24. Bizarro Descubrimiento

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— ¿Q-qué quieres decir con eso? —me rio mientras la observo sin diversión.

Señala detrás de mí, hacia las siluetas enmascaradas.

­­­­­­­­—Ella... eres tú. ¿No lo reconoces?

Temo girarme de nuevo y distinguir mi rostro o algo que me caracterice entre los rasgos incomprensibles. Pero debido a su mirada insistente, me giro en contra de mis deseos, detallando de nuevo la sombra misteriosa que ahora se me hace familiar.

Ahogo un jadeo.

El cabello largo y espeso, la estatura y la contextura física...

Mi mundo da vueltas.

Las paredes parecen irse cerrando a mí alrededor, haciendo el espacio mucho más reducido, quitándome el aire, emborronándome la vista.

—Quiero salir de aquí, Ady... Por favor.

Tal vez pudo ver mi malestar a pesar de la escasa iluminación, porque su gesto cambió a una inquietud palpable.

Al pasar por la reducida abertura tomé una gran respiración, haciéndole espacio a Adigwen para cerrar el acceso con la pieza de madera luego de apagar las velas con una larga exhalación.

Ella apoyó su espalda sobre esta, en la misma posición que yo, mirando al techo, tal vez con sus ideas tan revueltas como las mías.

— ¿Por qué yo llevaría esa máscara? —susurro, pero sé que me escucha por la cercanía de nuestros cuerpos y la intimidad del momento.

—Debes tener alguna conexión más allá de lo obvio. —abrazó sus rodillas, llevándolas contra su pecho.

Yo tenía algo atascado en mi garganta desde hace mucho tiempo que no sabía si podía dejar salir, pero estaba tan agotada de guardarme cosas que al final crecen hasta hacer difícil respirar.

—La abuela de Leandro Greymme tiene un parentesco familiar con mi abuela materna —cierro los ojos, recordando el tablero de corcho lleno de fotografías y notas—. Hay un lazo de consanguinidad... ¿Crees que sea por eso? —giro mi cara para admirar su expresión, pero sus facciones están escondidas entre las infinitas sombras de la penumbra.

—Wow... simplemente wow. —pasan unos minutos en la que la puedo escuchar tomando respiraciones para hablar, pero lo único que dice es un "puede ser" en medio de un suspiro.

—Adigwen.

— ¿Sí?

— ¿Estás segura de que tu papá podrá ayudarme con... cualquier mierda que me esté pasando? —no puedo evitar soltar aquella interrogante que me atenaza la cabeza desde que dejé el bunker/cabaña de los Greymme.

Mi piel se estremece ante su silencio que dura unos segundos.

—Completamente.

Sonrío genuinamente antes de dejar caer mi cabeza en su hombro con una tranquilidad extraña danzando en mi pecho.

Todo estará bien.

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Allena.

Nada está bien.

Golden no ha venido a verme desde el día de la cena, hace más de un mes, donde conocí por fin al "anfitrión" de mi secuestro.

Mauve, Ebony, Maize... Sólo las chicas han estado rotándose con el paso del tiempo y mi ansiedad va en aumento al sentir que en la mansión ha habido mucho ajetreo últimamente.

Además, no hemos vuelto a tener a Hansen con nosotras en la mesa desde esa tarde.

Me encuentro frente al tocador de la habitación, sin poder mirar mi reflejo, ya que me rehúso a verme llena de maquillaje y con un tocado bonito en el pelo sólo porque "el señor Hansen lo requiere así la noche de hoy".

Detrás de las Máscaras ✔︎Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt