Kim no regresó en unos pocos días. Tampoco llamó. Namjoon sabía que podía llamar, pero la sola idea le hizo temblar. No quería parecer pegajoso.
Para el viernes, Namjoon no sabía qué pensar. No ayudó el que Jungkook y TaeTae continuaran preguntando sobre dónde estaba el señor Kim porque era una pregunta para la que Namjoon no tenía respuesta: ¿Dónde estaba él?
El que Kim fuera un compromiso-fóbico era un pensamiento persistente en la parte posterior de la mente de Namjoon. Tal vez lo había dejado porque esta cosa entre ellos le asustó. Si eso era así, bien, que se joda. Namjoon estaría condenado si se dejara ser del tipo pegajoso.
—¿Qué te pasa, hombre? —Hoseok preguntó el viernes por la mañana, mientras se sentaban en la clase de Kim.
—Nada.
—Te ves como la mierda.
—No dormí bien—Namjoon murmuró, frotándose los ojos. No era una mentira—Sólo estoy...—se interrumpió a sí mismo, notando al profesor que entraba en el salón de clases.
No era Kim. Su corazón se hundió.
La profesora Jeon se sentó detrás del escritorio de Kim y sonrió a los estudiantes.
—Buenos días—dijo la mujer alegremente—Voy a estar reemplazando al profesor Kim hasta nuevo aviso.
Una alegría recorrió la habitación. Namjoon levantó la mano.
— ¿Sí, señor Namjoon? —dijo Jeon.
—¿Dónde está el profesor Kim?
Ella arqueó las cejas.
—Yo no creo que sea tu problema, pero si quieres saberlo... El profesor Kim está ausente debido a circunstancias familiares.
—Sí—la chica sentada al otro lado de Namjoon murmuró—He visto en las noticias que él se estará casando con la hija de un político.
Namjoon se quedó mirándola, aturdido. Hoseok le puso una mano en el hombro y le dijo algo, pero apenas podía oírlo.
¿Casado? ¿Seokjin?
—No puede ser verdad—susurró más para sí mismo que para la chica—Él es gay. Y él es...—mío.
Excepto que no lo era, ¿verdad? No tenía ningún derecho a estar enojado. No eran nada el uno del otro.
—¿Estás bien? —dijo Hoseok, quien lo miraba con el ceño fruncido.
—Estoy bien.
—Namjoon...
—¡Estoy jodidamente bien! —Namjoon respiró hondo y dijo más suave—. Lo siento. Estoy bien.
* * *
Namjoon volvió a casa temprano, despidió a la niñera, se sentó en el sofá y vio a los gemelos jugar.
Sus trajecitos estaban gastados y demasiado pequeños para ellos. Necesitaban ropa nueva. Cerró los ojos y pensó en cuánto costaría. La navidad no estaba muy lejos y la fecha era cara, por lo que necesitaba ahorrar dinero. La nueva ropa para los niños tendría que esperar hasta que encontrara un trabajo mejor.
Namjoon suspiró, frotándose la cara. Sí. Eso era en lo que necesitaba enfocarse. No más distracciones. Los niños dependían de él. El sofá se hundió cuando los chicos de pronto subieron a él.
—Estás triste—dijo TaeTae.
—No nos gusta cuando estás triste—dijo Jungkook.
Namjoon sonrió y envolvió sus brazos alrededor de ellos para acercarlos. Eran muy calientitos y olían a jabón y dulces. A inocencia.
—No—dijo—. Por supuesto que no estoy triste.
—¿Cuándo va a volver el señor Kim? —preguntó Jungkook una vez más; sus ojos estaban muy abiertos y brillando con lágrimas— ¡Él me prometió un cachorro! Con una estrella blanca en la frente.
TaeTae se chupó el pulgar.
—Sí, ¿cuándo va a volver?
El corazón de Namjoon se apretó. En ese momento, él odiaba a Kim Seokjin más que a nada. Los chicos no tenían a nadie excepto a Namjoon; por supuesto que se habían apegado a Seokjin ya que había estado prácticamente viviendo con ellos durante el último par de semanas.
Namjoon sonrió, pero se sentía más como una mueca.
—No pareciera que vaya a regresar, cariño.
Las cejas de Jungkook se fruncieron.
—¿Por qué?
¿Cómo se suponía que iba a responder a eso? Namjoon desvió la mirada.
—Porque él tiene su propia familia. Y parece que su padre le pidió que se casara—al menos esa era la única explicación que se le ocurría—. Él va a formar una familia ahora.
—¿Por qué? —cuestionó Jungkook.
El labio inferior de TaeTae tembló.
—¿Por qué?
Namjoon miró entre ellos y no supo qué decir.
—No sé, conejito—murmuró, presionando sus labios en la frente de TaeTae y tirando a Jungkook más cerca—No lo sé.
