⟨ « Su nombre era Byeol, que significaba estrella.
Ella era la estrella que iluminaba su oscura noche. » ⟩.
Cuando ambos se juntan, crean una mezcla rara pero muy buena. Cómo si se tratara de algo exótico.
Amor, dudas, temores, celos, malentendidos...
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—Mamá, ¿Has visto mi collar? —preguntó la pelinegra corriendo hacia la cocina, en donde estaban sus progenitores.
La mujer se dio vuelta mirando a su hija. Una dulce sonrisa se escapó de su boca; no dudaba que la chica que tenía enfrente era la chica más bonita y hermosa que conocía. El papá de Byeol dejó de leer el periódico para mirar a su hija, y se sintió de igual manera que su esposa.
Pero este sentimiento se mezcló con un poco de celos. Sí, celos. Era la única hija que tenía, por lo cual, la quería solo para él y para su mujer; era algo muy valioso para el Sr. Kang. Aún no cabía en su cabeza la idea de que su pequeña niña estuviera creciendo y estuviera apunto de salir con un chico. ¡Aún era una bebé!
—No, nena —contestó su madre a la pregunta de su hija.
Byeol hizo un puchero. Aquel collar era lo que complementaba a la perfección su look. Era un collar con una esmeralda azul rodeada de un soporte en forma de corona de oro puro. Aquél collar le fue regalado por sus abuelos cuando se graduó de la primaria; también tiene un gran valor sentimental.
—¿De casualidad es éste? —habló TaeHyun entrado a la escena.
La más chica de la familia dio una vuelta sobre sus talones y vió aquel collar colgando de la mano de su hermano. Una sonrisa proyectó su rostro y la pesadez que estaba sintiendo se desapareció.
—¡Sí! —tomó el collar entre sus manos y lo puso alrededor de su cuello. Abrazó a su hermano agradeciendole que él lo encontrara—. Oppa, ¿Dónde estaba?
—En el pasillo, tirado. Ví algo que brillan y lo tomé, resultó que era tu collar.
Las mejillas de Byeol se calentaron, debería de ser más cuidadosa con sus cosas.
—Ups. . . Gracias —terminó diciendo en voz baja. Se alejó de su hermano, y miró a sus padres—, ¡Ya estoy lista~!
—Espera —la madre de la pelinegra se limpió las manos en el mandil que tenía puesto y se acercó a su querida niña.
Pasó un mechón de pelo corto detrás de la oreja de su hija. Su pelo era largo hasta la cintura, pero ayer en la noche le pidió que se lo cortara arriba de los hombros. Era un cambio muy drástico, pero le benefició mucho a su niña.
Le quitó el polvo inexistente de los hombros, y bajo sus manos hasta llegar a las de su hija.
—Estas muy bella —reconoció la madre, el papá solo asintió con la cabeza.
