Little Star 🌛 Choi BeomGyu.

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—Niños, quédese un momento —dijo su padre—. Tenemos que hablar.

Apenas habían llegado de la cena, y si bien los ánimos se fueron por los suelos el carisma de los señores jefes lo alzó un poco.

—Dinos, padre —Tae estaba muy molesto, indignado. Pero había que escuchar, dialogar.

—Perdonen por no decirles antes pero sabía que está iba a ser su reacción.

Byeol estaba sentada alado de su hermano, escuchando la historia del Sr. Kang; su mirada está muy fija en el piso. TaeHyun miraba la pared, como si está fuera evitar el que se fueran. Ambos no dijeron nada.

—Se que están enojados y muy molestos, pero por favor entiendanme. Con este aumento voy a ganar mucho más dinero, y así les daré una vida mejor, podrán estudiar en las mejores universidades lo que ustedes quieran. . . Además, ustedes saben cuánto había esperado este ascenso. . .

Los hermanos seguían sin decir nada.

—Hijos, por favor piensen en mí y en su madre, finalmente vemos cómo todo está riendo fruto y-

—¿Y nosotros que? —dijo Byeol con un tono áspero—. Nuestra vida también estaba mejorando aquí. Finalmente tenemos buenos amigos, finalmente podemos sonreír y reír más. . . Hay personas que queremos aquí y no queremos abandonar, ¿Cómo nos piden que dejemos todo? ¿Acaso no se dan cuenta que ni siquiera podemos comunicarnos bien en inglés? Y, ¿Qué me dicen sobre la vida allá? ¿Si los niños allá nos rechazan? ¿Si somos la familia marginada del vecindario? ¿Y si bajo mis calificaciones?

»Padre, yo no me quiero ir.

El Sr. Kang suspiró. Se arrodilló a la altura de su hija y le tomó las manos; su hija era la viva imagen de su madre. Ojos color pasa, piel clara, cabello negro y un poco pecosa. Hasta en su personalidad podía ver a su difunta madre.

—Hija mía. . . Tu madre va a extrañar a sus papás, tus abuelos. Yo extrañaré a tu tío y mi papá. También tenemos amistades importantes aquí; así que tenemos mucho que perder, pero también mucho que ganar.

Cierto. Su padre era muy apegado a su tio y a abuelo, desde la muerte de su abuelita hace cinco años. Y su madre adoraba a sus respectivos padres.

Aún así se querían quedar los dos. Y pareciera que su padre escuchaba su pensar, pues dijo:

—Pero por favor, no nos pidan que los dejemos aquí. No queremos perder de vista el crecimiento de nuestros pequeños, queremos vivir esta etapa con ustedes. Hasta que crezcan y puedan volar con sus propias alas.

—Los amamos —dijo su madre—. Y no soportariamos ver cómo crecen alejados de nosotros, no soportaría estar lejos de sus abrazos, sus besos, sus discusiones y bromas. Son lo más preciado para mí, y para papá también, así que por favor, quédense a nuestro lado.

Y Byeol volvió a llorar.

Ella también los amaba, eran sus progenitores y les debía la vida. Pero su corazón seguía estando en su hogar y su hogar era aquí en Corea. El Sr. Kang abrazó a su hija y acarició su espalda para consolarla, ella rodeó el cuerpo de su padre con sus brazitos.

Él pensó cuando su hija era una niñita pequeña, y cuando después de jugar en la sala con sus muñecas se quedaba dormida, él la cargaba y la llevaba a su habitación, que en ese momento estaba pintada de azul. En ese momento daba lo que sea para proteger a su niñita, y ahora con más razón al verla llorar.

Si ella deseaba, abandonaba su cargo y buscaba trabajo en otro hospital.

Pero Byeol no era tan egoísta. La sangre, el sudor y las lágrimas que invirtió su padre en su pasión de curar y sanar las enfermedades de los pacientes era lo que le daba el pase para crecer más como doctor. Además que así como su padre está creciendo moralmente, así ella y TaeHyun lo van a hacer en su momento; y sabía que sus padres los apoyarían.

Así que debía de apoyarlos también.

—¿C-cuando n-no-os va-amos? —preguntó con la voz cortada.

—Este Viernes, para llegar allá el Sábado —respondió su progenitor.

Eso quería decir que tenía cuatro días para despedirse de sus amigos y familia.

Solo cuatro días.

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Era Martes. Quedaban tres días.

Hoy fueron todos los integrantes de la familia Kang a saludar y despedirse de la familia.

Primero fueron con los abuelos del lado materno, puesto que vivían más cerca.

Al llegar, sus abuelos les habían preparado gimbap. Para qué comieran, y recordarán el sazón de la abuela. Todos se hicieron los fuertes, y  evitaron soltar las lágrimas; pero era notorio que se encontraban devastados.

Después fueron con su tío preferido y el abuelo. Ahora departe de la familia paterna.

El abuelo sintió como su corazón se estrugaba al escuchar la noticia. El hijo que tanto apoyo le dió se le iba de las manos, pero no iba a hacer nada. Por última vez, en mucho tiempo abrazo a su hijo y le dijo cuanto lo quería.

El silencio reinó en el lugar.

Sí nadie se quería ir, ¿Por qué lo hacían?

Byeol no lo soporto más y sus ojos soltaron ese líquido salado. Rápidamente lo secó con su mano y suspiró fuertemente, por enésima vez en el día.

Tae abrazó a su hermanita por los hombros y la apego a él, mientas miraban la escena de su abuelo y padre con lamento.

Y todavía faltaba despedirse de sus amigos. . . De el chico que guardaba en su corazón. . .

Tenía que ser fuerte para poder decir aquel último adiós.

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