4. Familia Perfecta

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Abrí apenas un ojo sintiendo el calor en mi espalda.

Levanté la cabeza y me percaté de la extraña posición en la que estaba durmiendo. Cerré los ojos de nuevo pero el grito de Allena desde la planta baja me hizo saltar y caer al piso con un golpe sordo.

Mierda.

¿Por qué no puedes despertar como una persona normal?

Me levanté sobando mi cuerpo magullado y salí hasta el pasillo. Divisé la puerta del cuarto de Lena abierta, apenas iluminada y bajé velozmente las escaleras.

Pequeños grititos seguían escuchándose, pero al llegar al pórtico mi corazón dejó de latir como desquiciado para dar paso a una felicidad absoluta.

―Hola, bellezza. ―la sonrisa en el rostro de Tryana era pequeña y su cabello castaño se movía con el suave viento de la mañana.

―Eres una idiota ¡¿qué haces aquí?! ―no podía esconder la sonrisa de felicidad que se me formaba al verla. Llegué hasta donde estaba sentada y al levantarse la abracé con todas mis fuerzas.

Mierda, sí que la había extrañado.

Tryana se había ido a un tour por Europa desde el inicio de las vacaciones, así que nuestras interacciones se habían limitado a pequeñas llamadas y unos cuantos mensajes de texto.

―Basta, sé que extrañaste a tu candente y sexy mejor amiga. ―su piel, usualmente pálida se encontraba de un tono bronceado que le quedaba divino junto al cabello castaño oscuro y los ojos azules.

―No te lo puedo negar. ―la abracé de lado mientras buscaba a Allena con la mirada, encontrándola en el primer escalón alzando a un perrito diminuto de color blanco con unos ojos azules transparentes que me recordaron a los de Eden en mi sueño.

Tienes que dejar de pensar en eso.

― ¿De quién es esa cosita hermosa? ―me acerqué al cachorro que lamió mi nariz al llegar a él.

Era un perrito precioso.

―Lo compré en Italia. Estaban en oferta, pero olvidé que mamá es alérgica, así que... ―miró a otro lado con cara de culpa.

―Tryana Roden, ¿trajiste este perrito aquí para que nos lo quedáramos? Sabes que mamá se volverá loca...

―Mamá aceptó en quedárnoslo. Está encantada. ―Allena estaba jugando con el cachorro en su regazo y apenas me miró un segundo antes de volver su atención al animal en sus piernas.

― ¿Qué? ―sabía lo que hacía. La culpa rebosaba de su cuerpo y tal vez piensa que con un cachorro nos va a compensar...

Bueno, a Allena sí.

― ¿Pasa algo? ―mi castaña amiga siempre sabía cuando estaba de malas.

―Tengo muchas cosas que contarte... Vamos a mi cuarto. ―susurré aunque sabía que Lena estaba embobada con el nuevo miembro de la familia.

Subimos las escaleras y cerré la puerta de mi habitación mientras ella se acomodaba en el borde de mi cama.

― ¿Qué pasó? Esa cara de enfurruñada no es por nada. ―apoyó su mano en el colchón poniéndose cómoda para el relato.

Le conté parte por parte. Se enojó claramente al momento de decirle lo de mi padre, escuchó atentamente cuando le dije sobre el sueño y sonrió con picardía cuando llegué a la parte del beso.

―Vaya mierda. Me voy por unos meses y ahora tienes novio.

― ¡No es mi novio! ―ella rie con fuerza.

Detrás de las Máscaras ✔︎Where stories live. Discover now