Capítulo 8.

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Empecé al día siguiente leyendo el diario, devorando página tras página descubriendo cosas, secretos que no pensé que sería capaz de conocer, se hablaba de cada Ackerman miembro de nuestra familia y llegué a una parte, cada sección note que estaba dividida por un nombre en vez de ser capítulos como normalmente son en los libros comunes en este los nombres eran los capítulos, llegué al de Kuchel Ackerman, una mujer miembro de nuestra familia y madre de Levi.

Es casi imposible que una madre soltera pueda ser liberada de la esclavitud, fui vendida desde niña, fue mucho antes de entender lo que significaba la palabra "propiedad" al principio solo era la compañera de juegos de una niña de gran familia e importante renombre, se llamaba Guísela, siempre parecía estar feliz y me regalaba algunas muñecas a escondidas de sus padres, siempre me hacía prometerle que estaríamos juntas. Cuando cumplí 15 años todo cambio deje de verla, fui llevada a trabajar en la cocina donde nadie me viera, al principio no lo entendí pero un día escuché a otras dos sirvientas decir que la señora de la casa lo había ordenado, quería que ningún hombre me viera en especial su esposo ya que era demasiado hermosa, provocaría algo en el.

No funciono de todas maneras.

El padre Gisele entro una noche a mi habitación mientras yo dormía, recuerdo sus palabras diciendo que era mi culpa, mi apariencia lo atrajó como una maldición, que yo tenía que ser responsable de mi belleza, después de golpearme y dejarme ahí llore toda la noche escuchaba a las demás susurrar sentía que se burlaba de mi. Solo tardo dos días en que la noticia llegará a los oídos de ella, me echo de la casa para obligarme a trabajar en el campo con los demás esclavos que en su mayoría eran hombres ya que el trabajo era muy pesado, fue un castigó solo por qué permití que aquel hombre me atacará.

Esa fue mi vida hasta que tiempo después descubrí que estaba embarazada, ese hijo era de el, pero sabía que si se enteraban de quién era me matarían así que menti, menti diciendo que era de alguien más, que el se había hido y me dejó, no lo quería, lo culpaba y pensaba en todo el odió que tendría cada mañana cuando viera su rostro, lo aborrecía pero luego se convirtió en una oportunidad, se me permitió estar de nuevo en la cocina, tiempo después volví a ser la compañera de juegos de Gisselle.

Recuerdo el día que nació, solo pensaba en la idea de que el naciera muerto, que muriera ahogado pero su llanto me hizo odiarlo mucho más, Gisselle siempre estuvo a mi lado tomándome de la mano llorando en mi lugar sintiendo la alegría que yo no tenía, lo que más recuerdo es haber aceptado la culpa de aquella noche, por permitirlo, cuando desperte a la mañana siguiente Gisselle lo tenía en brazos arrullandolo, yo no quería verlo, lo aborrecía y su simple existencia me asqueaba, ella me dijo algo que me hizo pensar "un hijo es la felicidad de muchos" yo nunca había sido feliz entonces conocería la felicidad en el? ¿Lo podría amar y el me amaría a mi también? después de todo es lo que siempre había querido, siempre anele ser amada, cuando lo ví por primera vez lo entendí, no pare de llorar mientras el me sonreía, sabía que jamás iba a amar a otro hombre que no fuera a el.

Una fuerte verdad que no creí que leería, no sabía lo difícil que era para algunos por qué siempre es fácil hablar de algo que no viviste, había crueldad en esta historia pero también tenía verdad, no pude evitar sentir lastima por aquella mujer que nunca conocí, continúe la lectura pero una hoja suelta también perteneciente del diario me distrajo pero está estaba doblada como una carta, la abrí y comencé a leer.

Lo primero que recuerdo de ella fue un día feliz, justo cuando se empezó a firmar el tratado, la esclavitud había acabado para nosotros y ahora solo era cuestión de tiempo para que el pueblo fuera construido, fue en una tarde de otoño en un gran campo lleno de girasoles, ella bailaba con el viento mientras su cabello la seguía siendo rodeada de pétalos amarillos y esa luz brillante haciendo que su rostro se iluminará con una hermosa sonrisa, sentía la libertad entre sus dedos mientras pasaba sus manos por las flores, yo la veía de lejos sonriendo, jugando como una niña pequeña para después mirarme y recordarme lo libre que éramos.

No te enamores de el (Rivamika). Where stories live. Discover now