30.- Password.

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Su recámara parecía ser muy distante y el tiempo apremiaba. Nada le costaría correr, tomar su computadora y hacer la búsqueda, pero usar la laptop de su compañero era tentador.

Sin pensárselo dos veces, tomó el aparato y regresó a su sillón, colocándose la computadora en las piernas. Abrirla y prenderla no fue nada del otro mundo, pero lo siguiente era la contraseña.

Había adivinado —o mejor dicho, deducido— la clave de John hacía no mucho tiempo, por lo que pensó que seguiría siendo la misma. Tecleó "Watson221" y marcó error; el rubio era más listo de lo que pensaba, y eso le agradaba.

Echó a andar su pensamiento deductivo, probando con él un sinfín de combinaciones. "Watson221B", "CapitánWatson", "UMQRA", probó con su fecha de cumpleaños —porque aunque no lo mencionara, recordaba perfectamente el cumpleaños del médico—; hizo de todo y nada funcionó. 

No se había dado cuenta de la hora, por lo que la llegada del doctor le tomó por sorpresa.

—¿Qué haces con mi laptop? —preguntó el recién llegado.

—Intentaba investigar algo, pero primero tengo que deducir la contraseña.

—¿No pudiste?

—Aún.

—Sherlock, ya te dije que me molesta que uses mi laptop, ¿por qué demonios no usas la tuya? —se quejó, a lo que el detective se encogió de hombros, nada más.

—No es nada que tenga que ver con tu nombre y apellido, no es algo que tenga que ver con mermelada, no son números, no es algún nombre, entonces, ¿qué es? —hablaba para sí mismo— ¡Lo tengo! Algo que amas. Tu novia, ¿cómo se llama? ¿Era Samantha? ¿Samara?

—Sherlock —dijo el rubio en un suspiro.

—¿Sí?

—La contraseña.

—En eso estoy, John, como podrás haberlo notado —farfulló con cierta molestia.

De pronto, el ex militar le arrebató el aparato, colocándose en una posición en la que el menor pudiese ver la pantalla. Colocó su dedo sobre la tecla "s" y la presionó, seguida por la "h", la  "e", y la "r". Luego se detuvo y le echó una mirada al rizado.

—¡Sheryl! Así se llama tu...

Que terminara por teclear "lock" fue lo que impidió que Holmes siguiera hablando.

John le dejó el computador en las piernas de nuevo y con ese tono carmesí en sus mejillas, se retiró hacia la cocina. Se distrajo lavando algunas cosas, por lo que aquellos largos brazos ciñéndose alrededor de su cintura lo sacaron de sus pensamientos.

—No te culpo. Mi contraseña es "JohnWatson", por si te interesaba saber —murmuró al oído del más bajito.

Johnlock DrabblesOnde histórias criam vida. Descubra agora