11. Los Desconocidos

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―Allena era apenas una niña cuando la conocí ―Ozzane miraba al suelo y sus codos se posaron en sus rodillas, levemente inclinado hacia delante―. Estaba perdida. En el bosque. ―sus ojos miel me miraron y una mueca de disgusto se formo en sus labios.

Sí recordaba eso. Mamá estaba histérica mientras lloraba llamando a la señora Roden, porque su hija de siete años había desaparecido en el bosque.

―Estaba buscando a mamá, estaba asustada... ―Allena siguió el relato, como si lo supiera de memoria.

―Y yo la traje aquí. ―mis ojos se abrieron.

¿Qué clase de persona cuerda hace eso?

―Sé lo que estás pensando. Pero en ese momento no le vi problema alguno en traerla y darle de comer antes de llevarla a su casa... O la policía. Así que vinimos. Gwen tenía doce años, si mal no recuerdo ―sus ojos tenían ese brillo que no lograba identificar―. Luego de un tiempo decidí llevarla a su casa por el camino que ella creía reconocer. Llegamos y te vi. Vi ese hermoso cabello rojizo danzando a través de la ventana mientras leías un libro.

―Y unos días después te perdiste de nuevo. ―las piezas encajan.

Recuerdo a mamá desesperada, revisando la habitación de Lena más de dos veces, pensando que la habían raptado. Pero luego, mi hermana entró por la puerta trasera, con total tranquilidad.

―Quería volver aquí. Sentía una necesidad extraña de verlos de nuevo, me sentía bien... A salvo. ―Ozzane bajó la mirada ante esa revelación, parecía culpable―. Luego de varios meses, mamá se tranquilizó y para venir aquí... Mentía.

Mi cabeza giró con rapidez y Lena se encogió un poco.

―Algunas veces que decía ir a lo de Nyria venía aquí. 

No puedo ni imaginarme la cantidad de veces que Allena mentía al decir que estaba donde su mejor amiga y venir aquí, a esta choza, con personas que ni mamá ni yo conocíamos.

Suspiré.

La estancia quedó en silencio y sólo los pasos delicados de Adigwen lo rompieron.

―Y nos convertimos en el oscuro secreto de esa criatura. ―la chica río a la vez que se sentaba en el apoya brazos junto a su padre.

Mirándolos bien se podría decir que ella es la viva figura de quienquiera que sea su madre porque con Ozzane... No tienen nada en común.

―Ozz me ha enseñado muchas cosas. Por eso sabía que al traerte aquí, él tendría respuestas.

Asentí.

Esperé un momento y el rubio me miró expectante.

¿Hola? Necesito tu ayuda.

Silencio.

¿Pequeña Isis?

―Lenns, es que... No puedo hacerlo. ―susurré, pero al estar todo en silencio ellos me escucharon también.

― ¿Qué es, exactamente? ―Adigwen puso su mano en el brazo de su padre. Un gesto despreocupado diría yo.

―Ella entra en sí misma, y habla con una voz que termina siendo ella misma y... Auch ―codeo a Allena para que pare de hablar.

― ¿Cómo? ―los ojos miel del hombre me miran, interesados ahora.

―Yo... 

¿Necesitas mi ayuda, eh?

La burla clara en la voz que hace eco en mi interior.

Necesito mostrarles...

La risa reverberó en mi cabeza y pronto me encontré junto a la nebulosa, de nuevo.

Detrás de las Máscaras ✔︎Where stories live. Discover now