9. Al trote y al galope

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-Ejeeeeeeeeeeeeeeeee, mozaaaaaaaaaaa, ¿quieres pan?

-Bueno, ya está aquí esta... -bufó Alba, corriendo al exterior de la casa con una sonrisa impuesta. Julia se hallaba con su inseparable furgoneta blanca y su delantal sucio-. No, no me hace falta, gracias. He desayunado unos sanísimos cereales de muesli.

-Po' pa' comé, ¿no? -insistió, haciendo un bamboleo extraño con su cintura-. Ah, no, coño, zi tú come ziempre donde mirmana'-se contestó a sí misma, cerrando las puertas de la parte trasera algo vencida-. ¿Vas a vení esta tarde a vé er partío?

-¿Qué partío? -arrugó la nariz.

-Que juega España, zo penca-gritó, metiéndose en la furgoneta-. Van a poné un pantallote en la plaza. Va a está to animao er pueblo... ya verás. Que aquí parece que no vive nadie pero cuando pazan cozas destas... -dejó caer con una sonrisilla traviesa.

-No zé, Julia. No me gusta mucho el fútbol.

-¡Pero zi ezo es lo de menos! -carcajeó, golpeando el volante-. ¡Allí vamos tos a bebé cerveza y a cantá gol!

-Tampoco me gusta la cerveza.

-Joé, hija. Qué delicaita... Po' tónica-suspiró, haciendo una maniobra para cambiar de dirección-. Bueno, po zi te animas a vení, bajas con mi hermana. ¡Buen día, moza!

-¿Tu hermana va?

-Ome, po' no va a vení... -contestó de carrerilla y con obviedad-. ¡Adió, rubia!

Natalia y Alba habían tenido unos días bastante tranquilos. Sin sobresaltos. Demasiado relajados. La joven granjera se estaba haciendo aún con la tecnología recién instalada en su casa, y Alba la ayudaba con ello. A cambio, Natalia trataba de inculcarle a la urbanita el amor por la naturaleza y los animales.

-¡¿Pero qué hace la gallina ahí zubía?! -gritó la granjera horrorizada al ver que una de sus aves picoteaba a sus anchas en la encimera de la cocina. Había llegado por sorpresa a la casa que le alquilaba a Alba para proponerle una nueva actividad. Y no. No esperaba encontrarse con ese escenario.

-Mi gallinita Queen-sonrió Alba, que estaba pintándose las uñas con envidiable paciencia en la mesa de la cocina.

-¿¡Arba, pero qué hace la gallina en la caza!?

-¿A qué viene tanto escándalo? Por favor, me dijiste que cuidara de Queen para que perdiera el miedo a los bichos... Po' eso trato de hacer-argumentó tranquilamente hundiendo la brocha en el bote de pintauñas.

-¡Pero que las gallinas tienen que está en el corrá! -exclamó, cogiendo al animal, que cacareó, agitando sus alas en su defensa. Natalia tuvo que echar la cabeza hacia atrás mientras varias plumas caían al suelo.

-No hay quién te entienda, ¿eh? -la miró Alba extrañada.

-Arba, que una gallina no puede está en una caza ahí a zus anchas, me cago en la vígen-dijo cabreada.

-¿Y eso quién lo dice?

-Yo, que pa ezo tengo la licencia de granjera.

-Uy, perdón, granjera oficial-dijo con retintín-. Mira, Queen no se quiere ir. Suéltala, le estás haciendo daño.

-Zabré yo como ze maneja una gallina... -su voz se fue perdiendo a medida que se alejaba. Había salido al corral para devolver al animal a su hogar-. La Arba está corgá... vamo. Metiendo a la pobre gallinita en la cocina... pero corgá, vamo.

Después de encerrar de nuevo al ave, Natalia volvió con la rubia, que aireaba sus manos para secar la pintura. Soplaba a cada uña entre aspavientos agresivos.

Girazoles - (1001 Cuentos de Albalia)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang