¿Quién tiene miedo a los judíos?

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Carlo empezaba a temblar cuando sonaba el timbre. Eran siempre ellos los señores de la policía. Hacían muchas preguntas, cada vez se apoderaban de algo, porque decían que los judíos no podían tener nada que fuera de valor ("no lo merecían", decían ellos), y después se marchaban. Ya se habián llevado las bicicletas de Carlo y del papá, el reloj de oro de mamá (que era un regalo de bodas), la radio nueva y hasra un despertador de plata.

Una noche sonó el timbre cuatro voces, una detrás se otra. El corazón del niño empezo a latir a toda velocidad.

La madre y el padre se miraron y Carlo comprendío de inmediato que también sus corazones latían a to do tren. El padre se levanto a abrir. Después todo sucedió demasiado de prisa y Carlo capto alguna palabra. Su mamá gritaba: "Dejadle" y su papá repetía "¿Por qué?" , mientras que un vecino se asomaba al rellano e inmediaramente cerraba la puerta. Mientras tanto, aquellos uniformes negros se llevaron al papá de Carlo diciéndole:
-Sucio judío, te arrepentirás.

Después acabó todo. Volvió el silencio. Sin embargo, el corazón de Carlo todavía daba saltos y después iba bajando, bajando, bajando.... era como si supiera que no debía pararse, porque de otro modo correría el riesgo de estallar. Su papá ya no estaba. Se lo habían llevado los hombres de negro. Su mamá lloraba en la silla, con las manos cubriéndose el rostro. Ya ni siquiera podía ver qué Carlo estaba allí y tenía necesidad de ser consolado. Ya no conseguía ser la mamá de antes. Carlo no estaba enfadado con ella y fue a abrazarla, aunque  no conseguía llorar. Ella lo retuvo a su lado, pero no hizo nada más. Hubo un tiempo en que nadie sabía consolarlo como ella; por ejemplo, cuando Carlo hacía mal una tarea y le ponían mala nota, ella le decía: "Todo tiene remedio" y él sabía que era verdad, porque estaba abrazado contra su corazón y lo sentía latir sin prisa.

Si su mamá ya no creía en que pudiera haber remedio, tampoco él podría ya sonreír.
Y entonces se puso a consolarla, acariciándole el pelo. Ella le apretó fuete las manos y Carlo empezó a llorar. Y mientras estaba llorando pensaba que afuera estaba lloviendo y su papá había salido sin chaqueta... Allí donde estuviera en este momento, debía estar aterido de frío.

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Capitulo breve y corto.

Gracias por leer.🍃

Las maletas de AuschwitzWhere stories live. Discover now