⟨ « Su nombre era Byeol, que significaba estrella.
Ella era la estrella que iluminaba su oscura noche. » ⟩.
Cuando ambos se juntan, crean una mezcla rara pero muy buena. Cómo si se tratara de algo exótico.
Amor, dudas, temores, celos, malentendidos...
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Entraron a la casa de los padres de JiNa, y notaron que era un lugar muy acogedor y cálido; era muy bonito. Una construcción de un color amarillo pastel, contrastado con un color blanco.
Para llegar a la puerta, tenían que subir unas escaleras de piedra. Ya ahí, había un techo de palma y la puerta era corrediza, de vidrio. Al entrar una sensación fresca le rodio al gupo de amigos, en la sala había una gran pantalla y unos sillones amigos color blancos, que armonizaban muy bien con la estética del lugar.
Si caminabas más, llegabas a la cocina que también predominaba el blanco, dando un aspecto un poco minimalista, pero los detalles en amarillo y aqua contrarrestan esa estética. La cocina era espaciosa y contaba con lo suficiente para hacer comida y pasar un par de días ahí. Había una puerta corrediza de vidrio, que daba a lo que era el patio; dónde había una pequeña alberca y la vista desde ahí era angelical.
Al subir por las escaleras, se divisaban ya los cuartos: habían cinco de estos. Los padres de JiNa se alojaron en uno, tres chicos (YeonJun, SooBin y HueninKai) se fueron a uno, los otros dos ocuparon otro y las tres muchachas se adueñaron de otra habitación.
Cabe destacar que cada habitación tenía su propio baño.
—JiNa-yah —habló Mitsuha—, esta casa parece un hotel.
—¿Verdad? —dijo mientas se secaba el cabello con una secadora de pelo. Ya se habían metido a dar un baño, una por una, para quitarse la arena y el agua salada del cuerpo; después de aquella guerrilla.
—Es muy bonita —Byeol se peinaba el cabello una y otra vez, mientras se ponía crema y silica para el cabello, y así no hacer que se esponjas debido a la humedad. Pero era imposible.
—Byeol, ven —Mitsuha palmeó un lugar en la cama. La chica se acercó y su amiga comenzó a peinarle, haciéndole unas lindas coletas bajas. Así ya no tendría problemas con el frizz.
—Esta casa era de mi abuelo, pero se la dio a mi papá. Antes, yo vivía aquí con mis padres, pero mi tía enfermó así que tuvimos que mudarnos a Seúl. Para qué mi madre cuidara a su hermana, ya que ella no tiene familia.
Minie y Byeol asintieron comprendiendo la situación.
—Pero aún así, estos dos lugares tienen parte de mí, y es muy bonito recordarlo y volverlo a vivir.
—Concuerdo. Me pasa lo mismo respecto a Corea y a Japón; cuando estoy allá extraño un poco vivir aquí, en cambio, cuando estoy aquí extrañó estar allá.
Byeol solo las escuchaba atenta. Nunca había experimentado aquel sentimiento del cual hablaban, y esperaba nunca hacerlo, pues se sentiría muy mal al tener su corazón dividido en dos partes.