Número 6

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Logré poner la mano sobre la marca y susurrar una plegaria para que viniera antes de desmayarme. Esta vez no hubo recuerdo alguno, estaba en la obscuridad, no había final ni principio, nada más que un lugar negro en su totalidad. El sonido de las gotas me causaba curiosidad, no sabía de donde venia pero cada vez era más intenso, un color distinto llamó mi atención, haciéndome dirigir la mirada a mis pies, ahí había una mancha aún más oscura que se movía como si gotas siguieran cayendo pero no había nada. Miré fijamente cuando el goteo se detuvo y el círculo a mi alrededor se quedó inmóvil, pronto comencé a inquietante y ahora mi taquicardia penetraba mis oídos.

Ahí estaban de nuevo, manos negras llenas de esa baba comenzaron a ascender y tomar mis pies, su tacto quemaba haciéndome gritar, halaban cada vez con más fuerza, tratando de resistirme trate de librarme, pero eso sólo logró que perdiera el equilibrio y cayera hacia atrás, pararon momentáneamente, cuando fui consiente de que ahora todo el suelo estaba cubierto de aquella cosa negruzca, empezaron a tomarme por todo el cuerpo, quería gritar pero tenía miedo de enfurecerlas, comencé a llorar y a sacudirme, logrando así que el dolor aumentará, deje de gritar cuando eran aquellas almas las que parecían envolverse en fuego y lamentarse.

— ¿Qué no te dije que no hicieras estupideces mientras no estaba? — estaba hincado a un lado de mí.

— ¿Qué me pasó? — hipé, por alguna extraña razón seguía llorando.

— El infierno te quiere de vuelta, así que cada vez que mueres intentan arrastrarte de vuelta — me senté y recargue en la cama, envuelta en la cobija.

— Tu dijiste... — interrumpió.

— Se lo que dije, pero no sé qué sucede contigo. La cosa es, que tú estás a la mitad del velo, siendo que yo te crucé por completo. Pongámoslo como que eres una puerta, así que no te sorprenda que más demonios intenten utilizarte para cruzar —extrañamente él me ofreció la mano para levantarme y yo la acepte —. Tendré que buscarte otro lugar donde estar, no tengo idea de cómo demonios lo supieron antes que yo y por qué te esperaban para cruzar.

— No me quiero ir de aquí — protesté.

— ¿Acaso te pregunté? — me sitúe frente a él intentando ser imponente.

— No me iré de aquí — lo miré fijo a los ojos.

Olvidé que no traía lentillas.

— Si te dejo quedarte, tú no vas a poner ninguna queja y seguirás bebiendo mi sangre hasta que me digas lo que necesito saber — Él tampoco pareció notarlo aun cuando también me miraba fijo —. Y alégrate de que no pida la verdad que ocultas tras esos ojos grises.

Apenas se esfumó luego de que le prometiera cero quejas, me puse ropa y corrí al baño para detenerme en el espejo. Ya no estaban, aquellas motas cafés ya no estaban.

Si moría perdía aquellos toques de vida. Un nudo se formó en mi garganta, apenas había parado de llorar y no iba a hacerlo de nuevo, abrí el grifo y comencé a mojar mi rostro para lavar lo pegajoso de las lágrimas, cuando terminé solo me deje caer al suelo y me quedé sentada con la cara entre las piernas. Por un momento pensé que seguía en la misma noche, pero luego de llegar al cuarto y tomar el iPad, me sorprendí al ver qué pasó una semana entera desde la última vez que hable con Dan. Borré las notificaciones y entré a ver lo que el bobo envío.

*Olvidaste algo.*

Abrí la imagen viendo como la delgada pulsera que me había regalado mi madre el último cumpleaños, reposaba en su mano. Ni siquiera me percate de que no la tenía y no podría estar sin ella. Luego leí lo que le seguía.

*Espero que no faltes, aunque falta mucho espero verte ahí.*

Y de nuevo, como archivo adjunto dejo una invitación a una reunión escolar, ni siquiera pensé que pudieran seguir vivos. Igual ya sabía que no iría. Miré a través de la ventana, todavía no era media noche, podría dormir un poco y pasar por la mañana, o ir como ladrona a sacarla por la noche. Iría por la mañana, porque igual me quedé dormida.

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