BlackPink y Tú

¿Por qué me dejas así...?

Aún recuerdo cuando ella seguía con vida.
Era toda una loquilla.
Pero ahora es un ángel... O tal vez un demonio.

Debo admitir que si no fuera por ella, no sabría que el mundo es un lugar injusto. Aunque ella fue quien me enseñó eso, la odio.
La amo con todo mi ser, pero la odio también.

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Desperté y vi que Jisoo no estaba a mi lado. Supuse que se había quedado dormida en el bar... otra vez. Me dispuse a levantarme y a arreglarme como de costumbre.
¿Cuándo dejará de fumar y de beber? Esto en serio me está volviendo loca, cada día un poco más.

Mientras pensaba, me detuve a ver la foto que se hallaba en la mesita de noche. Era la foto del día de nuestra boda. Éramos tan felices en aquel tiempo, pero ahora, es como vivir en el infierno.

Suspiré pesadamente y bajé hacia la sala. Grande fue mi sorpresa al ver a mi esposa dormida en el sofá, sosteniendo una botella de alcohol vacía, mientras que varios cigarros yacían en el suelo. Parece que anoche se emborrachó una vez más.

Me encargué de limpiar todo y arrojar lo necesario a la basura. Es increíble que alguien que se ve tan hermosa durmiendo, se convierta en una maldita perra al despertar. Negué con mi cabeza evitando los pensamientos y caminé hacia la cocina dispuesta a preparar el desayuno.

Estaba cocinando unos waffles, hasta que escuché como Jisoo entraba a la cocina, dirigiéndose al refrigerador.

—Buenos días, Unnie. ¿Quieres waff-

—Cállate —Me interrumpió de mala gana. —Deja de preocuparte por mi. Pareces una idiota haciéndolo. Ya soy un adulto, se cuidarme sola

Sacó una botella de alcohol y se fue a la sala mientras bebía directamente de esta. Bajé la mirada hacia el suelo y lloré, lloré olvidando todo a mi al rededor. Ni siquiera me importó que la comida se estuviera quemando.

Un par de horas más tarde, me encontraba en la cafetería con una de mis hermanas. Me pidió que pasara el rato con ella, así que decidí aceptar sin problema.

—¿Cómo vas con Jisoo? —Preguntó Rosé, mi hermana mayor.

Créanme, quise decirle la verdad. Pero no quisiera preocupar a Rosie y que eso también preocupe a mi otra hermana, Lisa.

—Todo... —Suspiré haciendo una pausa. —Todo va bien —Sonreí como pude. Para mi suerte, mi hermana Rosé es bastante fácil de engañar. Una simple sonrisa y ya creerá que todo está bien.

—¡Qué bien! —Soltó una adorable risa. —Lisa estaba muy preocupada, sentía que algo no estaba bien. Pero ahora le puedo decir que todo está bien para que ya no esté preocupada —Suspiró aliviada, yo solo me limité a sonreír.

Nos pasamos el resto de la tarde bebiendo té y contando historias que recordábamos de cuando éramos unas niñas.

Al llegar a mi casa, vi que Jisoo estaba en el sofá pasando un buen rato con unas chicas. Suspiré cabizbaja al verlas.

—Mira, es esa chica de nuevo —Habló una de ellas mientras se sentaba sobre el regazo de Jisoo.

—Solo ignora su presencia, amor —Jisoo respondió, besando a aquella chica.

Al ver como se besaban, contuve las lágrimas que amenazaban en salir debido a la rabia que sentía. Me dirigí a la cocina para lavar mis manos y mi rostro. También para evadir el fuerte olor que había de cigarrillos y alcohol. Estando allí, unas de las chicas entró a la cocina y se quedó de pie unos instantes junto a mi.