Número 15

6 2 0
                                    

Pasé encerrada al menos una semana, luego de haber intentado escapar la primera vez, el ángel de Pierre sello de alguna manera la cerca para que no pudiera salir. Rita vino todos los días, siempre disculpándose y trayéndome comida sin pasar de la puerta, aún sintiendo la culpa y tristeza que cargaba no me atrevía a mirarla, menos cuando venía por la noche recogiendo la bandeja en el mismo lugar que la dejo, con toda la comida que preparaba.

Pierre duro los primeros tres días encerrado conmigo vigilándome, sin preguntar nada pues aunque lo hiciera, en mis planes no estaba responderle y él lo sabía. Me estaba comportando grosera, intentando ser lo suficientemente mala para que me echaran fuera por decisión propia, amenacé a Pierre con matarlo si no me dejaba sola, así que por ello comenzó a patrullar y entrenar más a los demás hombres, aunque supiera que no podría hacerle daño, me estaba dando el espacio que consideraba suficiente.

Sabía que el volvía cuando creía que dormía y se quedaba despierto acariciando mi cabello, varias veces pensé en detenerlo, pero el hecho de que siguiera ahí apoyándome y estando tan tranquilo me hacía sentir mejor y lo disfrutaba, de igual manera siempre antes de dormirse besaba mi frente.

— Nesi, tienes que comer algo — esta vez sí entro y se sentó a la orilla de la cama —. Lo que no quieres es ver al sujeto en la enfermería y si no comes irás a dar a su lado.

Giré a verla, dándole una gran sonrisa que pude ver le erizó la piel y se removió incómoda.

— Pequeña, no sé que te haya dicho Pierre para que te animaras a entrar — apretó las manos a sus costados —. Pero considero que deberías saber que estos alimentos — pasé el índice por la orilla de la bandeja que se mantenía en sus piernas, haciéndola temblar —, no están en mi dieta y solo me producen asco.

Se aclaró la garganta antes de hablar.

— ¿Eres vegana? — sonreí. El miedo en sus ojos me llenaba de vitalidad.

—No, adoro la carne. Solo que mi dieta se basa en almas, entre más frescas y jóvenes mejor.

La charola en el regazo de Rita cayó al suelo, la comida se desperdigo el suelo al igual que el cristal y la cerámica de la vajilla. No gritó, solo se quedó parada y estática, las lágrimas comenzaron a mojar sus mejillas. Se abrazo a si misma y pude ver la situación en la que estuve una semana atrás, quería levantarme y abrazarla hasta que se calmara, pero no lo hice.

— Hola Rita — Pierre se recargó en el marco de la puerta como era su costumbre —. ¿Sucede algo?

— Aléjala de aquí antes de que decida matarla — se acercó rápidamente a la niña.

— Rita, ven. Vámonos de aquí — decidió tomarla por los hombros.

Al instante en que la tocó, comenzó a gritar y arañarse a sí misma.

— ¡No, no, no, no! ¡Aléjense de mí! No me coman por favor — no me sentía mal por disfrutar su dolor, después de todo era un monstruo peor que Azrael — ¡Ella es uno de ellos, tienes que matarla, aléjala a ella! ¡Tiene esos ojos rojos Pierre, no dejes que me haga daño!

Luego de que recuperó un poco la cordura le suplicó a Pierre que me matará hasta desmayarse en sus brazos. Él me miró molesto al ver mi sonrisa, levantó a la niña en brazos y dio la vuelta para salir, pero se detuvo luego de atravesar el marco de la puerta.

— El hombre en la enfermería despertó, por si te interesaba saberlo. Llevaré a Rita a su casa — mi sonrisa se apagó luego de que se fue.

Me sentía lenta y pesada, como si hubiera comenzado a hundirme en arena movediza. Me moví en automático hasta el lugar a donde fui con Rita, sentía los labios secos y sentía que los oídos me palpitaban.

InsideOnde as histórias ganham vida. Descobre agora