'1O.||Mentiste.

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Rebecca.
MARATÓN, 2/5.

Dos días desde que no me contestaba los mensajes, y nadie me contaba nada de él. Me sentía terriblemente boludeada.

Tampoco sabía nada de Fiama, porque le dije que necesitaba pensarlo. Pero aparentemente no tenía mucho que pensar, si a la primera oportunidad que tuvo Dilan de desaparecer, lo hizo.

Estaba sola, terriblemente sola, tristemente sola. La soledad no me gustaba, jamás había sido de tener muchos amigos, pero era cruel hacer que alguien se acostumbre a vos y después, borrarte del mapa como si nada hubiese pasado.
No entendía porqué me dolía, si después de todo, no era la primera vez que me abandonaban, y lo experimenté con muchas personas, tanto como familia como amistades, inclusive con alguien que reinaba mis sueños, Dylan.

No tendría que haberlo pensado tanto, al final, Dilan resultó ser como el resto. Alguien que escapa a penas puede. Me hubiese gustado que se hubiese despedido o al menos me diga que había hecho tan mal como para alejarlo de esa manera.
Fiama me quería hacer decidir qué elegir, si mi amistad con ella o la compañía de Dilan, me alegra haberle dicho aquél día que necesitaba pensarlo con claridad porque así no elegí a nadie, aunque para ser sincera, una parte de mí quería elegir a Dilan y contarle todo, decirle que lo quería, porque realmente le quería.

Ella tiró su pelo para atrás con cara de disgusto y se fué cautivando la atención de todos, inclusive, la mía. ¿Tan dramática iba a ser? Y ése fue el último día que le vi, a ella y a Dilan. Los dos que me prometían ser diferentes y resultaron siendo lo mismo, personas que no sabían qué querían, a quién o cuando. Y dolía, como si un puñal de lamentos se hubiese enterrado en mi pecho.

Ésa tarde quise dejar de fingir fortaleza que no tenía, porque realmente no la tenía. Había pasado dos malditos días intentando no llorar por lo que pudo haber sido y no fué, no era justo que me hicieran éso.

Bajé del departamento y caminé hasta la plaza en la que me confesó aquella noche muchas cosas, me senté en el mismo banco y no pude más. ¿Qué tenía yo de malo?

Las malas lenguas me decían que él había conseguido novia, otras, decían que simplemente se aburrió, y algunas, permanecían en silencio cuando yo preguntaba por él.
No quería que volviera y me diga que todo estaría bien, porque como una tonta caería o no sabría que decirle, simplemente quería ver brillar los ojitos azules que habían sido mi perdición en su momento-y quizás aún lo eran-quería escuchar que estaba bien, que todo había mejorado, o quería escuchar, que me extrañaba.

Quebré en llanto, dicen que el silencioso es el que más duele. Que pasas tanto tiempo acallando tristezas que cuando querés gritar ya no sabes cómo, no era la primera vez que me pasaba, pero sí la más dolorosa. Sentía que las lágrimas rasgaban mi piel y mi corazón, que nada tenía sentido, si al final, siempre acababa siendo descartada.

No supe nada de nadie, de ninguno de los chicos con los que me juntaba y lo único que teníamos en común era que éramos completamente distintos. Jazmín me mandaba mensajes preguntándome como estoy cada tanto, pero estaba tan triste por mis pérdidas que no quería tomarle cariño y perderla a ella también.

Me sequé las lágrimas con la manga del buzo prometiéndome que era la última vez que lloraba por alguien, que había sido demasiado buena toda mi vida, y que ellos no me habían sabido cuidar. Y éste, era oficialmente, como mi renacimiento. Ya no sería la misma, no podía.

-Bec, me da gusto verte-sonrió Fiama acercándose a mí y la miré con mi peor cara.-Tenemos que hablar.

-Vos tendrás que hablar, yo no tengo nada que decirte, Fiama.-contesté intentando que mis palabras sean como espinas que se le clavaran en el corazón.

El ambiente era asfixiante, porque yo me había tragado todo el aire para que se aleje por su falta de oxígeno, pero no salió.

-No me acerqué porque me dolía muchísimo decirte ésto, pero me tenés que escuchar.-Dijo llorando y rodé los ojos, sus mentiras podían chuparme bien lo que no tenía, y ella también.

-Andate con tus mentiras a otro lado-ordené enfurecida.

-Bec, yo...-dijo sentándose a mi lado y tomándome de las manos sin permiso. No quería causarle un disgusto por miedo a lo que le pueda pasar al bebé.-Rebecca yo...-sollozó y miró el suelo. Estaba segura que metía.-Yo y Dylan  estuvimos juntos, él es el padre de mi bebé.

Y si antes me sentía traicionada y devastada, ahora, estaba destruída.

[...]

Me había prometido dejar de llorar, sí, lo había hecho. Pero habían roto mi corazón, en miles de pedazos. ¿Era por éso que Dilan se había alejado? ¿Era por éso que Fiama también? ¿Acaso era cierto?

Lloré más, haciendo que mi habitación parezca el océano y sentía que me asfixiaba. Abrí la ventana buscando que el montón de lágrimas se vaya y se me llenaran los pulmones de aire.
No podía ser cierto, no, no podía.

-Carajo.-Exclamé cuando lo vi entre las sombras, quería que intente subir para que le cierre la ventana en los dedos y se aleje, sin dedos, para no poder volver a tocarle la cara a nadie como me lo hacía a mí. Alejé todos mis instintos asesinos que me generaba la ensalada de emociones y él entró.

-Te extrañé-dijo cuando apegó su cuerpo al mío en un abrazo. ¿Cuánto tiempo me pueden mandar a prisión por un homicidio doble?

No sabía cuánto tiempo había llevado sin respirar y tensa, pero me relajé y le correspondí el abrazo. Aunque, cuando respiré no quise creerlo, había tenido el descaro de venir,

Venía bañado en su perfume, olía a Fiama, lo hacía.

-¿Dilan porqué?-pregunté empujándolo.
Me dolían los pies por caminar sobre sus mentiras que eran como clavos.

-Estuve dormido por dos días, tengo mucho que contarte Bec,perdón-imploró.

-¿Ya pensaste el nombre?-pregunté incrédula y él quedó confuso.

-¿El nombre?-preguntó aún confundido.

-Fiama me lo contó todo, Dylan.-Noté que había dicho su nombre con tanta frialdad, que nos sentíamos en la Antártida. Le dolió, lo sabía.-Me dijo que está embarazada, y que ése bebé, es tuyo.

-¿De qué me estás hablando?-preguntó aún confundido.-Éso es mentira.

-¿Porqué tu campera huele a Fiama entonces, Dylan?-se me quebró el alma.

Él intentó responder con una excusa, probablemente una mentira pero le interrumpí.-Pero nada, sabías que yo no soy como el resto, que las palabras me duelen, que no soy de confiar. Te burlaste de mí, no quiero verte nunca más Dilan, andate, y no vuelvas.

Sus ojos se cristalizaron, miró al suelo y se sentó en la ventana.-¿Sabés que es lo peor de todo ésto?-preguntó mirándome. Yo no respondí-que yo te quiero,como nunca quise a nadie.

Saltó de la ventana como lo había hecho las noches que pasábamos juntos escondiendonos de todos los problemas, estaba triste y mal, demasiado triste.

Me tiré al suelo a llorar, porque ardía, y quemaba.

El celular sonó, y cuando me levanté a responder después de respirar hondo y con la cara aún empapada, su nombre marcaba la pantalla.

Respondí confusa.

-Hola Bec, ¿Cómo estás?-preguntó.-Te extrañé.

📌Banda de metáforas.

📌Adivinen kien kasi llora.

✧Ángel ↦Dillom✧Where stories live. Discover now