía que hacer algo con su hermano —finalizó de contar el relato de como metió olímpicamente la pata.

YeonJun concordó con esto, así que le dio un golpe en la cabeza.

—¡Hyung! —exclamó el castaño frotándose la cabeza.

—A ver si así se acomodan tus neuronas —habló YeonJun—, nunca había visto tanta estupidez humana —sonaba molesto, un poco ofendido. Si lo que le hubiera pasado a él, le hubiera ocurrido a cualquier otra persona estuviera igual de YeonJun.

—¿Qué hago? —preguntó angustiado, aún que ya sabía la respuesta, él quería escucharlo de otra persona.

—Hablarle de la verdad, decirle lo que realmente pasa.

—No puedo, Hyung. . . ¿Y sí arruina nuestra amistad?

—Eso no lo pensaste el Sábado —touché—. ¿Vas a dejar que todo siga mal, o hasta empeore?

—No, per-

—Nada, Choi BeomGyu. Tú metiste la pata y ahora lo solucionas, nadie vendrá y lo hará por ti.

Mentira. Su grandioso amigo, YeonJun, ayudaría a su pequeño amigo, BeomGyu. Así que ya tenía un ingenioso plan, que tenía que salir a la perfección para que de diera buenos resultados.

Esto no lo sabía BeomGyu, así que el solo comenzó a pensar en cómo solucionar el malentendido. Podría tener varios resultados y consecuencias pero lo tenía que resolver. Ya.

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Por otro lado, Byeol estaba con sus amigas en la azotea de la escuela.

Mitsuha y JiNa estaban consolando el corazón partido de EunByeol. JiNa contenía sus ganas de matar a BeomGyu y Mitsuha quería mantener alejada a su querida Byeol de ese chico que tanto le hacía daño.

Pero, Mitsuha pensó una y otra vez la historia que les narró Byeol. Había algo que no encajaba: ¿Por qué BeomGyu nunca dijo que sí o que no, hacía la chica que le gustaba? Siempre lo dejaba al aire, ¿Por qué?

La pelinegra no lloraba. Se encontraba en estado vegetal, era como si estuviera viva por fuera, pero a la vez muerta por dentro.

—Unnie~~ —JiNa comenzó a hacer un poco de aegyeo para alegrar a su amiga—. ¡Por favor no estés triste! Si no, mi corazón se va a entristecer —hizo un puchero y marco como una lágrima caía de su mejilla—, y no es bueno que estemos las dos tristes —nego con la cabeza haciendo un ruido extraño pero lindo.

Por primera vez en el día Byeol reaccionó, fue una sonrisa discreta y pequeña, pero ya era algo. Poco a poco la calidez de sus amigas comenzaba a romper la capa de hielo que cubría a EunByeol.

Cómo BeomGyu lo hacía. . . Solo que él con su presencia, con su mirada, con su simple sonrisa o sus malos chistes la convertía en un ser indefenso.

Y la tristeza calló de nuevo en el ser de la pelinegra.

En eso, Mitsuha recibe un mensaje con una invitación, algo que dudó mucho en aceptar pero que al final lo hizo por el bien de su mejor amiga.

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Byeol cambiaba por el pasillo hacía su salón. Cada paso que daba hacía que su cabeza retumbar proporcionándole más dolor de que ya tenía; la cabeza le punzaba con un dolor muy agudo.

De repente todo comenzó a dar vueltas y la vista se le tornó algo borrosa, haciendo que irremediablemente callera al suelo. El dolor agudo se intensificó. Trató de levantarse pero no pudo, volvía a caer.

—Ayuda... —susurró. Nadie podía escucharla, ni siquiera ella misma.

Hasta que sintió como unos brazos la rodearon, haciendo que su cuerpo se levantara poco a poco.

—Cuidado —esa voz. . .

La seguridad volvió a ella, acompañada de un gran alivio. . . Se encontraba fatal, era un desastre, pero la única persona que podía arreglarla y darle una salida era aquella que había alterado sus sentimientos.

—BeomGyu. . . —sentia como era llevada en la espalda del muchacho. Su cabeza descansaba en los hombros de Gyu, cerró sus ojos y de ahí no supo nada más.

El corazón del castaño se aceleró al sentir a la chica cerca suyo, desearía tenerla así todo el tiempo. Ese sentimiento se mezcló con un dejó de tristeza, tenía que hacerlo bien y decirle todo a ella. Ése era el único modo que estar cerca de la muchacha, amenos que ella lo rechazara. . .

Llegó a la enfermería, y al entrar la dejo en la única camilla que estaba ahí. La dejo con delicadeza, cuidando que no se golpeara, fue difícil pero lo logró. Tomó una sábana y con esta tapó el cuerpo de su pequeña estrella.

Se sentía mal. Ella está enferma y algo le decía que tenía la culpa.

Tomó una silla y se quedó un momento a verificar que ella estuviera bien, que nada malo le fuera a suceder. Y se dio cuenta de cosas que no sabía y no tenía claras.

La piel pálida de Byeol -que denotaba que no estaba bien-, dejaba lucir más las pecas que tenía esparcidas en sus mejillas y ella puente de la nariz, mejillas regordetas como unos dumplings. Las pestañas de la pelinegra eran largas y gruesas, contrastaban bien con sus pecas. Y los muy bien definidos labios que ella poseía, eran normalmente de tonos rosas, pero ahora estaban pálidos y un pocos quebrados.

Cómo si de una fuerza de atracción se tratase, BeomGyu fue acercando su cara a la de Byeol. Temeroso, pero se acercó.

Paró un momento, antes de que sus labios tocaron por completo los de ella, cuando solo se rosaban. Sintió una descarga eléctrica y algunas cosquillas. Y finalmente lo hizo.

Fue un beso corto y sencillo, no implicó nada más que un toque de labios; pero fue suficiente para dejar sus sentimientos, todo lo que no se atrevía a decir ahí estaba plasmado.

Ella no estaba consiente para saberlo, pero BeomGyu esperaba que lo supiera.

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