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La señora Lee iba a matarlo.

Namjoon miró su reloj e hizo una mueca. Ya era la una de la mañana; él le había prometido a la señora Lee que no volvería a casa después de la medianoche.

Preparándose, abrió la puerta tan silenciosamente como pudo. Jungkook era de sueño ligero. Namjoon cerró la puerta, estremeciéndose cuando crujió.

Maldita sea.

—¿Señor Namjoon?— dijo la señora Lee, frotándose los ojos y sentándose en el sofá.

Namjoon miró a los gemelos, pero ellos no parecían haber despertado. Se acercó a su niñera. No le tomó mucho tiempo, el apartamento era pequeño.

La señora Lee estaba frunciendo el ceño profundamente y con una mirada triste en su rostro.

—Lo siento—dijo Namjoon antes de que ella pudiera decir nada—. Estoy realmente, realmente arrepentido. No pasará nuevamente, lo juro. No podía volver antes. Fue una noche tranquila, y no he conseguido muchas propinas. Yo no tenía suficiente dinero para pagarle por esta semana, así que terminé quedándome.

Los labios de la señora Lee estaban fruncidos. Ella suspiró.

—Sr. Kim Namjoon, entiendo su situación - es la única razón por la que sigo aquí - pero debe entender la mía, también. Tengo una familia, también, pero me paso hasta quince horas al día aquí, cuidando de dos enérgicos niños de cuatro años. No me paga lo suficiente para eso.

—Voy a encontrar otro trabajo—dijo Namjoon rápidamente, tratando de sofocar el pánico creciente en su pecho—. Voy a encontrar un mejor trabajo y le pagaré más.

Ella suspiró de nuevo, sacudiendo la cabeza.

—Eso es lo que dijo el mes pasado, Namjoon—miró a los niños— Admiro su dedicación, pero no puede seguir así. Sólo tiene veinte años. Se merece algo mejor. Ellos se merecen algo mejor, también. ¿Por qué no les encuentra una buena familia?

—No—dijo, su voz dura—. Ellos ya tienen una familia. Me tienen mí.

—Apenas le ven. Preguntan por usted todo el tiempo. Ellos le extrañan.

Namjoon miró hacia ellos. Jungkook y TaeTae dormían enroscados uno hacia el otro, sus mejillas regordetas casi se tocaban. Se le formó un nudo en la garganta.

—Los extraño, también—él miró a la señora Lee— Por favor. Encontraré una solución. Realmente no volverá a suceder—. Pescando su billetera del bolsillo trasero, le dio a ella todo el dinero que tenía—. Aquí, tome esto.

Ella negó con la cabeza, pero aceptó el dinero.

—Piense en lo que le dije, Namjoon—dijo antes de tomar su bolso y salir.

Namjoon cerró la puerta y volvió a la cama. Se arrodilló junto a la cama, apoyó la barbilla en el colchón y se quedó viendo a los gemelos. La luz tenue hizo que su cabello castaño pareciera casi dorado. Parecían pequeños angelitos.

Namjoon cerró sus ojos. Dios, estaba tan cansado, pero dormir era la última cosa en su mente. No necesitó abrir la heladera para saber que se quedaron sin comestibles: sabía cuánto tiempo les llevó agotarse. Ellos no tendrían nada qué comer el día después de mañana.

La desesperación arañó su garganta. Luego vino el resentimiento y la ira. Namjoon se los quitó de encima. Estar enojado con sus padres por tener numerosas deudas, morir y dejarlos sin un centavo era inútil. Él no podía permitirse el lujo de perder el tiempo. Necesitaba dinero. Ahora. ¿Pero cómo? Él ya tenía dos empleos.

—¿Nam?

Namjoon abrió los ojos. Uno de los niños ya no dormía. Una oleada de pánico lo recorrió cuando se dio cuenta de que ya no podía distinguirlos. ¿Era Jungkook o TaeTae?

—¿Campeón? —graznó a través del nudo en su garganta.

El niño se sentó lentamente, con cuidado de no despertar a su hermano. Namjoon exhaló. Era Jungkook; él era más maduro y considerado que TaeTae, quien era frecuentemente una pelota de energía sin dirección.

Jungkook se acercó a él y Namjoon lo levantó en sus brazos.

—Hey, héroe—susurró, besándolo en la sien y respirando su dulce aroma.

—Estás en casa—dijo Jungkook envolviendo sus pequeñas manos alrededor de su cuello—Te extrañé.

—Yo también—Namjoon murmuró, acariciando su espalda. Lo siento—. ¿Te divertiste mientras yo estaba fuera?

Jungkook asintió—: Jugamos mucho, pero el Halcón no nos dejó salir fuera.

—No llames a la señora Lee así—lo reprendió a pesar de que tuvo que reprimir una sonrisa. — ¿Algo más?

—Un hombre grande vino después del desayuno. Él tenía una carta para ti, pero el Halcón no nos dejó que la tocáramos.

—Una carta, ¿eh? —Namjoon se puso de pie, sosteniendo a Jungkook junto a su pecho, y caminó hacia su escritorio—. Vamos a ver.

Agarró el sobre y volvió a la lámpara en la mesa de luz. Él entrecerró los ojos ante él y su estómago cayó cuando vio de quién era.

—¿Qué es? —preguntó Jungkook.

Namjoon abrió el sobre, sacó el pedazo de papel en el interior y comenzó a leer.

"... calificaciones inaceptables..." "...en caso de no lograr mejorar..." "...la beca será revocada a menos que el estudiante logre..."

El papel se le cayó de los dedos al suelo y él no se dio cuenta.

—¿Namjoon? ¿Algo malo pasó?

Miró abajo a los ampliamente abiertos ojos café de Jungkook y forzó una sonrisa.

—No, calabaza. Todo está bien—enterró la cara en su pelo y cerró los ojos.

Cuando llovía, lo hacía a cántaros. 

Retorcido (JinNam)Where stories live. Discover now