'11.|HIELO.

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Dylan.
MARATÓN, 3/5.


No sabía bien qué hacer, que sentir... Hace mucho que no decía aquellas dos tontas palabras a alguien, menos a una chica, porque nunca lo había sentido. Y me dolió saber que probablemente, nunca escucharía aquellas palabras con su voz. Y recordé la última vez que dormimos juntos, yo estaba congelado, y no hablo sólo del cuerpo, si no del alma.
Me calentó, con una sonrisa y un roce. Quería perderme entre las curvas y sentir sus labios con los míos, tal vez pasé tanto tiempo diciendo que no estaba enamorado, que no me di cuenta que si, que me estaba pasando.

No quería hacerle daño, y odiaba a Fiama por llenarle así la cabeza. Y más me odiaba a mí, porque antes de saltar la ventana decidí que si ésto pasaba era por algo, que éramos blanco y negro, no teníamos nada en común, nada.

Caminé frustrado y lleno de odio sin saber bien que hacer, sin ganas ni de pensar.

Cuando llegué a mi casa me tiré a la cama, cada vez faltaba menos para que ella viniera a joderme, y no estaba listo para afrontar éso, no ahora, que estaba sólo.

Aún después de haber dormido dos días, la idea de clavarme treinta minutos más de siesta era tentadora, pero esos treinta minutos se transformaron, y no en una hora, ni una hora y media. Si no seis, seis horas.

Me desperté transpirado y con calor, estaba agitado. Me dí la vuelta y abrí los ojos de nuevo, recordé que en una de las mejores mañanas de mi vida, abrí los ojos y vi a una castaña llena de pecas con un vestido bordó en mi cama, y no me disgustó, inclusive, es raro decir que deseaba más mañanas así.

Me levanté nostálgico, preguntándome porqué la había dejado ir tan fácil. Uno tiene que luchar por lo que ama, ¿No?

Me duché haciendo que el agua fría moje cada tatuaje, que en cada gota un problema se aleje, que pueda reforzar mis muros, para que ninguna castaña con cara de ángel me pudiese lastimar tanto.

"-Las buenitas son las peores."

Recordé con una sonrisa aquella primera charla, donde con una confianza extraña tiró las drogas al suelo del baño, también recordé el primer roce, la primera mirada, me hubiese gustado recordar algún beso, pero no lo podía dar.

Salí de la ducha y me envolvi la cintura en una toalla blanca, me paré frente al espejo, y después de observar cada ojera, cada detalle de mi estúpida cara, lo rompí. Golpeé el espejo furioso, no quería ver en lo que me había convertido, me odiaba, odiaba saber que era tan idiota que nada podía quedarse mucho tiempo conmigo, ¿Qué tengo de bueno? Absolutamente nada. Me odiaba, odiaba el vacío que sentía al no tenerla al lado, la presión en el pecho, odiaba las camas si ella no estaba, y todo, me hacía recordarla. Inclusive la sangre roja, que parecía inofensiva y se escurría en mis manos, ¿Que la amaba? ¡Por supuesto que lo hacía! Estaba perdiénsome en los ojos más lindos que vi, quería que sus brazos me rodeen, quería huir, la quería a ella, deseaba tenerla cerca, no sabía que tenía de malo, simplemente sabía, que ella era lo mejor.. y merecía algo mejor.

Estábamos a una semana del verano, y había fantasedo en llevarla a la playa, en besarnos frente al mar, cosas estúpidas que el corazón te hace imaginar, y yo creo que al mío le gustaba estar roto, porque la recordaba con cada respiración, con cada mirada, la recordaba y no quería olvidarla.

La sangre empapaba mi mano, y yo simplemente miré el agua caer que se volvía rojiza, estaba volviéndome loco enserio, ella me había vuelto loco.

✧Ángel ↦Dillom✧Where stories live. Discover now