12. Error

1.2K 111 23
                                    

Ross

De vuelta a New York, mi vida es increíblemente aburrida y no veía la hora de que sea viernes y estar volando a Inglaterra para estar con Maddie y Laura.

Suelto un suspiro y le doy un vistazo al retrato de la fiesta de cumpleaños de Maddie, donde estoy abrazando por la cintura a Laura mientras ella sonríe con nuestra hija en brazos.

No puedo evitar sonreir levemente al ver esa foto. Parecíamos una familia.

En unos instantes, vendría a entrevistarme la prensa sobre mi ausencia repentina durante una semana y me sentía culpable por utilizarlas para limpiar mi imagen.

— Señor Lynch, el reportero ya está aquí. — me informa Grace y yo asiento. — ¿Está seguro de esto? Sabe que Laura se va a enojar, ¿no?

— Grace, es mi empresa... No puedo perder lo que he construido en años por dos personas. — contesto.

— Lo que has construido en esta semana es mucho más importante que lo que has construido en años, piensa en eso. La prensa no tardará en ponerlas en la boca del lobo y Laura te pidió que no la expusieras a Maddie.

— Lo necesito.

— De acuerdo... Pero luego atente a las consecuencias de tus actos. — me advierte y se va dando un portazo.

Suelto un bufido y guardo la foto, el reportero entra con una sonrisa ladeada y ya lo detesto.

— ¿Semana complicada? — pregunta.

— No, ha sido de lo más placentera... Me ha costado volver. — respondo.

— Hay rumores de que te has ido a Inglaterra para arreglar las cosas con la mujer y la niña... ¿Es cierto?

— Si, esa niña necesita un padre... Y si Laura dice que es mía, entonces me haré cargo. Les daré el dinero que necesiten para que vivan cómodamente y yo iré a visitarlas los fines de semana que tenga libre.

— ¿Y la madre? Ella fue tu antigua amante, ¿cierto?

— Si, pero la he dejado por Mary... Soy feliz con mi novia y la amo.

— ¿Cómo la has dejado? Es decir, ¿cómo te diste cuenta de que Laura no era suficiente para ti?

— Siempre lo supe, pero jamás me ha importado porque no buscaba algo más en mi vida hasta que Mary apareció. En el baile de graduación, le dije a Laura que lo nuestro se había terminado y que quería estar con Mary, a quien amaba como jamás podría amarla a ella.

— ¿Y cómo se lo tomó?

— Ha quedado destrozada. — miento. — Y comprendo por qué me ha ocultado a mi hija hasta ahora... Yo la había dejado. Pero supongo que vio que no era suficiente tampoco para su hija, y por lo tanto, ha recurrido a mi. Yo con gusto la ayudaré, adoro a Maddie y hemos pasado una semana increíble.

Dios, me odio.

— ¿Mary ya sabe de su existencia?

— Si, aún no hemos hablado bien sobre el tema pero sabe que Maddie ahora es parte de mi vida y espero que se lleven bien. — respondo.

— ¿Te arrepientes de la decisión que has tomado hace unos años atrás?

Si, por supuesto que si.

— No, no me arrepiento.

— Bueno, señor Lynch... Me alegro por su nueva integrante a su familia y les deseo lo mejor. Una pena las circunstancias y su historia con la madre de la niña, pero al menos le ha dado una hija.

— Si, me hubiera encantado empezar mi familia con Mary... Pero así es la vida y estoy feliz con Maddie. — finalizo.

Soy una mierda.

— Muchas gracias, señor Lynch. — me agradece el reportero antes de terminar la nota.

Suelto un suspiro y me sirvo un vaso de whisky, antes de tomarlo todo. Lo necesitaba.

— Laura está en el teléfono. — me anuncia Grace.

— No contestes. Dile que estoy ocupado. — respondo.

— ¿Acabas de entregar una nota degradante para ella y ahora no quieres hablar con la madre de tu hija? Aprovecha mientras puedas, Ross, porque la has cagado y feo.

— Bien... — accedo, de mala gana.

Grace sonríe triunfante y se va para pasarme la llamada. Mi corazón se acelera en cuanto escucho su voz.

— Hola, Ross. ¿Cómo andas? — me pregunta.
 
— Bien, ¿y tú? ¿Cómo está Maddie?

— Estamos bien, pero ella te extraña demasiado... ¿Este viernes vendrás, verdad? Está muy ilusionada con la idea de verte.

— Lo siento, pero no puedo... Tengo unas reuniones que no puedo cambiar. — miento.

Cuando mañana se enterara de lo que había dicho, no querrá volver a verme y Maddie tampoco.

— Oh... Ya veo... De acuerdo. Maddie había organizado un día de picnic, pero supongo que podemos dejarlo para otro día. Ella entenderá.

— El próximo fin de semana estaré ahí. — le prometo.

Promesas vacías. Cada una de las que le he hecho lo eran.

— Está bien. Nos vemos, Ross. — se despide y corta la llamada.

Me recuesto en mi asiento y me froto los ojos, pensando en qué hacer, en cómo arreglaría todo esto.

Unos golpes a mi puerta interrumpen mis pensamientos y me levanto para encontrarme con un Matt furioso.

— Tú sabías que llegaría antes del viernes, tú sabías que me iba a quedar una semana y no te has marchado hasta que yo lo hice. No te quedaste para disfrutarlas, te quedaste para que yo no me las apropiara. — me dice.

Sonrío de lado. — ¿Ya has notado el nivel de importancia que tienes? Te canceló cinco veces en una semana para estar conmigo. — respondo triunfante. — Asúmelo, Matt, terminarás igual que años atrás si no te alejas ahora mismo de Laura.

— Oh, créeme que me alejaré de ella. Quedará como algo de una noche. Has logrado lo que conseguías. Felicitaciones. Pero te aseguro que tú tampoco la tendrás.

— Esa es la diferencia entre nosotros. Yo no la quiero, así como tampoco la quise en el pasado pero de todas formas me eligió a mi. Laura para mi es solo sexo y tú quieres más que eso. Ella puede intentarlo, pero es como yo... Y no servimos para las relaciones serias.

— Todo el mundo sabe que tú no sirves para eso, mira a Mary... Se acuesta con media población masculina. Tal vez yo también me acueste con ella.

— Ve, hazlo... Sigue humillándote. Pero no me hagas perder mi tiempo.

Él rueda los ojos y se marcha. Cierro la puerta de mi despacho y sonrío triunfante. Lo había conseguido.

Matt no era un mal hombre, de hecho, era increíble pero sabía que no toleraría que Laura le cancelara todas sus citas para quedarse conmigo y Maddie. Yo lo había llenado de inseguridades y él ahora no podía soportar que lo dejaran otra vez por mi.

Vio la amenaza que yo representaba y se había rendido, solo para evitarse un corazón roto.

De todas formas, él no la merecía. Le hice un favor a Laura.





Losing YouWhere stories live. Discover now