'61.||VUELTA ATRÁS.

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DYLAN!

        LLEVABA días sin dormir, no estaba cansado y de noche no podía conciliar el sueño. Mis músculos ardían pero mis ojos no se cerraban, sabía que nunca había tenido tantas ojeras como hasta ahora, sabía que la vida se me estaba poniendo demasiado compleja y que lo único que necesitaba ahora, estaba lejos de aquí.

Toqué el botón que solicitaba el ascensor y después de un rato, abrió sus puertas liberando unas tres personas y dejándome subir sólo, o eso pensé hasta que las puertas cerraban y una mujer cincuentona puso las manos para ingresar. Se rió nerviosa, acción la cual no respondí con nada más que recargar mi hombro sobre una de las paredes metálicas con mis manos a los bolsillos de mis jeans.

—¿A qué piso vas?—preguntó acomodándose los lentes.

—Al trece—respondí sin emoción. Me sentía testigo de una película, como si yo no tomara decisiones en mi propia vida.

—Ah. —Se limitó a responder y presionó el diez, dándome a entender que viajaríamos diez pisos juntos y después, tendría la caja solitaria para mí. Pero fue un pensamiento erróneo, dado que en el piso cinco subieron cinco personas más y mi espacio personal se redució a uno inexistente.

En el diez, se bajó la mujer haciendo que la gente se pueda esparcir un poco más en el elevador pero en el once subió una persona más, dándome a entender que hasta el piso trece mi libertad sería inexistente.
Las puertas se abrieron en el once y bajaron dos, y uno de ellos era yo, que me decidí a subir corriendo ya que me encontraba un poco irritable y podía explotar en cualquier momento.

Subí corriendo y toqué la puerta de madera, Paloma me abrió la puerta, estaba arreglada perfectamente, como siempre. Era fina, elegante y siempre bien vestida.

—Hola Dyl—me dio un corto beso en los labios el cual no respondí. Retrocedió confusa y yo me quedé inmóvil. Arqueó una ceja y se hizo a un lado para que pudiese entrar. Ingresé en silencio y me senté en una de las banquetas de la isla.

Cerró la puerta y se dio vuelta, se dirigió a la cocina.—¿Querés un café?

—Ésto no da para más.—Solté y ella me miró con los ojos abiertos enormemente.

—¿Qué? ¿Porqué?—preguntó.

—Porque...—un nudo se formó en mi mente, en mi garganta. Sentía que más real se haría si pronunciaba aquellas palabras—porque voy a ser padre, y quiero rescatarme.

—Pero podes rescatarte igual—rió nerviosa.—Dylan, hay un montón de niños que tienen madrastra, y yo no soy mala persona...

—Estar con vos implica drogarme Paloma—respondí.

—Podemos rescatarnos los dos, además, tu carrera musical Dylan, te estoy ayudando—sus ojos se aguaron—elegime, no te voy a defraudar.

Suspiré.

Cerré los ojos un instante

y la miré

—No vamos a drogarnos más—solté, sintiéndome infiel a mi mismo por elegir mi sueño antes que mi propia familia—vamos a intentar estar juntos.

Ella accedió sonriendo, dio vuelta la isla que nos separaba y me besó la mejilla con una calidez extraña, ya que yo sabía que estaba ahí pero no la sentía.

otra vez había fallado.

[...]

  DESARROLLÉ un odio impresionante a los ascensores y subí los pisos corriendo, que eran por suerte solamente cuatro. Mi estado físico era inexistente por culpa de las drogas.

Caminé el pasillo en silencio sin saber bien que decir, toqué dos veces la puerta y me abrió la madre de Rebecca.

—Hola Dylan, pasa, esta en su pieza—sonrió la mujer extrañada por mi aparición. Le di un beso en la mejilla en forma de saludo y caminé los metros que separaban la entrada de su habitación. Toqué la puerta nuevamente y Rebecca me abrió, tiro de mi brazo adentrándome a la habitación, cerró la puerta y se tiró en la cama.

—¿Qué pasa?—preguntó.

—Decidí que vamos a hacer las cosas bien—respondí y levantó su cabeza, dado que su mirada estaba clavada en el suelo segundos atrás pero ahora esos ojos café se encontraban clavados en los míos.

—¿Qué significa eso?—preguntó.

—No más drogas para mí—suspiré—quiero hacer las cosas bien, jugármela... por éso.

Ella sonrió de lado, sabía que algo le había dolido pero otra parte suya estaba feliz de que intentara hacer las cosas bien.

—¿Le dijiste a tu mamá?—pregunté y negó mordiéndose el labio como seña clara de preocupación.

—No—suspiró y agarró la computadora, para mostrarme algo—pero estuve viendo cunas de bebés, y ropa chiquita y Dios, es todo tan lindo—sonrió y de repente, una parte mía volvió a encenderse. Porque desoues de todo, ella era así. Desprolija, desaliñada y se preocupaba poco por su apariencia últimamente, pero era apasionada, inteligente y el amor le sobraba... La amaba por ser ella, y nunca había amado la esencia de alguien, pero sabía que después de enamorarme de aquello, no había vuelta atrás.

•••

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si tienen críticas, por favor dénmelas porque siento que estoy haciendo algo mal en este fic

✧Ángel ↦Dillom✧Where stories live. Discover now