17. Sonrisas Fingidas

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Ayxa estaba sentada justo frente a mí.

Me tomé un tiempo en detallar sus rasgos morenos. Su nariz griega, sus ojos pequeños, almendrados y oscuros, su cabello negro con visos violetas y su piel olivácea.

Era hermosa, pero las líneas que cubrían el rededor de su boca en una mueca despectiva le restaban belleza y anulaban la poca brillantez en sus opacos ojos.

Pero, de algún modo, sentí que todo eso no era ella en verdad. Algo le había pasado, algo había descubierto, algo le hizo daño para que ella perdiera esa delicadeza que todavía fluía en sus movimientos.

Al notar como la detallaba, la sonrisa perdió fuerza y el gesto de su rostro cambió a una seriedad impecable; ahora unas líneas en su frente acababan con la escasa diversión de sus facciones.

— ¿Qué? ¿Ahora no dirás nada? —posó los codos sobre las rodillas y sentí su presencia tan cerca con tan sólo el escrutinio de sus sombríos ojos.

— ¿Qué quieres que diga? —la respuesta salió automática, mientras me reacomodaba entre las sábanas.

—Un "hola, Ayxa, es un placer conocerte" estaría bien. —la sonrisa volvió más sarcástica y austera que nunca, resaltando las líneas desdeñosas en sus comisuras.

—No soy buena mintiendo —esta vez una pizca de diversión cruzó su mirada turbia—. Pero, está bien... Hola, Ayxa, ¿Qué haces en mi cuarto como una acosadora? —me obligo a imitar su sonrisa mordaz— ¿Mejor?

Una carcajada deja sus labios, resonando por toda la habitación y agitándome entera ante tal sonido inesperado.

—Ya entiendo porque tienes a más de un Greymme detrás de tu escuálido trasero. Tal vez no eres tan bonita, ni sexy, ni atrevida, ni nada de lo que ellos buscan en una mujer, pero tienes ese algo... Puede que sea la inocencia propia de una adolescente inexplorada e inexperta como tú—suspira y olisquea el aire, saboreando algo que no distingo—, no lo sé. No, espera. No es eso —permito que me observe mientras me tenso, sus ojos me atemorizan y la sonrisa malvada me causa escalofríos y una extraña certeza de que, lo próximo a decir, es puro veneno— tal vez es el cabello, es lo único que veo que alguien, escasamente, podría envidiar de ti. —sus palabras cortan profundo en mi pecho, haciendo sangrar una vieja herida.

— ¿A eso viniste?

Hace un sonido de negación con su lengua antes de levantarse y caminar hasta la cama.

Sus movimientos son estilizados, como los de una bailarina; con ritmo, pausados y expresivos, pero firmes, sutiles, atrayentes.

—Nah, vine porque... quiero saber cosas. —se sienta y cruza la pierna izquierda sobre su rodilla, apoya su mano en el colchón, poniéndose cómoda cerca a mis pies.

— ¿Qué tipo de cosas? —recojo los mismos inconscientemente y ella lo nota, pasando la otra mano, de uñas largas y nudillos esqueléticos sobre el lugar donde antes se encontraban.

Parece distraerse con las arrugas de la tela, haciendo un sonido con sus uñas al pasarlas una y otra vez sobre el tejido, su gesto perdido.

—Ayxa. —quiero acabar con esto rápido, llamo su atención y los movimientos cesan.

Sus ojos chocan abruptamente con los míos dejándome una sensación lúgubre en el pecho.

È la tua voce...1 —susurra para sí. Sus ojos confundidos detallando mi boca.

Aprieto mis labios y muevo mi rostro.

— ¿Qué quieres?

—Interesante... —se acerca tan rápido que no me da tiempo de apartarme cuando toma mi rostro, clavando sus garras en mis mejillas—. Guardas el mismísimo cielo y el condenado infierno en esa boca, niña —su aliento choca con mis labios, entreabiertos por su agarre—. Ahora me pregunto, ¿Qué más secretos escondes detrás de esa mirada?

Detrás de las Máscaras ✔︎Where stories live. Discover now